5 de agosto de 2006 - Diario La Hora. Pag. 2

De ferias y prioridades

Por: Oscar Clemente Marroquín

Está culminando la Feria del Libro realizada en nuestro país y uno de los lamentos de los organizadores es la poca atención que el evento recibió de las autoridades de gobierno, sobre todo sabiendo que ahora tenemos un Presidente que no vacila en asistir a cualquier feria, muestra, exposición, celebración, festejo, certamen o concurso habido y por haber y que, sin embargo, cuando se trata de un acontecimiento como la muestra de libros ni siquiera envío a un funcionario del Ministerio de Educación para que hiciera acto de presencia.

Y es que no es lo mismo una muestra de café de exportación, por ejemplo, a donde asisten conocidos finqueros, productores y exportadores, que una muestra de libros a donde lo más que uno encuentra son intelectuales andrajosos con planta de hippies, de esos que andan con ideas extrañas alrededor de la cultura y uno que otro de los que viven en el pasado y por eso se mantienen ávidos de textos históricos.

La prioridad en el país la marcan las preferencias del mandatario en cuanto a la asistencia a actos públicos. Aquí importa todo lo que puede oler a producción, a mostrar nuestra capacidad de generar riqueza, pero lo que es relativo al conocimiento y la cultura no amerita mayores esfuerzos. Ni hablar de qué se persigue con la generación de riqueza ni su orientación, es decir, a dónde van los beneficios, pero menos aún si el tema a discutir es cómo elevar el conocimiento de la población, aunque sólo fuera con el fin egoísta de que eso nos permita rescatar algo de aquellas viejas normas de urbanidad que hacían menos difícil la convivencia social.

Cierto es que siendo el nuestro un país de muchos analfabetos no se puede considerar que la Feria del Libro sea el acontecimiento nacional por excelencia, pero es inaudito ese nivel de descuido y desinterés mostrado por las más altas autoridades. Sobre todo en el momento actual, porque en otros gobiernos los mandatarios son más dados al trabajo de gabinete para encontrar soluciones a los agudos problemas del país, pero por cuestiones de gustos y temperamentos, el actual Presidente disfruta extraordinariamente afuera del despacho presidencial y dedica la mayor parte de su tiempo a participar en eventos públicos y las inauguraciones son como parte del encanto que él siente por el ejercicio del poder. Conociendo esa debilidad de nuestro afable gobernante, quien no vacila en vestir uniforme beisbolero para lanzar una primera pelota o sombrero momosteco para sembrar un árbol, es que los organizadores de la Feria del Libro se sintieron como menospreciados por la ausencia del mandatario que hubiera ayudado mucho a promover la lectura si él también aparece en alguna de las muchas fotografías que se le toman, leyendo alguno de los miles de valiosos ejemplares que estuvieron en muestra durante varios días.

Y que conste que no ha sido una queja en tono de reclamo, sino más bien una sentida expresión de tristeza porque un esfuerzo que pudo hacer mucho para mejorar aspectos fundamentales de la vida nacional, pasa inadvertido. Lanzar una pelota es más fácil que leer un libro, obviamente, pero por miles de pelotas que lancemos no avanzaremos ni un ápice, mientras que la refrescante y enriquecedora lectura de un libro es un peldaño de valor incalculable.

Ojalá el próximo año, cuando los libreros hagan la última muestra durante esta administración, veamos al Presidente rodeado de niños a los que les lee un libro de cuentos con ese aspecto bonachón de abuelo que tiene.

FUENTE: Diario La Hora

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