Miércoles 26 de Julio 2006. Siglo XXI - Pag. 18

Libros como en feria

Por: Virgilio Álvarez A.

Intente entender lo que es y se hace en este país en literatura y ciencias sociales.

¿Cuándo se ha visto a deportistas cuestionar los abusos del poder y de las elites?

Hace veinte años los para entonces jóvenes, muchos en el exilio, pensamos que los viejos que habían sido incumbidos de “reencauchar” la vieja Constitución de la República, si bien no podían dejar de responder a los intereses de los grupos económicos y militares que les habían incumbido de esa responsabilidad, podrían dejar algunas novedades. No estábamos equivocados en lo que a estructuras de Estado se refiere, pues se creó la Procuraduría de los Derechos Humanos, se dio a la Corte de Constitucionalidad total autonomía y se aceptó, finalmente, que Guatemala es un país multiétnico.

Lamentablemente esos legisladores, influidos tal vez por los karatecas que pronto asumirían el gobierno, también se mofaron de nosotros, concediéndole al deporte “una asignación privativa no menor del tres por ciento del Presupuesto General de Ingresos Ordinarios del Estado” (Artículo 91 de la Constitución de la República), sin dejar ni un solo centavo “privativo” para bibliotecas y desarrollo de la lectura en el país.

Nada contra el impulso del deporte, cuya tutela tiene su primera mención en el artículo 82 de la Constitución de 1945, precepto en el que, sin embargo, también se consideraba de utilidad social a las bibliotecas populares y escolares, olvidadas por completo por los legisladores del 85.

Es claro que los tiempos han cambiado y los nuevos aires han puesto de cabeza los principios liberales —liberar al Estado del control de las creencias religiosas y ponerlo al servicio de la sociedad—, creándose nuevos dioses que, como Moneda y Mercado, se imponen sobre el hombre y sus responsabilidades sociales. Pero dedicar fondos públicos al deporte sin dejar un solo centavo para libros fue la lápida para una sociedad que se despedaza en la ignorancia.

Pero posiblemente no haya sido tan absurda la decisión, pues ¿cuándo se ha visto a deportistas cuestionar los abusos del poder y de las elites? Sí hemos visto, en cambio, ejemplos por todo el mundo donde escritores, intelectuales y científicos, cuestionan los abusos y desmanes de sus autoridades, por lo que negar apoyo legal a la industria del libro pudo haber sido una clara intención de los autócratas que entonces se arropaban con máscaras demócratas por mantener sus beneficios y sinecuras, ahora apoyados por supuestos deportistas.

Por eso, ahora que empieza la Feria Internacional del Libro (IV en Guatemala / X en Centroamérica) no sólo compre libros sino intente entender lo que es y se hace en este país en literatura y ciencias sociales. Conozca quiénes son nuestros autores y autoras. De Gómez Carrillo pase a Méndez Vides; de Rodriguez Beteta a Liano y a Flores, el Bolo y el otro, discuta con sus cuates cual es el realismo fantástico guatemalteco, si “don Roque” de Arturo Arias en Cascabel es tan parlanchín como el Botijón de Los muchachos de antes; o si Charpadeoro de Franz Galich es tan abierto y crítico como el Genes de Mario Roberto.

Y si aún le queda ánimo, qué tal si le escribe al diputado de su distrito para que se asignen recursos privativos para la compra de libros en las bibliotecas populares y se gaste en ello, al menos, una proporción igual a la que se gasta en salario de los de la Confede? Pues, En este mundo matraca, los libros deben estar, al menos, a la par de las pelotas y los bates.

FUENTE: Siglo XXI

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