Mapa del sitio | Otros enlaces | Contáctenos

fygeditores.com < F&G Editores < Catálogo < Las huella de Guatemala < Comentarios

Contenido(s):

Diario de Centroamerica / La Revista. Pág. 14. Guatemala, viernes 29 de mayo de 2009.

Las huella de Guatemala
● Gustavo Porras Castejón
● Propaz, 2009

Si algo se puede decir de Gustavo Porras es que no se ha quedado sentado al lado del camino esperando a que la vida pase. El autor ha sido testigo y actor de la historia reciente del país. La Fundación Propaz se ha dado a la tarea con el proyecto “Testimonios de paz” de recolectar las voces que presenten su visión de la guerra y la paz. Las huellas de Guatemala es la biografía de Porras, su vida personal y, ante todo, su participación como revolucionario y luego como gestor de los Acuerdos de Paz. Un documento de sumo interés para demostrar que nuestra historia no es en blanco y negro, tiene muchos matices que Porras pinta sobre la compleja historia patria. | AGV | DCA.

elPeriódico. Opinión. Pág. 14. Guatemala, jueves 11 de junio de 2009.

Los eternos perdedores
Un lente poderoso que rinde un balance desde la realpolitik.
Por: Fernando Carrera

Acabo de leer el libro de memorias de Gustavo Porras titulado Las huellas de Guatemala. Es un libro lúcido, lleno de informaciones interesantes para comprender la historia de nuestro país durante las últimas cuatro décadas, particularmente desde el ángulo del conflicto armado, y desde la perspectiva privilegiada de un actor de primera línea como lo ha sido el señor Porras. Sin duda alguna es uno de los mejores textos que se han escrito sobre la misma temática (quizás el mejor).

Conforme avanzaba vorazmente a través de las páginas pude constatar que el narrador presenta los hechos del conflicto político y armado desde el lente del testigo directo y analista del poder (tipo Maquiavelo con una dosis de humanismo). Y sin duda, este es un lente poderoso que, sin concesiones a juicios subjetivos menores, rinde un balance desde la realpolitik. Las pasiones y los intereses en el juego de poder se encuentran aquí expresados sin ambages, procurando retratar tanto la racionalidad de los actores como su subjetividad.

Sin embargo, Gustavo Porras ha decidido hacer un recuento de la historia donde el sufrimiento de las víctimas del conflicto armado tiene poca resonancia. Salvo algunas páginas en que se menciona tanto las masacres contra la población maya como el secuestro y desaparición forzosa de personas, la mayor parte de la narración no tiene mucho que decirnos sobre los miles de guatemaltecos y guatemaltecas que sufrieron el conflicto armado no desde la racionalidad del poder, sino desde el inmenso dolor causado por las prácticas violatorias a los derechos humanos.

Incluso desde un ángulo de realpolitik, las violaciones a derechos humanos y la impunidad constituyen un problema político crítico, difícil de minimizar a la hora de hacer el recuento del conflicto armado. La impunidad de ayer (y la que existe actualmente) sigue siendo un lastre que debilita enormemente al sistema político y contribuye a la poca legitimidad de nuestra institucionalidad jurídica.

Las víctimas, los eternos perdedores del juego de poder de ayer y de hoy, son el recordatorio de que hemos sido incapaces de desarrollar un sistema político que pueda garantizar plenamente el respeto a los derechos humanos de todos y todas. Y un recordatorio además de que nuestra democracia será muy débil, mientras no acabemos con la impunidad y hagamos que la justicia y el Estado de derecho prevalezcan. Hacer justicia a las víctimas es, por lo tanto, un problema político de primer orden. Y esto es así, aún si analizamos el mundo con los lentes de Nicolás Maquiavelo.

Diario de Centroamerica / La Revista. Págs. 1, 4 y 5. Guatemala, viernes 12 de junio de 2009.

 

 

 

Se dio a la tarea de grabar más de cien horas, mientras narraba su vida. Ahora, producto de esas conversaciones, la Fundación Propaz publicó Las huellas de Guatemala, un texto que da el testimonio de un personaje que ha sido testigo y actor de la historia reciente de este país.

"En la segunda fila uno es testigo de todo"
GUSTAVO PORRAS, analista político.
Por: Alejandra Gutiérrez Valdizán

De revolucionario, a artífice de los Acuerdos de Paz, de periodista a secretario privado del presidente Álvaro Arzú. Gustavo Porras sigue madurando su visión sobre este país.

¿Por qué una biografía?
No es una biografía, es un testimonio y un conjunto de reflexiones sobre los hechos y la historia de Guatemala... En el libro soy alguien que relata lo que ocurrió, no lo que hizo. Cuando evoco a mi familia, por ejemplo, el objetivo fundamentalmente es ilustrar de manera concreta a una familia y reunir a cierto sector de la sociedad guatemalteca. Que se desprende de mi reflexión de que una de las mayores oportunidades que he tenido es la de convivir con guatemaltecos de todos los orígenes, ladinos, orientales, criollos y darme cuenta cómo nos desconocemos, por eso hay tanto prejuicio. Mi familia es como una muestra concreta, no digo que así sea todo el sector, pero lo pongo como un testimonio de mi genealogía...

Ahora que lo menciona, la genealogía es uno de los grandes temas de su libro...
Yo diría que es uno de los motivos. Por ejemplo, en el capítulo que se llama “Mi familia y la revolución”, explico cómo me tocó vivir los acontecimientos del 54, en una situación muy diferente a la mayoría de guatemaltecos. Mi padre era el gerente de una empresa estadounidense muy grande, mi madre era la presidenta de la acción católica, era la mano derecha de monseñor Rossell. Mis hermanos y yo éramos acólitos del nuncio monseñor Verolino, quien fue figura central de los acontecimientos. Los dos padres que fundaron el Opus Dei en Guatemala vivían en mi casa y, para colmo, durante los últimos meses de Árbenz, allí estuvo en mi casa Luis Menéndez de la Riva, que era del Partido Unión Anticomunista. Pues en ese contexto viví yo los acontecimientos del 54, eso me dio una óptica particular. En mi libro, pienso que lo que más aportaría a la reflexión del 54 es lo que significó la oposición de los católicos... Así, mi vida es el hilo conductor, pero no es el objeto del libro. No hablo de mi intimidad ni media palabra, de nada que no tenga una significación política o algo para comprender mejor Guatemala...

¿Se sitúa como un actor secundario?
Así lo fui, yo creo que es una de las ventajas...

¿Actor secundario en el libro o en la vida real?
Sí, sí, es la posición que me permite ver con mejor objetividad las cosas. Siempre el que está arriba, el líder y el que encabeza el movimiento tiene una tendencia natural a ver sobre todo lo positivo, y a defender su posición y por consiguiente argumentar. Mientras que en la segunda fila uno es testigo de todo y lo puede ver con una distancia emocional mayor...

¿Ha sido el poder detrás del trono en los diferentes escenarios que ha ocupado?
(Ríe)...Tal vez... Eso se manejó mucho durante el gobierno de Arzú, pero con el movimiento revolucionario yo fui como el enfant terrible, digamos que yo era valorado por mis compañeros, tenía una relación de mucha cercanía, e intimidad incluso, con Rolando Morán, pero al mismo tiempo yo era díscolo, yo no encajaba en el molde de disciplina, no era el militante abnegado, también cuestionaba. Yo era visto muy cercano, pero también con esa distancia...

¿A usted no le han tentado las mieles del poder? ¿No lo embriagó?...
Qué bueno que me haga esa pregunta, porque creo que esa embriaguez del poder, y del poder que tal y el poder que no sé cuántos... pues habrá gente a la que le pasa...

Bastantes son tentados, ¿no?...
Uno tiene que distinguir bien si tiene vocación de poder o vocación de servicio. Yo creo que tengo vocación de servicio, para mí estar junto al presidente y poder influir en las políticas del gobierno significó servir. Jamás me aproveché de nada, ni tuve un beneficio diminuto, nada, pero me ha sido una gran satisfacción. Obviamente el proceso de paz, cómo no me iba a dar satisfacción, a cualquiera le hubiera dado. Pero por todo lo que viví antes, yo viví la ofensiva del Ejército, yo vi lo que implicó para la gente, yo vi el dolor indescriptible y como uno pensó que el camino de la revolución era posible, pero hubo un momento en que quedó claro que ya no, y continuaba el desangramiento. Entonces, ¡por supuesto!, cómo no me iba a dar satisfacción. Pero también me dieron satisfacción centenares de cosas que pude impulsar, favoreciendo organizaciones populares, líderes, no con prebendas de ningún tipo, acercando posiciones, en fin... Me satisfizo mucho también el papel que pude jugar en el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba. Uno de los capítulos del libro es “Cuba el otro socialismo”, yo tengo una deuda con Cuba y con lo que significó la Revolución cubana para mí y allí está descrita. La Revolución tiene una importancia e intensidad que nadie puede ignorar...

¿Importancia en qué sentido?
Como se los decía a los muchachos de la Escuela Latinoamericana de Medicina en La Habana: “lo que ustedes están siendo testigos, es del intento de construir un orden social que no se basa en la competencia sino en la solidaridad y la importancia de ese intento va mucho más lejos que si esta sociedad es una eficiente productora de mercancías. Sólo aquí se ve esta calidad humana”. Sólo allí se ve esa solidaridad... Un momento emocionantísimo fue cuando me tocó en la visita con el presidente Arzú, pasar revista a las tropas cubanas con Fidel, a los acordes del 26 de julio, con la foto del Che en el fondo...

Si tuviera que elegir tres capítulos de su libro, ¿con cuáles se queda?
El primer capítulo “El momento decisivo”, creo que es la parte fundamental del testimonio, que yo estaba obligado a dar para que no se siguiera distorsionando un conjunto de hechos, no la historia. El testimonio de lo que yo vi en una región donde estuve. Es el punto de vista de la estrategia revolucionaria, allí se decidió la ofensiva del 81 y 82. Es cuando el Ejército le quitó la posibilidad a la URNG de desafiar al poder militar del Estado, pero no significa aniquilar. Allí se hubiera podido dar una guerra a la colombiana, prolongadísima, eterna, que si no se le hubiera dado una salida política hubiera derivado quién sabe en qué... Porque es muy peligrosa una organización armada que no tiene perspectiva política, que sus dirigentes históricos van muriendo, pero que son inderrotables que golpean y se repliegan y puede ocurrir por décadas. Una de las razones de que no ocurriera es que la URNG mantuvo hasta el final sus objetivos políticos y por consiguiente los grandes cambios en el mundo no le fueron indiferentes. Dirigentes como Rolando Morán se dieron cuenta que el gran objetivo del socialismo no era posible y que si no era posible no tenía razón la lucha armada. Lo que sí era posible era reivindicar una democracia sin exclusiones que es el argumento fundamental de todos los movimientos armados en América Latina en los setenta.

¿Qué otros dos capítulos?
Obviamente el último capítulo del proceso de paz y sus interioridades, y los elementos de contexto que permitieron la paz, que pocas veces se han analizado. Y el penúltimo capítulo que se llama “Época de cambio y cambio de época”, que para mí es una cuestión muy importante porque hay gente que se pregunta: “¿Y éste, cómo pasó del movimiento revolucionario a ser el secretario privado del Gobierno de Arzú y a firmar la paz?”. Allí explico. Además para mí, ahora es mucho más claro, el cambio de época es el desplazamiento del poder y la riqueza del occidente al oriente, ese es un cambio mucho más grande para la historia de la humanidad...

Algunos dicen que la firma de la paz fue precipitada...
Imagínese después de ocho años dicen que fue precipitado... eso me recuerda una cena con Fidel, que evoqué el día de la presentación del libro. Una cena de seis horas, Fidel me preguntó: “Óyeme, chico, y ustedes ¿de dónde sacaron eso de la guerra prolongada? Chico, ¿no será algo en su carácter?, por lo indígena... que miden el tiempo en miles de años...”.

Yo creo que era más que evidente que no había perspectiva alguna de revolución y tampoco la URNG podía pretender una correlación de fuerzas que le permitiera presionar al gobierno porque no había sobre qué presionar... Con la teoría del marxismo uno puede analizar la historia y darse cuenta que la historia tomó por otro rumbo, y entendimos perfectamente que si se había desplomado la Unión Soviética, se había caído el muro de Berlín y los cubanos debían abrirse a las remesas de los de Miami, ¿de qué socialismo podíamos hablar en Guatemala? Había que encontrar la forma de un desarrollo económico con los mayores impactos posibles de beneficio popular y realistamente eso sólo podía darse desde la acción del Estado. Por eso los compromisos del acuerdo socioeconómico, de incrementar la inversión social pero también la carga tributaria. Y finalmente, eso no ocurrió y hasta la fecha sigue siendo un Estado en trapos de cucaracha...

Da la impresión de que en sus páginas intenta evitar la polémica... ¿se dejó mucho en el tintero?
Digamos que sí, uno nunca puede abarcar toda la realidad. Yo tuve muy presente que la mayor parte de escritos producidos por revolucionarios son hipercríticos, van proyectando una imagen de la revolución no sólo como un cúmulo de errores, sino con unos personajes muy cuestionables. Yo hice énfasis en lo menos conocido, que es la calidad humana de los revolucionarios y el peso de los acontecimientos, eso es también parte del marxismo. En el marxismo uno no sobredimensiona nunca lo personal, lo personal se da en un contexto, los acontecimientos se imponen por la fuerza de la necesidad.

¿No se arrepiente de nada?
¿Como la Edith Piaf? ¡No, rien de rien!... Yo no me imagino el curso de mi vida de otra manera. He tomado decisiones cruciales en cinco minutos, como meterme al movimiento revolucionario. César Montes me decía “¡calma!”, pero si yo ya sé lo que quiero... Nunca he hecho nada como un escalón que me va a llevar a otra cosa.

¿Nunca se le antojó ser candidato?
Eso de antojarse... diría una amiga ¡es una cosa perra!, eso es algo que uno tendría que hacer por deber si hubiera las condiciones para efectivamente transformar Guatemala. En mi caso, sigo la dirección que creo que es la correcta, hasta donde se pueda, y otra cosa es si uno se avienta a la responsabilidad, se requieren las condiciones necesarias para una transformación.

¿Qué condiciones necesitaría para lanzarse a elecciones?
Organización de base fuerte que le pueda dar a uno la capacidad de maniobrar políticamente... no es así nomás, como usted podrá haber visto.

Pareciera que usted ha estado en el lugar preciso, en el momento exacto...
Eso es cierto, además de las oportunidades que me ha dado la vida. La primera es esa de haber convivido con gente de todos los sectores. Yo nací en el seno de una familia conservadora, criolla, de la cual yo soy la única oveja negra. Eso sí, a mí desde el principio la injusticia me fue absolutamente insoportable y eso es como el hilo conductor de mi vida. Es que yo le tengo la mayor de las simpatías al pueblo guatemalteco, me lo gozo, no como algo impostado, la gente que me cae bien es la que va al estadio, la que conocí en las cantinas, la del billar, los ciclistas... Tengo esa disposición para moverme entre sectores. Por eso para mí el marxismo es tan importante, no se trata de buenos y malos...

Pero en el momento de la guerra, sí que vería a buenos y malos...
Claro que hay gente buena y mala... pero los hechos históricos se producen más por la situación en la que está la gente. De las cosas que me favorecieron mucho en mi papel en el proceso de paz, fue mi capacidad para ponerme en los zapatos de cada quien. Sólo cuando usted ha percibido el ambiente terrible que provoca una confrontación de ese tipo se da cuenta que en esas circunstancias el ser humano es capaz de hacer cosas que él mismo nunca hubiera pensado que pudiera hacer. Es complejo...

En la última frase del libro, cita a su padre: “No creas eso, m’ijo, antes era peor”... ¿Está seguro?
Lo pensé mucho antes de incluir esta frase, porque uso una categoría absoluta, y yo soy marxista y en la dialéctica no hay nada simple. Pero Maquiavelo, otra de mis grandes fuentes de pensamiento, dice que en la naturaleza de las cosas está que no es posible escapar de un inconveniente sin caer en otro, la sabiduría consiste en saber eso, y tomar como bueno, lo menos malo. Yo conocí una Guatemala muchísimo más pobre que la actual. Cuando comenzamos en CRÁTER a trabajar en los Cuchumatanes, era una situación terrible, la gente estaba abatida, una postración enorme... Veo los movimientos de mujeres y movimientos indígenas... Las demandas que hay de educación, el grado de organización local... Estamos espantados con el crimen organizado, la violencia terrible ha corrompido a sectores muy grandes de la población, pero es que está en la historia, las mafias han sido las impulsoras del capitalismo, y también han sido las impulsoras de las clases bajas. Entonces, eso era lo que decía mi papá: “no hagas caso, m’ijo, antes era peor”. Por supuesto, que no todo, pero Guatemala sigue siendo bellísima. Pero la Guatemala que yo conocí, como decía mi tía Lolita: “A ustedes ya sólo les tocó la colita”.

Diario La Hora / Nacional. Pág. 6. Guatemala, martes 23 de junio de 2009.

 

 

 

 

DE FRENTE: Gustavo Porras Castejón. LAS HUELLAS DE GUATEMALA

"Esto es como una tragedia griega"

Por: Javier Estrada Tobar

En 2006, a diez años de la firma de los Acuerdos de Paz y con el propósito de rescatar desde la perspectiva social y humana el espíritu de aquel compromiso, Fundación PROPAZ realizó una campaña de sensibilización que puso de nuevo sobre la mesa una realidad diversa y conflictiva. Entre sus actividades podemos señalar una caminata por la paz, conversatorios y cafés ciudadanos, y un concurso juvenil de ensayo sobre la significación de los Acuerdos de Paz.

Parte medular de la campaña fue la publicación de cinco testimonios de paz: Rosalina Tuyuc: Testimonio de Dignidad Humana; El Poeta y el General: Ottoniel Martínez; Catalina Soberanis: Testigo de Paz; La Firma: Maco Luna y Testigo Especial: Ramiro Ordóñez Jonama; para dar a conocer las vivencias personales de cinco destacados guatemaltecos y guatemaltecas que vivieron el conflicto y la paz de manera diferente, pero en todos los casos de manera ejemplar.

En ese proceso, surge la iniciativa de presentar un testimonio en mayor profundidad. Es decir, de toda una vida, la de Gustavo Porras Castejón, uno de los signatarios de los Acuerdos de Paz. La obra las "Huellas de Guatemala" es un recorrido, desde distintas dimensiones y distancias, de la historia de Guatemala, contada por un testigo privilegiado que la vivió intensamente.

Esta iniciativa ha sido respaldada financieramente por la Agencia Sueca de Cooperación -ASDI- y la Real Embajada de Noruega.

La Hora: ¿Cuál es la esencia de Las Huellas de Guatemala?

Gustavo Porras Castejón: El objetivo fundamental del libro es dejar testimonio de una serie de experiencias vividas, con la preocupación de aportar insumos para los trabajos históricos que habrán de desarrollarse en el futuro. Junto con lo testimonial, hay una serie de reflexiones sobre la historia de Guatemala, y sobre dos momentos que, para mí, son muy significativos desde la tendencia que yo analizo, que es el derrocamiento del ex presidente (Manuel) Estrada Cabrera y lo que ocurrió después, y luego la Revolución del 44 al 54.

LH: ¿Qué temas aborda en el libro?
GPC:
Aun cuando aborde temas como mi familia, el sentido que tiene no es en absoluto autobiográfico o cosa por el estilo, sino que busca ilustrar con el ejemplo concreto de mi familia, a un grupo familiar criollo guatemalteco. Explico en el libro que una de las mayores experiencias en mi vida y una de las más grandes oportunidades ha sido convivir con guatemaltecos de todos los orígenes, de todas las posiciones sociales, indígenas, no indígenas, etc., y entre otras cosas, darme cuenta del desconocimiento que hay entre los guatemaltecos, y cómo sustituimos el conocimiento por los prejuicios o por las caricaturas.

LH: ¿Cómo observaba el desconocimiento entre los guatemaltecos?
GPC:
Yo me daba cuenta, por ejemplo, cómo el sector del que yo provenía, de una familia criolla guatemalteca, pues no tenía ni idea de los ideales de los revolucionarios ni de su calidad humana, etcétera, pero yo también escuchaba a los revolucionarios hablar del medio del que yo provenía, y obviamente aunque no faltaban elementos de verdad, sí había una esquematización o una falta de conocimiento sobre la realidad.

LH: ¿Cómo narra la historia guatemalteca en el libro?
GPC:
El libro, digamos que es un recorrido de la guerra a la paz, aunque sus capítulos no están en orden cronológico sino que están ordenados en función del conjunto; comienza con la ofensiva del Ejército sobre el sur del Quiché, y obviamente, la situación que había antes de esa ofensiva, el trabajo que ahí se había realizado... hago memoria del Cráter, que es la primera organización en la que yo participé, de concepción social-cristiana, y por la que nos fuimos a hacer trabajo al campo, concretamente al departamento de Huehuetenango. Lo del Cráter es parte del trabajo de concienciación y organización que se fue haciendo en el altiplano y que en un momento dado, desembocó en la lucha revolucionaria armada, y luego la ofensiva del Ejército; por eso el primer capítulo se llama Momento Decisivo, porque en mi opinión, lo que ocurrió ahí rigió la suerte del movimiento revolucionario, en términos de que ya no podía aspirar a tomar el poder, puesto que esa área era neurálgica y estratégica, donde se podían acumular las fuerzas militares más importantes. Ahí habría que leer el libro para entender cómo el Ejército, para usar el lenguaje de la contrainsurgencia, le quito el agua al pez.

LH: ¿Algún grupo social se puede sentir identificado con la narración?
GPC:
No necesariamente. Creo que desde el punto de vista de la hechura del libro, tal vez lo que yo considero más exitoso, es haber podido escribirlo en una forma muy coloquial, así como hablo, que era lo que mucha gente me había dicho. La gente siempre estaba insistiendo que tenía que escribir así como hablo y no hacer análisis tan densos y abstractos. El libro refleja mucho de la forma que tengo no solo de pensar, sino de exponer, que es vinculando muchas cosas que aparentemente no tendrían que ver pero al examinar el conjunto de fenómenos, sí tienen relación.

LH: ¿Cómo se entremezcla el carácter histórico y anecdótico en un libro?
GPC:
El libro trata, por ejemplo, este aspecto de la ofensiva del Ejército y luego la Firma de la Paz hacia el final, y trata también una reflexión sobre la historia de Guatemala y la evolución de la situación entre Cráter y el momento de la Paz, pero también aspectos, como en la parte que se llama Mi Otra Vida, en donde yo hablo de mi gran afición al ciclismo, que es anecdótica y aligera la lectura, pero también es un reflejo de la realidad de Guatemala.

LH: Entre sus experiencias no faltan descripciones del territorio guatemalteco.
GPC:
El tema de las experiencias yo lo pensé sobre todo, digamos como para dejar imágenes de Guatemala. Algo que poca gente, pero sí alguna, ha destacado en el libro, es que se compone como un canto a la belleza de Guatemala.

LH: ¿Cómo aborda los temas tan diversos de la historia de Guatemala?
GPC:
Como un testimonio y una reflexión sobre Guatemala, su historia, su cultura, su identidad, salpicada de anécdotas que tienen que ver con mi vida, mi formación, el marxismo, cómo fue que yo llegué al marxismo, mi experiencia en París; trato de aplicar en el libro concepciones que yo aprendí sobre cómo vincular los procesos ocurridos en el derrocamiento de Estrada Cabrera y sobre todo en los años posteriores, o en la Revolución de Octubre del 44 y hasta el 54; hago una serie de vinculaciones entre lo que estaba pasando aquí y la realidad de la Unión Soviética, porque la influencia de los comunistas fue fuerte, y muchas cosas de las que nosotros aquí pensamos, que fueron una especie de pensamiento original, no lo son, sino que corresponden a tendencias del movimiento comunista internacional. Cuando fui a Europa ya tenía bastante cancha -por decirlo de alguna manera- porque nunca había tenido ese enfoque, generalmente yo aquí nunca había visto esa forma de percibir la realidad que aprendí con los trotskistas, quienes me decían mucho.

LH: ¿Su libro está marcado por las vinculaciones con la Unión Soviética?
GPC:
En el movimiento marxista hay muchas corrientes y una en particular, una que es considerada como el anatema son los trotskistas, con quienes yo me vinculé en Europa; se trata de relacionar la historia del mundo, no solo de Guatemala, con los acontecimientos de la Unión Soviética porque la influencia de los comunistas marcó el siglo XX; por ejemplo, aquí se hablaba entre el 44 y el 54 de que esta era una revolución democrática... aquí cualquiera oye y sobre todo en la época actual, pues, suena muy obvio pero realmente ese concepto era una táctica de Stalin, que estableció cuando ya estaba en un período de coexistencia con las potencias después de la guerra y después trazó al movimiento comunista internacional una línea de alianzas con la burguesía.

LH: ¿Cómo se aplicó en Guatemala la doctrina soviética?
GPC:
En mi libro demuestro, cómo en el decreto 900 de Arbenz -sobre la Reforma Agraria-, los considerandos son la síntesis de esa teoría de la Organización Internacional Comunista o por ejemplo, en el derrocamiento de Estrada Cabrera, yo cito a Antonio Ovando Sánchez -figura prócer del movimiento obrero guatemalteco- diciendo que (la enfermedad infantil del izquierdismo nos había atrapado en sus dulces brazos y ya estábamos pensando en organizar soviets en Guatemala), entonces, ese pensamiento yo lo relaciono con la época ultra izquierdista de la Organización Internacional Socialista, cuando lanza la consigna de lo que hay que hacer en todas partes, que es la revolución socialista y los soviets; entonces el acelere de los trabajadores guatemaltecos no se entiende por sí mismo, sino que hay que vincularlo a ese lineamiento, y de esa forma ofrezco varios ejemplos en el libro.

LH: ¿Por qué dedica el libro a los jóvenes?
GPC:
Porque es una historia de jóvenes. En general, así también es la de Guatemala. Mucho de lo que pasó entre el 44 y el 54 no se puede entender si uno no tiene en cuenta que el Congreso de la República entonces era de 28 años en promedio. Fue una Revolución de Jóvenes. En realidad la historia es de jóvenes porque el libro inicia cuando nuestro grupo tenía entre 18 y 19 años, incorporándonos al trabajo de campo, con la doctrina social de la Iglesia y después en la guerrilla.

LH: ¿Cual es la etapa más difícil que narra el libro?
GPC:
No juzgo la historia en términos personales, yo la veo en términos del país. El momento más dramático y que en gran medida marcó mi actuación y vida política posterior fue la ofensiva del Ejército sobre la población, que yo la vi directamente... nadie me la contó. El inmenso sufrimiento que le implicó a la población el ataque militar y que marcó el acabose de la estrategia revolucionaria de tomar el poder. También me di cuenta de que una magnitud de sufrimiento de ese calibre planteaba muchas cosas, entre ellas, que no se trataba, así nomás, de lanzarse a una rebelión y una lucha armada, porque efectivamente, y no solo aquí, un Ejército siempre responde atacando a la población, entonces eso me marcó mucho en la necesidad de buscar salidas concretas para esa población, y que no todo sea luchar, ser reprimido, sufrir y la historia de los mártires y los muertos.

LH: ¿La historia de la Guatemala actual, cómo se diferencia de la época de guerra?
GPC:
Ahora estamos viviendo una etapa inédita de Guatemala, donde alguno podrá contar mil cosas sobre la violencia actual, pero que dista mucho de la violencia de la guerra política, que no fue solo física, también intelectual. A diferencia de los jóvenes de ahora, nosotros fuimos una generación que creció con el sentimiento de la muerte metido hasta el tuétano, imposibilitada de dialogar y acceder sin peligro a obras de lectura. Algunos no se dan cuenta que la Guatemala de ahora es diferente de la anterior, aunque también tenga algunos problemas que antes no había, como la delincuencia. Y no se trata de que yo haya pasado momentos difíciles sino de que yo me di cuenta de lo que estaba ocurriendo en el país. Yo decía en tiempos de la guerra . Nadie hubiera querido que esto ocurriera.

LH: El libro describe la diferencia entre la Guatemala de antes y la de ahora.
GPC:
Los jóvenes no vivieron el nivel de miseria que había antes en la Ciudad de Guatemala. Yo crecí en una capital en donde por lo menos, la mitad de los habitantes andaba descalza, había 72 por ciento de analfabetos. Cuando yo tenía 19 años, uno iba a una librería que estaba por el Palacio, que se llamaba Libros y Revistas Progresistas, donde vendían material revolucionario, pero en realidad era una trampa, y los equipos contrainsurgentes lo filmaban a uno y lo fotografiaban. En la Universidad empezó la persecución. Seguramente había libertad de cátedra pero la pena por ejercer era la muerte. Hoy tenemos unos porcentajes de desnutrición infantil que son una afrenta a la humanidad pero en mi época era mucho peor... los trabajadores siguen siendo objeto de abusos, pero ahí narro por ejemplo, de un camión con trabajadores a los que llevaban a la costa, y el humo del escape se metía en la carrocería, que estaba cubierta con una lona, lo que hacia que se muriera la gente y la iban tirando al lado del camino. Esa es la Guatemala de antes. La gente solo recuerda que antes no lo asaltaban a uno, ¿y los que se morían de hambre?, ¿los descalzos?, ¿y los trabajadores?

LH: La historia que usted cuenta va de la guerra a la paz. ¿Qué viene después?
Ahí nos vamos a meter a otra historia. En materia de los Acuerdos de Paz, efectivamente, no se han cumplido cosas fundamentales, como la Reforma tributaria, que es clave, porque eso ha perpetuado la debilidad del Estado de Guatemala... pero eso es otro libro.

Siglo XXI / Magacín. Pág. 14. Guatemala, domingo 19 de julio de 2009.

El primer pedalazo de la revolución

Por: Eddy Roma F: Cecilia Cobár

Antes que la política, la sociología y el marxismo ocuparan sus intereses, Gustavo Porras Castejón (Guatemala, 1946) concibió una pasión deportiva muy fuerte. “El ciclismo me llevó a vincularme con el pueblo”, dice este partícipe de la firma de los Acuerdos de Paz en 1996.

Porras era el único criollo entre un pelotón de ciclistas compuesto por albañiles, obreros y jardineros oriundos de Santa Catarina Pinula y San José Pinula. De esta convivencia proviene su simpatía por los sectores populares de la población. “Pero profundizaba también en la conflictividad”, dice al recordar su toma de conciencia social, “porque la simpatía no me impedía ver el sufrimiento y las limitaciones de la gente”.

La etapa con sus colegas ciclistas es uno de los pilares de Las huellas de Guatemala, libro de memorias de Porras, en la cual, además del despertar de su conciencia social, habla de su militancia en el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y del papel que jugó en las negociaciones de paz entabladas entre la comandancia general de la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG) y el gobierno presidido por Álvaro Arzú.

Lo que dijo Gabo
“Diversas gentes me habían dicho: ese curso que recibimos con vos, tenés que escribirlo. No puede ser que quede entre unos pocos”. Las diferentes disertaciones en las que Gustavo ha participado lo hicieron entender que no debía publicar un análisis, sino escribir como suele expresarse. Fue un comentario del novelista colombiano Gabriel García Márquez lo que finalmente lo animó a escribir sus memorias. Estando presente en una reunión en París, donde amigos mutuos le sugerían a Gustavo que escribiera una novela, Gabo dijo: “Él nunca va a poder escribir” y luego explicó: “Si hubiera podido hablar así como él, no tendría necesidad de escribir. Yo me puse a escribir porque no sabía hablar. La única oportunidad que tienes es escribir como tú hablas”.

De analista a narrador
Con la colaboración de la señora Margarita Herrera, Porras contó con el material grabado (más de 100 horas) de varias de sus conversaciones. “Me pasó los textos de unas conferencias que yo di para la Fundación Soros y noté que ella había ordenado el material, pero no como otros que me pasaban unas transcripciones que después ni siquiera entendía yo. Trabajando con ella me ubiqué en narrar en vez de analizar, que es lo que siempre hago”.

Las huellas de Guatemala incluye las reflexiones de Gustavo acerca del trabajo de quienes se interesan en la Historia. Hay una razón para ello. La vida le ha ofrecido la oportunidad de participar en distintos momentos clave en la historia del país.

“Lo que hago es meter elementos de mi reflexión, y además de mi particular vivencia. Yo creo más importante el tema de la oposición de los católicos a los gobiernos que surgieron de la Revolución del 20 de octubre de 1944. Fue de una magnitud tremenda. Si usted lee la literatura que hay sobre la Revolución, va a oír hablar del imperialismo, va a oír hablar de los terratenientes feudales, va a oír hablar de la burguesía, pero no va a oír hablar de lo que provocó el tema religioso”.

Porras indica que de alguna manera tenía la inquietud de “dejar un testimonio, aunque no fuera un libro” y recuerda que tomó conciencia de sus memorias en una de tantas conversaciones que tuvo con el historiador Severo Martínez Peláez, entonces catedrático en la Universidad de Puebla.

“En un momento dado me dijo don Severo: mirá Gustavo, a las doctrinas, las teorías, si bien les va, duran unos 5 ó 10 años. Lo que es imperecedero es el testimonio, porque es la materia prima de la historia”. Parafraseando a Martínez Peláez, Porras escribe hoy un testimonio “que sirva de materia prima porque estoy consciente que la historia es un proceso de elaboración mucho más integral y complejo”.

Opción de juventud
“Fuimos jóvenes en una época en que había condiciones para cambiar el mundo y sobre todo parecía que lo podíamos cambiar de cuajo”, dice Gustavo, al rememorar su participación en grupos de acción social de la Iglesia Católica. “La juventud de hoy ha crecido en una época que yo le llamo la época del Nintendo, donde parece que el mundo ya estaba hecho así para siempre y se puede ir más rápido o más lento, pero sin poder cambiar las reglas”.

Revista D / Prensa Libre. Pág. D-29. Guatemala, domingo 2 de agosto de 2009.

Del conflicto hacia la firma de la paz
Por: Juan Carlos Lemus

El libro Las huellas de Guatemala, de Gustavo Porras Castejón, forma parte del proyecto Testimonios de Paz, mediante el cual dos mujeres y cuatro hombres nos comparten su experiencia. Tal esfuerzo se gestó en la Fundación pro Paz, motivados por la necesidad de contribuir a rescatar vivencias humanas que nos ayuden a ver la historia no solo desde una óptica individual, sino desde la pluralidad humana. Los testimonios los rindieron quienes estuvieron inmersos en el proceso de la guerra y la paz. Aspirábamos a que fueran ellos quienes contaran su versión de los hechos. Qué vieron y vivieron, y las razones que los motivaron a adentrarse en procesos de cataclismo y esperanza.

De esos testigos, Gustavo Porras Castejón cuenta en este libro, en manera sencilla, amena y emocionante, su recorrido por la guerra y el proceso de paz, entrelazando la vida cotidiana con los acontecimientos políticos y sociales. Él, como actor fundamental, ahora nos ayuda a aproximarnos a hechos y situaciones desconocidos o tergiversados de esos momentos históricos de la más alta tensión. Estamos seguros de que esta obra contribuirá a la reflexión y nos ayudará a entender de mejor manera los procesos que nos han moldeado. Es un libro testimonial, que se lee como la más apasionante de las novelas.

Tiene seis capítulos: El momento decisivo; Raíces; La revolución y la guerra; El camino a la revolución; Cuba, el otro socialismo, y La firma de la paz.

Prensa Libre / Weekend. Pág. 10. Guatemala, viernes 7 de agosto de 2009.

Las Huellas de de Guatemala
RECOMENDADOS LIBRO

Gustavo Porras Castejón ha sido actor ha sido actor fundamental de varios procesos históricos del país, uno de ellos, la firma de los Acuerdos de Paz. Por ello, su testimonio es importante y parte de él, se encuentra en este libro que entrelaza hechos cotidianos, sus reflexiones, biografía y a otros actores, como los kaibiles para dejar una visión macro de un país que apenas empieza a vislumbrar la posibilidad de un futuro mejor.

elPeriódico. Pág. 15. Guatemala, martes 7 de agosto de 2009.

Los libros más vendidos durante julio de 2009

SOPHOS

"El arte del asesinato político. ¿Quién mató al obispo?" Francisco Goldman, Anagrama.

"Las huellas de Guatemala", Gustavo Porras Castejón, F&G Editores

"El material humano" Rodrigo Rey Rosa, Anagrama.

La travesía del emprendimiento, Julio Zelaya, The Learning Group Press.

Nostalgia guatemalteca, D-buk Editors S.A.

Justa intervención, Miguel Ángel Escribá Pimentel, Ediciones Papiro, S.A.

El sueño de los justos, Francisco Pérez De Antón, Alfaguara.

Canche peroles, Rubén Chavén, Ediciones Polymita, S.A.

"Guatemala, La historia silenciada tomo II", Carlos Sabino, FCE.

Luna nueva, Stephenie Meyer, Alfaguara

Fuente: SOPHOS

Diario La Hora / Opinión Pág. 11. Guatemala, jueves 27 de agosto de 2009.

PALABRAS DE PAPEL

Gustavo Porras tras las huellas de Guatemala
Por: Eduardo Villatoro

Si se desea conocer etapas importantes de la historia contemporánea de nuestro país, especialmente las causas, el desarrollo y la finalización de la guerra interna, desde la óptica de un intelectual de la alta burguesía nacional, conviene leer sin criterios preconcebidos el libro "Las huellas de Guatemala", de Gustavo Porras Castejón.

Como se advierte en la presentación de la obra publicada por F&G Editores, en las líneas de la obra circulan "torrentes de anécdotas, reflexiones profundas, relatos históricos, cavilaciones filosóficas y abundante sentido del humor", con la particularidad de que el autor se mueve desde las filas de la insurgencia, a las que se une por el entusiasmo y el idealismo de su juventud, hasta convertirse en un circunspecto funcionario de elevada categoría durante el gobierno del presidente Álvaro Arzú y desde esa privilegiada posición condujo en gran medida las negociaciones gubernamentales con la URNG, para alcanzar la paz en diciembre de 1996.

Cabalmente por los orígenes en el entorno oligárquico de Porras Castejón, devenido en transitorio guerrillero, dirigentes políticos de la ultraderecha deberían hacer el esfuerzo para leer un libro un tanto voluminoso, a fin de intentar admitir su identidad de clase explotadora, escrito por un personaje de su alcurnia; mientras que las fuerzas de la izquierda radical que aún piensan que se puede arribar al poder mediante la violencia revolucionaria, podrían reconocer las circunstancias que determinaron la derrota militar de la insurgencia.

Con precisión, Carlos Alberto Sarti Castañeda, director ejecutivo de la Fundación Propaz, señala que en el libro "encontraremos revelaciones históricas que nos ayudarán a comprender mejor nuestra realidad actual sobre la base de una interpretación histórica renovada", que, a la vez, es una mirada panorámica que se remonta a la Revolución de Octubre, "pero se nutre del humus y sustrato indígena y español" toda vez que Gustavo Porras es "un testigo privilegiado porque tuvo la oportunidad de vivir la guerra y el proceso de paz con intensidad."

Líderes conservadores podrían desconcertarse al enterarse de primera mano acerca de las causas que incitaron, en su tiempo, a un joven estudiante de uno de los colegios más exclusivos del país a tomar conciencia -en primera instancia- de las miserables condiciones de vida de los indígenas y campesinos en general de Guatemala, bajo el yugo expoliador de los enriquecidos latifundistas, y de su decisión posterior de enrolarse en la guerrilla, con todas sus desventajas y precarias inconveniencias, para luchar por una doctrina política que, desde la óptica del egoísmo de su clase social, no era la suya, como ajenas pudieron haber sido las banderas que se levantaron en defensa de los legítimos intereses de la clase obrera y sus aliados en el estudiantado y la intelectualidad.

Podrá argüirse —como me lo comentó un compatriota que aún vive su exilio después de su transitar con la guerrilla— que Porras Castejón, si bien es cierto corrió los riesgos de cualquier combatiente en un momento aislado, contaba con las conexiones de su familia para salir indemne de un cuartel o un ergástulo, pero no por ello se deslegitima su resolución de convertir en praxis las tesis de sus mentores y de participar en una lucha encaminada a redimir a los desheredados de la fortuna.

Pero también le llegó la hora de andar otros caminos alternos a la vía armada, para contribuir a estructurar —vanamente hasta ahora— una sociedad menos cruel e injusta, y su talento lo condujo casi por inercia a integrarse a un equipo de gobierno antípoda a la insurgencia, pero que, con realismo y patriotismo, tuvo el valor de firmar los Acuerdos de Paz.

(El ahora obrero Romualdo Tishudo, cuyo padre fue desaparecido por el Ejército, hace suya esta frase: —Los militares me dejaron la injusticia de crecer sin tu presencia).

Prensa Libre / Opinión. Pág. 14. Guatemala, jueves 17 de septiembre de 2009.

Las huellas de Guatemala
Por: Margarita Carrera

Si quiere usted enterarse de la reciente historia de Guatemala, le recomiendo que lea “Las huellas de Guatemala” (F&G editores), de Gustavo Porras Castejón. Un libro apasionante, en donde se nos dan a conocer los hechos más importantes de los siglos pasado y presente. A manera de novela, esta obra testimonial relata la propia experiencia de Porras como guerrillero y, más adelante, hombre de paz.

En el capítulo I escribe sobre algo que conmovió a Guatemala, España y el mundo: “El 31 de enero de 1980 ingresó a la embajada española un grupo de campesinos y de militantes de movimientos sociales afines al movimiento revolucionario. El gobierno respondió de inmediato con una brutalidad inaudita; con ello dejó perfectamente claro que no iba a permitir ese tipo de presiones en Guatemala; que no se iba a detener ante nada, como efectivamente sucedió”.

Luego confiesa que creyó justo enrolarse con el EGP: “es un acto de desprendimiento ser revolucionario en Guatemala… jamás puede ser asociado con el oportunismo”. El carácter y la valentía de Gustavo se reflejan en estas palabras suyas: “La intensidad de los acontecimientos y lo profundo de la decisión personal hacen que uno sea capaz de enfrentar sin vacilaciones las consecuencias de sus actos”. Así que de lleno se entrega a la militancia en el EGP. Lo que le asombra es que a causa del conflicto armado, las diferencias étnicas desaparezcan ante una lucha que une. Así participaban juntos indígenas ixiles y k’ichés.

Porras pertenecía a la organización llamada Cráter, “un movimiento de seglares calificados como “los cristianos de izquierda profunda”. Tal movimiento había sido impulsado por los jesuitas que trataban de crear conciencia social. Una doctrina orientada al bien común, que hace la crítica no sólo del capitalismo, también del comunismo. Al primero se le achaca “su deshumanización; por actuar sólo en función de la ganancia, sin tomar debidamente en cuenta la situación de los trabajadores”. Al comunismo, a su vez, por abolir la propiedad privada, pero “sometía a la gente a vivir bajo la dictadura de un partido que terminaba siendo el dueño de los medios de producción”.

Gustavo Porras habla de la monja Maryknoll Marian Peter. Influyó para que se diera cuenta de la extrema pobreza en que vive la gente y la violencia de que es víctima. Se percata en uno de los problemas de Guatemala: la falta de solidaridad, la falta de compasión. Cómo seguimos divididos “en clases, estamentos y culturas diferentes”. Una total incomunicación que debió romperse con el proceso de paz. Luego está la importancia de la Revolución de Octubre, pero se remonta más allá de la historia. Cuenta sus propias experiencias como revolucionario y cómo percibe a Cuba bajo el comunismo; sus virtudes: solidaridad, amistad, por ello, “había contraído un compromiso para siempre con la Revolución Cubana, porque las dimensiones de la realidad que Cuba me mostró iban a tener para mí un valor imperecedero”. Ha construido una sociedad “sobre la base del interés mutuo y de la solidaridad y no de la competencia... hace emerger calidades del ser humano...”. “Cuando se vive en el ambiente de Cuba y se percibe el sentimiento de fraternidad generalizado... uno se da cuenta de que eso no lo ha vivido ni lo vivirá en otra parte”.

Su ideología inmersa en sus actividades. Hasta llegar a trabajar con el ex presidente Arzú y ser elemento primordial para el proceso de paz. C.A. Sarti Castañeda afirma que se trata de “un libro de abundancia humana”, “un testimonio de quien no ha temido abrir su espíritu y salir a explorar el ámbito de sus circunstancias. De quien no tuvo miedo a las aventuras extremas”. “Una mirada panorámica de la historia de Guatemala que hunde sus raíces a partir de la Revolución de Octubre, pero se nutre del humus y sustrato indígena y español”.

elPeriódico. Opinión. Pág. 9. Guatemala, sábado 3 de octubre de 2009.

Leer es un placer y al leer aprendo
El libro de Gustavo Porras Castejón.
Por: Lucrecia de Palomo

Creo, y cada día lo confirmo más, que la lectura y la escritura son un instrumento indispensable para que los niveles de pensamiento se desarrollen en los individuos. Desde muy pequeños, aun antes del nacimiento, se le debe leer a los infantes, con ello se les está familiarizando con la comunicación escrita; que en este siglo puede llegar a sobrepasar en su uso a la oral. Aprendemos leyendo, pero en nuestras escuelas los maestros creen aún que su responsabilidad es “enseñar a leer”, dos cosas muy distintas, por eso somos un país de lectores pobres. Leer conlleva conversar a distancia con otras personas que quizá nos sean desconocidas, muchas veces tienen puntos de vista distintos a los nuestros, vivencias y situaciones diferentes; o simplemente están a una gran distancia del receptor para poder “contarle” sus cuitas y felicidades.

Al leer se ponen en juego muchas conexiones neuronales que hacen posible hacer relaciones, crear imágenes y poder llegar a analizar los eventos. Así me sucedió cuando leí el libro Por las huellas de Guatemala, de Gustavo Porras. Fue para mí como ir pasando las páginas de un álbum viejo de fotografías, en donde van apareciendo las imágenes de los eventos más importantes de una vida; donde se captan los escenarios y en ellos, hechos específicos que nos revelan detalles del momento. Pude volver a familiarizarme con los que el narrador nos expone pero también aquellos que en mi memoria se guardaban claros y vibrantes, pero diferentes.

De las postales finales que pude obtener del libro en cuestión, fue observar claramente la posición del Ejército de Guatemala ante el final del conflicto, que como narra la estampa del libro, “nosotros somos soldados profesionales y sabíamos que el motivo de la guerra era político; se solucionó el conflicto político, se terminó la guerra”; sin duda profesionales. Pero vemos luego otra estampa que no está en el libro pero es la continuación, los hechos ocurridos después: una persecución a esos profesionales que instituciones dizque de derechos humanos —pero que aglutinan a muchos ex guerrilleros— asechan a esos militares que cumplieron con la patria.

Iniciaremos a construir patria cuando comprendamos que aun cuando la historia es una secuencia de hechos, cada instante tiene su razón y debe ser analizado en su momento y entorno. No podemos seguir odiando con los ojos en el pasado, pues esto tan sólo nos ha llevado a una guerra solapada.

Como bien comentara el doctor Porras, quien generó en mí, con la lectura de su libro, toda esta serie de análisis, en su respuesta a mi primer artículo sobre el tema, debemos leer más sobre el asunto; yo creo que además de leer debemos escribir y hablar, no permitir que tan sólo se muestre una cara de la moneda a nuestros jóvenes pues con ello estamos contando una historia a medias y quién sabe qué puede salir de tantas medias tintas.

elPeriódico. Pág. 15. Guatemala, jueves 12 de noviembre de 2009.

Los libros más vendidos durante octubre 2009

ARTEMIS EDINTER

"La isla bajo el mar", Isabel Allende, Plaza & Janés.

"The Lost Symbol", Dan Brown, Boubleday.

"Los hombres que no amaban a las mujeres", Stieg Larsson, Destino.

"La reina en el palacio de las corrientes de aire" Stieg Larsson, Destino.

"La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina", Stieg Larsson, Destino.

"Las huellas de Guatemala", Gustavo Porras Castejón, F&G Editores

"El vencedor está solo", Paulo Coelho, Grijalbo.

"Michael Jackson: la magia, la locura, la historia completa", J. Randy Taraborrelli, Norma.

"La cabaña", Paul Young, Diana.

"Graceling", Kristin Cashore, Roca juvenil.

SOPHOS

"Las huellas de Guatemala", Gustavo Porras Castejón, F&G Editores

"El arte del asesinato político. ¿Quién mató al obispo?" Francisco Goldman, Anagrama.

"Ilícito", Moisés Naím, Sudamericana, S.A.

elPeriódico. Opinión. Pág. 15. Guatemala, lunes 7 de diciembre de 2009.

Los libros de éxito en 2009
Ha sido un año de valor para la literatura del país.
Por: Juan Luis Font

No lo digo sólo yo, sino las cifras de ventas. El libro Las huellas de Guatemala compite por ser el mayor éxito entre las obras nacionales en este año a punto de terminar. Sus tres ediciones producidas en el margen de seis meses, y una cuarta que se encuentra a punto de llegar a las tiendas, hablan de la aceptación que ha tenido. El libro arrancó con una primera edición de mil ejemplares repartidos de manera gratuita, y dos ediciones más, de mil copias cada una, ya casi completamente vendidas en las librerías.

Su competidor más fuerte se encuentra en la traducción al castellano del libro de Frank Goldman, El arte del asesinato político, otro súper éxito de ventas cuya primera edición de 1,000 ejemplares se agotó en 6 semanas. La segunda de 2 mil ha vendido ya cerca de 1,300 de sus copias. Es un libro que venía precedido por grandes elogios de las publicaciones literarias más importantes del mundo anglófono y que en Guatemala ha removido el interés que suscita el crimen político más relevante del último medio siglo.

Dos mil nueve ha sido un año de gran valor para la producción literaria guatemalteca. Es el año de la obra que muy probablemente sea lo mejor que ha entregado en los últimos tiempos el escritor nacional vivo más conocido, Rodrigo Rey Rosa. Su título es El material humano. De su primera edición de 1,000 copias, ha vendido cerca de 400 ejemplares.

Pero los datos sugieren que ha sido el testimonio de Gustavo Porras de sus años en la guerrilla, el que más se ha difundido en el año.

¿Qué virtud posee? Narrarnos con prolijidad de anécdotas (el autor tiene una para cada página) las escenas de la guerra que la mayoría de nosotros no pudimos presenciar, pero por las cuales tenemos una avidez insaciable.

El relato de la llegada de Porras al Frente Augusto César Sandino del Ejército Guerrillero de los Pobres en Quiché, describe el ambiente de insurrección popular, el ánimo de jolgorio y de fiesta, la falsa sensación de triunfo, que privaba entre los campesinos de las zonas liberadas. La inexperiencia del comandante Camilo que no previó la contraofensiva del Ejército y la narración de la fuga precipitada, a pie y por veredas, de vuelta a la capital cuando las tropas militares avanzaban por el altiplano.

Otro episodio describe el momento en que Gustavo Porras y Gustavo Meoño, clandestinos entonces, fueron atacados rumbo a Santa Catarina Pinula y lograron huir a duras penas. Las fuerzas de seguridad vigilaban las casas de sus familiares, los hospitales y sanatorios, en espera de capturarlos cuando intentaran hacerse curar. Y el EGP, que aún andaba pese a las derrotas que el Ejército ya le había inflingido, envía un equipo a rescatarlos.

Al tratar lo ocurrido durante las conversaciones de paz y el secuestro de la señora Novella, hay momentos tan reveladores como aquel cuando el Ministro de la Defensa le recrimina al Jefe de Estado Mayor Presidencial que actuara sin informarle y este responde que sólo le debe obediencia al Presidente.

Es un testimonio de los años de la guerra y es con piezas como esta que intentamos los guatemaltecos armar el rompecabezas de nuestra historia más cruenta.

elPeriódico. Pág. 15. Guatemala, miércoles 16 de diciembre de 2009.

Libros más vendidos en noviembre de 2009

SOPHOS

"Las huellas de Guatemala", Gustavo Porras Castejón, F&G Editores

"El símbolo perdido", Dan Brown, Planeta.

"Caín", José Saramago, Alfaguara.

"Hamlet", William Shakespeare, Mestas.

"El arte del asesinato político", Francisco Goldman, Anagrama.

"Guatemala, The Colors Of Enchantmen, Marino Cattelan, Xibalbá Publicaciones.

"La isla bajo el mar", Isabel Allende, Plaza & Janés.

"Nostalgia guatemalteca", Dbuk Editors S.A.

"Fidel y Raúl, mis hermanos. Memorias de Juanita Castro contadas a María Antonieta Collins", Aguilar.

"El viajero del siglo", Andrés Neuman, Alfaguara

Fuente: SOPHOS

elPeriódico / Cultura y ocio. Opinión. Pág. 15. Guatemala, sábado 19 de diciembre de 2009.

Los libros de 2009
Por: Luis Aceituno

Presentamos una selección de publicaciones nacionales aparecidas durante este año que termina.

“Las huellas de Guatemala”
(F&G editores, 2009)

Gustavo Porras Castejónn

La historia contemporánea de Guatemala vista a través del relato autobiográfico de uno de sus más singulares protagonistas. Provisto de un talento narrativo inusual en este tipo de relatos, Porras Castejón nos hace un recorrido que va del anticomunismo cristiano a la Teología de la Liberación, del compromiso social y la militancia a las luchas guerrilleras, para desembocar en el proceso que culminó con la Firma de la Paz.

Siglo XXI / Magacín. Pág. 8. Guatemala, domingo 27 de diciembre de 2009.

Las huellas de Guatemala
GUSTAVO PORRAS CASTEJÓN

El autor cuenta, de manera sencilla, amena y emocionante, su recorrido por la guerra y el proceso de paz, entrelazando la vida cotidiana con los acontecimientos políticos y sociales. Él, como actor fundamental, ahora nos ayuda a aproximarnos a hechos y situaciones desconocidos o tergiversados de esos momentos históricos de la más alta tensión.

elPeriódico. Pág. 12. Guatemala, sábado 6 de febrero de 2010.

Libros más vendidos en enero 2010

ARTEMIS EDINTER

"La isla bajo el mar", Isabel Allende, Plaza&Janés.

"La cabaña", W. Paul Young, Diana.

"La mecánica del corazón", Mathias Malzieu, Editorial Mondadori.

"El vencedor está solo", Paulo Coelho, Planeta.

"Las huellas de Guatemala", Gustavo Porras Castejón, F&G Editores.

SOPHOS

"El símbolo perdido", Dan Brown, Planeta.

"El material humano", Rodrigo Rey Rosa, Anagrama.

"Las huellas de Guatemala", Gustavo Porras Castejón, F&G Editores.

elPeriódico. Pág. 15. Guatemala, martes 16 de marzo de 2010.

Libros más vendidos en febrero 2010

ARTEMIS EDINTER

"La Cabaña", Paul Young, Diana

"La mecánica del corazón", Mathias Malzieu, Plaza & Janés

"La mano de Fátima", Ildefonso Falcones, Grijalbo

"La reina en el palacio de las corrientes de Aire", Stieg Larsson, Destino

"Los 7 hábitos de los niños felices", Sean Covey, Blume

"Nostalgia Guatemalteca", Oscar Méndez, D´buk Editors

"Las Huellas de Guatemala", Gustavo Porras Castejón, F&G Editores.

SOPHOS

"El arte del asesinato político", Francisco Goldman, Anagrama

"El símbolo perdido", Dan Brown, Planeta.

"Las Huellas de Guatemala", Gustavo Porras Castejón, F&G Editores.

"Guatemala, The Colors of Enchantmen", Marino Cattelan, Xibalba

"Nostalgia Guatemalteca", Oscar Méndez, D´buk Editors

Fondo de Cultura Económica

"Violencia y genocidio en Guatemala", Victoria Sanford, F&G Editores

"La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político", Norberto Bobbio, Fondo de Cultura Económica

"Líderes y educadores. El Maestro, el creador de una nueva sociedad", David Casares Arrangoiz, Fondo de Cultura Económica

"Antología Personal", Marco Antonio Flores, Fondo de Cultura Económica

"Breve historia contemporánea de Guatemala", Jorge Lujan Muñoz, Fondo de Cultura Económica

Contenido(s):

F&G Editores | F&G Libros de Guatemala | Guatemala Memoria del Silencio | Editorial Nueva Sociedad

Mapa del sitio | Otros enlaces | Contáctenos

Copyright © 2000 F&G Editores. Todos los derechos reservados.