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Siglo 21. Pag. 21. Guatemala, miércoles 26 de noviembre de 2008.

 

 

ESFUERZO. Para la traducción, Colop utilizó el manuscrito de Ximénez que data de 1701-03

Lanzan nueva versión del Popol Wuj

Por: Gabriel Arana

El maestro en lingüística presenta una nueva traducción del libro maya, trabajo que le llevó un lustro.

Sam Colop y la Editorial Cholsamaj presentan una nueva versión del Popol Wuj. Detrás de esta traducción del libro sagrado maya hay aproximadamente cinco años de trabajo

Colop, su traductor, se basó en el manuscrito de Ximénez 1701-1703, y en las traducciones posteriores escritas en español e inglés para lograr esta versión que incluye interpretaciones, “más fieles” a la original, según él.

En el cotejo de la traducción, Colop contó con el apoyo de la biblioteca Newberry de Chicago, en donde se encuentra el manuscrito de Ximénez.

Con relación al contenido, Colop explica que se habla de la “orilla del mar”, o “del lado del mar”, y no del “otro lado del mar” como otros han traducido. “Lo que se ha asumido como un llamado de paz en realidad es un llamado de guerra; en la reconstrucción de La cabeza de Junajpu no se habla de una tortuga sino de un chilacayote, y en ese mismo pasaje no se habla de un zopilote si no del dios del amanecer, representado por el tacuacín”, asegura.

Nueva versión
Sam Colop es abogado egresado de la Universidad Rafael Landívar, maestro en lingüística de la Universidad Iowa, y doctor del departamento de inglés de la universidad estatal de Nueva York en Buffalo.

El traductor indica que otro de los puntos interesantes en su obra es que “cuando se habla de ayuno y penitencia no se habla de personas sino de cuentas de 20. Por ejemplo, en lugar de 9 personas se está hablando de 9 cuentas de 20 que equivalen a la mitad de una cuenta de 360 días (el Tun). El asunto es que 20 en k’iche’ se dice winaq, que también quiere decir persona. Eso ha dado pie a pensar que se habla de 9 personas haciendo ayuno y penitencia, cuando en realidad se habla de 180 días (9X20 =180)”.

El autor refuta que el Popol Wuj sea un conjunto de historias y enseñanzas dado por los abuelos. “Eso es lo que dicen algunos que creo yo, no han leído el documento”, afirma.

Ya en el texto, dice, se habla de la “escritura de Tulán”, que seguramente era el original del Popol Wuj, si no en su totalidad, al menos en su parte mitológica. Al final se identifica a quienes lo transcribieron a mediados del siglo XVI. No se identifican por nombres pero sí al linaje que pertenecían y se llaman a sí mismos “madres de la palabra, padres de la palabra”. El hecho de que en las poblaciones mayas se tenga conocimiento oral de algunos relatos es muy distinto a decir que de ahí surgió el documento.

LA CITA
–¡Ay! ¿Dónde hemos dejado nuestra lengua?
¿Qué es lo que hemos hecho?
¡Nos hemos perdido!
¿Dónde fuimos engañados?
Era una sola nuestra lengua cuando fuimos a Tulán.
Y era uno solo nuestro lugar de origen‚ nuestro lugar de creación. ¡No está bien lo que hemos hecho!, exclamaron todos los pueblos.
(Pag. 145).

Diario de Centro América / Nacional. Guatemala, jueves 15 de enero de 2009.

EL POPOL WUJ DE SAM COLOP

Por: Miguel Ángel Sandoval

La lectura de este texto, con forma y ritmo poético, debería ser automática en nuestras escuelas y universidades. No se trata de una traducción más.

El miércoles 19 de noviembre se presentó en el salón municipal de San Lucas Sacatepéquez la versión del Popol Wuj traducido del quiché, con notas aclaratorias, por Luis Enrique Sam Colop. El texto, del cual existen varias versiones, es ahora traducido del manuscrito original (que es la versión de Fray Francisco Ximénez) del texto original quiché. Esta nueva traducción revive el lenguaje poético del texto antiguo de los Quichés. Sin duda es un acontecimiento el que vivimos en San Lucas. Como dice en la contraportada de la edición, “Por fin, después de trescientos años, ya contamos con un nuevo traductor del Popol Vuj hablante y escritor de la lengua kiche” como lo dice Denis Tedlock, estudioso de la obra.

La obra de Sam Colop, lingüista y escritor, fue comentada de manera magistral por Francisco Pérez de Antón y Humberto Ak’abal, quien lo que efectivamente hizo fue la lectura de dos fragmentos del libro tanto en la versión Quiche de Sam Colop, como en la versión en español del mismo autor. Quiero destacar algo que comentaba Pérez de Antón, un escritor estudioso del Popol Wuj, quien me decía que la versión presentada ahora por Luis Enrique Sam Colop, podría ser considerada la versión definitiva, pues la misma fue realizada utilizando el original conocido, la finura poética de un lingüista, varios años de estudio, y el apoyo de unas cuatrocientas citas a lo largo del texto, aclarando partes que aún presentaban alguna dificultad en la comprensión del texto.

Así, los antiguos no vinieron del otro lado del mar, sino que del lado del mar. Con ello se aclara un punto central. Solo esta nota valdría para justificar la nueva traducción.

Es sin duda un acontecimiento intelectual en donde hay elementos que es necesario destacar. Se hizo en un municipio maya, la edición es de Cholsamaj, editorial que se especializa en presentar textos vinculados con las preocupaciones de los pueblos indígenas, se contó con la presencia de la Premio Nobel de la Paz, de origen quiché, y se leyó partes del texto por un poeta universalmente conocido, de origen quiché. La lectura de este texto, con forma y ritmo poético, debería ser automática en nuestras escuelas y universidades, y las autoridades de floricultura, por cierto ausentes en este acto, bien harían en recomendar su uso en todos los ámbitos en donde trabajan.

No se trata de una traducción más. Se trata de una versión, como lo advierte uno de los mayores estudiosos de la cultura maya Robert Carmack, que es la que hacía falta. Es como ya decía, la traducción que esperamos tantos años.

Diario de Centro América / Nacional. Guatemala, jueves 15 de enero de 2009.

 

 

 

"Sólo espero haber puesto las palabras adecuadas en su lugar"

Enrique Sam Colop, lingüista y escritor Maya-k´iche´

Por: Agustín Ortiz

Durante tres siglos se han repetido imprecisiones en la traducción del Popol Wuj, Sam Colop no sólo los rectifica, sino rescata la sustancia de la historia del pueblo Maya alterada por esos errores.

“Que todos se levanten, que nadie se quede atrás...” Más de una organización social, indígena o campesina, hasta el gobierno de turno, ha utilizado alguna vez esta frase tomada del Popol Wuj, para abanderar movilizaciones o discursos en son de un llamamiento de paz. Lo que casi nadie sabía hasta ahora, era que esta evocación repetida por más de 300 años, no es sino en realidad un llamado de guerra.

En la siguiente entrevista, Sam Colop, quien desde hace 25 años se dedica al estudio del idioma y la literatura maya, nos cuenta de su versión del Popol Wuj traducida al español, presentada recientemente y que ha sido considerada “la más fidedigna” de las traducciones realizadas hasta ahora.

¿Qué importancia tiene para nuestros tiempos esta traducción del Popol Wuj, sobre todo que viene de un maya-hablante?
Esta traducción no está pensada en circunstancias actuales, si no en el manuscrito en sí. Un documento de esta trascendencia ha sido traducido en distintos idiomas y como lo presenté en versión poética k'iche' en 1999, ahora lo hice en su versión en español. La diferencia que hay con relación a otros traductores, incluyendo a don Patricio Xec, y Dora Burgess (1955) y don Adrián Chávez (1978), es que obtuve acceso a diccionarios que ellos no tuvieron a su disposición.

¿Qué relación tienen la versión poética k´iche´ y la traducción al español?
La versión poética k'iche' tuvo el objetivo de acercar a los lectores de ese idioma al texto original, pero no creo que eso se haya logrado porque los wachalales (hermanos) k'iche's prefieren leer resúmenes o breviarios en español. Esta traducción en español logró su fundamento en aquella versión que a la vez tuvo que ser corregida en su forma poética que espero algún día y más de una editorial, se anime a publicarla en conjunto k'iche'-español.

¿Asume que su traducción del Popol Wuj “no es una más de tantas que hay, sino acaso la versión definitiva”, como se ha dicho?
Eso mejor que lo diga algún lector que haya leído distintas versiones anteriores en español y no yo. Lo que sí puedo asegurar es que la traducción en español de Adrián Recinos (1947) ha sido difícilmente superada, excepto por las de Munro Edmonson en inglés (1971) y (Dennis) Tedlock (1996). Mi contribución consiste en aclarar imprecisiones, como el asunto de la orilla del mar en lugar el otro lado del mar, el llamado de guerra en lugar de paz que se ha asumido por mucho tiempo.

¿Estamos ante la traducción “más fidedigna” hasta ahora del texto original k´iche´?
Yo no he dicho que sea más fidedigna, sólo he expresado que me basé en la copia del manuscrito del siglo XVIII, de Francisco Ximénez que se encuentra en la Newberry Library de Chicago y de ahí tomé palabra por palabra, frase por frase en k'iche' para traducirla al español. Para mí también fueron reveladoras varias frases mal traducidas anteriormente, como el asunto de la tortuga en lugar de chilacayote; el tema mal traducido de las prostitutas cuando lo que los pueblos querían era que los dioses cayeran en tentación.

Su versión del Popol Wuj llega 300 años después de la primera traducción realizada por Ximenez, quien transcribió el manuscrito k´iche´, y se basa en el texto original...
En 1955 don Patricio Xec junto doña Dora Burgess publicaron su versión titulada como ahora yo lo he hecho y en 1978 don Adrián Chávez; éstas me han servido de mucho y no invento el agua azucarada, sólo espero haber puesto las palabras adecuadas en su lugar.

Del Popol Wuj se ha dicho que es “ El Libro Sagrado de los K´iche´s”, “la Biblia Maya”, ¿en realidad, qué es el Popol Wuj?
Es el único libro escrito sobre la cosmogonía maya y no por ser único es el mejor. Ocurre que como todas las culturas del mundo, tienen algo que decir y eso es lo que se escribió en este texto. Para saber lo que no conocemos, sugiero leerlo y para que no se crea que se está promocionando mi versión, léase también a Recinos.

elPeriódico / elAcordeón. Guatemala, domingo 15 de febrero de 2009.

La nueva traducción del Popol Wuj

La nueva traducción del Popol Wuj

Por: Francisco Pérez de Antón

Escritor y lingüista, Sam Colop empleó 5 años de su vida en elaborar con acuciosidad una nueva traducción del Popol Wuj, a partir del original que se encuentra en la Newberry Library de Chicago. Colop aventaja a los traductores anteriores en tener la lengua quiché por lengua materna y por rescatar como nadie el sustrato poético del libro. El resultado de este trabajo acaba de ser publicado por la editorial Cholsamaj y aquí presentamos el texto que el escritor Francisco Pérez de Antón leyó durante la presentación del mismo.

Suele ser habitual que cuando el presentador de un libro se dirige a la audiencia diga que se sienta honrado de comentar al público la nueva obra. Y de tanto repetirlo, la fórmula se ha ido volviendo un tópico.

No obstante, yo estoy obligado a utilizarlo esta noche, pues en verdad siento que es un privilegio presentar esta nueva edición del Popol Wuj, la obra más sustantiva y trascendental de la literatura precolombina en el continente americano. Y el motivo se debe a que no estamos ante una traducción más, sino acaso ante la definitiva, merced al extraordinario trabajo de un lingüista con el talento, el saber y la dedicación del doctor Luis Enrique Sam Colop.

Pero antes de presentarles su trabajo y hacer glosa de sus méritos, permítanme contarles una anécdota sobre traducciones y traductores.

Siempre me había extrañado que Moisés tuviera cuernos, dicho sea con perdón. Y no por los motivos que uno podría suponer, sino porque desde niño nadie me supo dar razón de esas extrañas protuberancias que le salían de la cabeza al célebre dirigente hebreo y que hacían de él algo parecido a un sátiro de los cuentos de hadas, de esos que habitan en los bosques y corren detrás de las ninfas con intenciones poco santas. La imaginación de los niños, ya se sabe, es así.

Pero había una buena razón para que Moisés tuviese esos apéndices, tal y como pueden observarse en la célebre escultura de Miguel Ángel y en una pintura de Rembrandt. Y esa razón no era de naturaleza teológica, sino lingüística o filológica, debido a una mala traducción del llamado Libro de los Libros.

Resulta que la única Biblia que estos dos grandes artistas, Miguel Ángel y Rembrandt, conocían era la traducida al latín por San Jerónimo, un texto bastante descuidado y deficiente, pero que la Iglesia se resistía a revisar para no tener que dar las explicaciones que una edición revisada exigía. Y entre otros muchos errores de traducción, había un patinazo de San Jerónimo, en el pasaje del Éxodo en que Moisés desciende del Sinaí con el rostro resplandeciente, y que no se enmendaría hasta hace muy poco.

Me explico. Debido a la ausencia de vocales en la lengua hebrea, la palabra qrn lo mismo puede significar qaran (estar radiante) que qeren (llevar cuernos). San Jerónimo usó la segunda opción y otro tanto hizo Lutero al traducirla al alemán De ahí que, hasta principios del siglo XX, se usara una interpretación errónea del pasaje y que el Moisés de estos dos grandes artistas que fueron Miguel Angel y Rembrandt llegara hasta nuestros días cornúpeta o cornudo o cachudo, como cualquiera puede comprobar si examina las obras de estos dos grandes artistas..

Shock cultural
Con el Popol Wuj, un texto al que se le ha atribuido en ocasiones el nombre de Biblia maya-quiché, ha sucedido otro tanto con numerosas expresiones, vocablos y giros que han distorsionado el sentido del texto original. Y puedo dar fe de lo que digo, aunque no conozca ni hable la lengua quiché.

Durante el tiempo que invertí en estudiar el Popol Wuj, sin otro afán que el de entenderlo, consulté no menos de 7 versiones de la obra. Y en todas ellas había sensibles diferencias de traducción, tanto de bulto como en sutilezas que alteraban por completo el sentido, no ya de una frase o un párrafo, sino en algunos casos del contenido y la sustancia de la historia antigua de Guatemala.

El doctor Sam Colop, que además de lingüista es escritor, conocía este problema y ha empleado 5 años de su vida en traducir con acuciosidad rayana en la obsesión esta joya de la literatura, la mitologíaa y la historia prehispánicas. Y no lo ha hecho a partir de copias o textos de segunda mano, sino del original que se encuentra en la Newberry Library de Chicago.

El doctor Sam Colop aventaja a los traductores anteriores en tener la lengua quiché por lengua materna, lleva más de 25 años dedicado al estudio de la poesía maya y, por si eso no fuera bastante, ha mantenido consultas permanentes con destacados especialistas de las culturas precolombinas de Guatemala, como Robert Carmack, Chirstopher Lutz y Dennis Tedlock. De ahí que me haya atrevido a calificar de definitiva esta versión que su autor nos ofrece en esta fecha.

También he dicho que me consta la acuciosidad de su trabajo. Soy también testigo de ello, así como del acerbo cultural del doctor Sam Colop y de su precisión a la hora de traducir al español lo que para mí fue durante años un texto difícil y oscuro que no alcanzaba a entender, debido fundamentalmente al shock cultural que me causó en su primera lectura y a mi incompetencia para interpretar los mitos que lo articulaban.

Y entre las graves dudas que yo tenía sobre algunos pasajes de la obra, había una que el doctor Sam Colop me ayudó a dilucidar y que me parece oportuno referir en esta ocasión. Se trata de un error de traducción que se ha venido repitiendo en versiones previas del libro y cuya trascendencia histórico-cultural ha sido entre nosotros bastante mayor que la de los cuernos de Moisés.

A fin de cuentas, unos cuernos son sólo un adorno, un mal adorno, es verdad, pero que no afecta la sustancia del relato bíblico. En cambio el error de traducción que voy a referirles, sí afectó severamente los orígenes históricos del pueblo maya-quiché y de Guatemala en general por muchos años.

Del mar
El desliz se encuentra en la primera página del Popol Wuj, donde el amanuense o escriba maya-quiché se refiere a la venida a de las trece tribus o clanes, como yo prefiero llamarlos, que repoblaron hacia el siglo X de nuestra era el Altiplano de Guatemala, una migración masiva que describe el Memorial de Sololá, no menor a la del Éxodo hebreo, e integrada por k’ich’es, cakchiqueles, tz’utuhiles, tzotziles, rabinales, akahales, tucurúes y seis más.

El Popol Wuj responde, a mi juicio, entre otras muchas cosas, a inquietudes y preguntas tan elementales como quién somos, de dónde venimos y a dónde vamos después de morir. Y entre estas preguntas hay una, (de dónde venimos), a la que los diversos traductores del texto original darían una respuesta bastante peregrina que confunde por completo al lector que se acerca por primera vez al texto.

Lo más curioso de todo es que las versiones coinciden en su mayoría. Recinos, por ejemplo, traduce que los clanes vinieron: “del otro lado del mar”. La versión de Estrada Monroy afirma: “este libro sabemos que llegó de la otra parte del mar”. En la versión de Villacorta se lee “visión clara venida de la otra parte del mar”. Y la traducción de Miguel Ángel Asturias y González de Mendoza se refiere a “la llegada de ultramar” por parte de las tribus o clanes toltecas.

Otras versiones del libro dicen algo semejante, quizás influidas por la idea de que los pobladores y conquistadores del Altiplano de Guatemala habían venido del otro lado del Océano, opinión planteada por el primer traductor al español del texto, el dominico Francisco Ximénez, quien estaba convencido de que los indígenas del Altiplano de Guatemala eran descendientes de una de las tribus israelitas que seguían a Moisés, la cual se perdió en el Sinaí durante el éxodo hebreo. Esta tribu habría cruzado el Atlántico antes de 1492, según Ximénez, y se habría establecido en estas tierras. Y hoy es el día en que tal error se mantiene debido, en opinión de Carmack, al deseo de “cristianizar” este originalísimo texto prehispánico.

Para un hombre que no ha conocido otra explicación del origen del Universo que el que proporciona la cultura cristiana, el Popol Wuj no es sólo un texto inquietante, sino un shock cultural del que es difícil sobreponerse. Y eso fue lo que me ocurrió a mi en su día, hace 45 años, cuando lo leí por primera vez. La semejanza de algunas creencias cristianas, como el origen del mundo o la divinidad de Cristo, con los mitos de una cultura tan distinta como la maya-quiché, me planteó un grave conflicto espiritual, primero, y una terrible confusión, más tarde, de la que sólo pude librarme dedicando muchas horas a estudiar mitologías de los orígenes.

El motivo se debía a mi arraigado catolicismo y a la imposibilidad de contemplar otra vía de concebir los orígenes del hombre y el mundo que no fuera el del Génesis. Y sólo mi terquedad por poner en duda mis certezas me condujo a entender muchas cosas. Una fue el por qué el positivismo, la filosofía y el laicismo del siglo XIX llegaron a la conclusión de que las creencias que los cristianos mantienen como misterios o verdades incuestionables son sólo mitos o fábulas elevadas a la categoría de fuero religioso. La otra, que esta afirmación, ofensiva para el cristiano, como puede suponerse, no lo es menos para el hombre o la mujer de cultura maya-quiché cuando se le dice que sus creencias son puros mitos, opinión iniciada por Francisco Ximénez, el primer traductor del Popol Wuj y mantenida durante siglos por la Iglesia católica.

Esta reflexión, que sé bien puede levantar ampollas teológicas, me parece importante hacerla, pues la imprecisión o error del Popol Wuj que acabo de señalar sobre los orígenes de los pueblos del Altiplano de Guatemala, se convirtió con los siglos en una intencionada distorsión de la historia que nadie se atrevía a rectificar para no tener problemas con la Inquisición, por la misma razón que ni Miguel Ángel ni Rembrandt se atrevieron a quitarle al bueno de Moisés los cuernos,

Y así vino a suceder que el Popol Wuj pasó a ser durante siglos una obra descalificada y relegada a un segundo plano por tratarse de un suma de “vicios y desviaciones de los misterios cristianos”, como escribió Ximénez, quien, como tantos otros, pensaron que cristianizando el Popol Wuj se evitaba que la cosmovisión maya-quiché compitiera con la cristiana e impidiera que la nueva fe se impusiera sobre la que se guardaba en estas tierras.

Traduttore, traditore
Pero voy con el mencionado error de traducción.

¿Cuál era la explicación, me preguntaba yo, de esa “venida del otro lado del mar”, como decían las traducciones anteriores del Popol Wuj, y que me tenía perplejo? Los clanes toltecas procedían, según sabemos, del Noroeste de México. Pero los textos de aquella gran marcha, de aquella migración masiva, no hablan de un viaje marítimo.

¿De qué litoral procedían entonces? ¿Cruzaron realmente el mar? ¿Desde Europa? ¿Desde Asia? ¿O ese mar era sólo una ensenada que, por sus grandes dimensiones, pudiera haberles parecido el océano? ¿Se referían a la Laguna de Términos, en el actual estado mexicano de Campeche, o a alguna entrada de agua, de las muchas existentes en esa zona del Golfo de México? Y si no habían cruzado el océano, ¿qué significado podía tener esa enigmática frase, según la cual los clanes toltecas venían “del otro lado del mar”?

No creo en los milagros, ni en interpretaciones miríficas y rocambolescas, como la que dio Ximénez al origen de los pueblos del Altiplano de Guatemala, pero tampoco era capaz de salir del laberinto en el que me había metido con el propósito de dilucidar este y otros pasajes del Popol Wuj.

Ignoraba yo que la respuesta estaba en la traducción y en la lingüística... y en el saber del doctor Sam Colop.

Un día le pregunté si las traducciones previas del Popol Wuj habían vertido defectuosamente al castellano la expresión “del otro lado del mar” y si la palabra mar, en la lengua k’iché, quería decir algo distinto a lo que la palabra mar implica en español, o si podía tener un significado distinto, como por ejemplo, masa o extensión de agua, y no océano.

La respuesta textual del doctor Sam Colop fue reveladora. El texto k’iche’, me dijo, habla de “el lado del mar” no “del otro lado del mar”. Y esta, cuando menos para mí, luminosa aclaración me permitió finalmente entender cómo fue el éxodo de los clanes toltecas hasta la tierra prometida por su oráculo.

Hoy sabemos que bajaron por la Costa del Golfo de México hasta la Laguna de Términos y que desde allí emprendieron el ascenso a Guatemala siguiendo las cuencas de los ríos Usumacinta y Grijalva hasta las alturas de Tacaná y las Verapaces. De resultas, la traducción más lógica de esa misteriosa frase del Popol Wuj que tanto ha confundido a los investigadores, debería referirse, no a los clanes que vinieron “del otro lado del mar”, sino “de la orilla del mar”, como ha traducido finalmente el doctor Sam Colop.

Tal es el enigma que se escondía en la primera página del Popol Wuj, merced a una mala traducción, y que esta nueva versión de la obra aclara hoy a sus lectores. Y me he atrevido a contarlo porque es un ejemplo que conozco bien. Por esto las traducciones previas de la obra tenían otros defectos y errores que el doctor Sam Colop ha venido a corregir ahora. Traduttore, traditore, dice el proverbio italiano (traductor, traidor), una maldición que pende sobre toda persona que se atreve a verter un texto escrito en un idioma a otro, sin tener los conocimientos lingüísticos y filológicos necesarios para atacar tal empresa.

Escuchar la poesía
Mi comentario a este Popol Wuj, por tanto, quedaría incompleto si no me refiriera, además de sus vericuetos históricos, a su aspecto literario. Y la razón estriba en que su traducción ha sido hecha, no sólo por un lingüista, sino por una persona interesada y especializada en el verso maya-quiché, virtud que sin duda permitirá al lector “escuchar” el ritmo del texto original y aproximarlo a su musicalidad nativa.

Me refiero a ese tono de salterio bíblico tan común en la literatura precolombina de Mesoamérica, a ese ritmo del libro de los Salmos que sitúa al amanuense original del Popol Wuj (o quizás deba decir al cantor) a la altura lírica de otros grandes poetas en otras lenguas y que nos revela que el arte literario es uno solo.

Pondré algunos ejemplos de esta cadencia y esta musicalidad del texto.

El primero tiene que ver con la creación del mundo. Y he aquí la traducción del doctor Sam Colop:

Todo está en suspenso,
todo está en reposo
en sosiego,
todo está en silencio,
todo está en murmullo
está vacía la bóveda del cielo

Esta figura literaria, en la que tiene lugar esa repetición de palabras dentro del poema, concatena y matiza la composición literaria y la dota de una intensa emoción y de una gran fuerza expresiva, debidas al ritmo que crea la insistencia.
Véase este otro ejemplo:

No había movimiento,
nada ocurría en el cielo.
No había nada que estuviese levantado,
sólo agua reposada,
sólo el mar apacible,
sólo reposaba la soledad.

Los poetas de todos los tiempos han utilizado con frecuencia el recurso de la anáfora, pues tal es el nombre de esta figura retórica, y de entre ellos, a modo de paralelismo, extraigo estos versos de Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura, en los que también una soledad cercana a la que describe el Popol Wuj se utiliza como recurso reiterativo para provocar una intensa emoción en el lector:

¿Soledad, y está el pájaro en el árbol?
¿Soledad, y está el agua en las orillas?
¿Soledad, y está el mundo con nosotros?
¿Soledad, y estás tú conmigo, solos?

Lo que indica que los ritmos y las figuras poéticas están dentro de nosotros, del ser humano de todas las culturas y los tiempos, no importando cuál sea la lengua en que se escriban. Y es una fortuna, como digo, que el doctor Sam Colop sea lingüista y escritor, pues eso le ha permitido verter al español una versión del Popol Wuj no sólo renovada y precisa, sino enriquecida con su métrica y sus ritmos originales.

Libro iniciático
Diré más. El Popol Wuj rebasa los usuales apelativos de libro sagrado o abuelo de la historia nacional de Guatemala. A mi juicio, es difícil no ver en el Popol Wuj, además de una etnografía mitificada, un libro iniciático y educativo repleto de enseñanzas de toda índole.

Cada cultura tiene sus imágenes privativas/, sus símbolos inconfundibles/, sus héroes peculiares/ y sus monstruos característicos. Pero detrás de esas particularidades palpitan los mismos sueños/, los mismos temores/, las mismas necesidades espirituales y síquicas de todo ser humano/, cualesquiera que hayan sido su patria, su lengua o su linaje. De ahí que no quiera concluir mis palabras sin hacer una invocación que me parece oportuna e importante.

Los mitos, como los héroes, no son inventos inútiles ni creaciones sin propósito, sino historias con mensajes válidos para las diferentes etapas de nuestra vida y los papeles que jugamos en cada una de ellas. Los héroes como Hunahpú e Ixbalanqué, y los mitos, como la victoria contra los señores de Xibalbá, no se fabrican. Son productos espontáneos de la sique y modelos de conducta que nos ayudan a enfrentar la vida/, a ser mejores personas/, a alcanzar el éxito o la felicidad/ y a servir a la mente infante de ejemplo para entender el mundo y empezar a relacionarse con él. Pues los mitos no son otra cosa que una dramatización simbólica de los problemas eternos del hombre.

El Popol Wuj, la obra más coherente y significativa de la mitología y la literatura prehispánicas, entra de lleno en este tipo de función cultural. Y cuando es leído con esta perspectiva, se nos revela como un manual educativo de primer orden que elucida las preguntas claves de la existencia.

He sostenido y sostengo que la singularidad del Popol Wuj reside en su ecumenismo y en que sus personajes y sus mitos concuerdan con el contenido universal y moral de la naturaleza humana que todas las culturas buscan difundir entre sus miembros más jóvenes.

Por todo ello es importantísimo que este texto se divulgue entre el público, se glose a los maestros y se les explique a los niños. Pues las verdades que encierran sus fábulas, así como la sencillez con que iluminan y enseñan las diferentes etapas de la experiencia humana, constituyen, a mi modo de ver, un libreto elemental de toda iniciación a la vida.

Sólo me resta dar la bienvenida a esta brillante traducción y edición del Popol Wuj y extender mi más cordial y efusiva felicitación a un hombre que, como el doctor Sam Colop, ha dedicado a ella su sabiduría, su arte y un esfuerzo digno del mayor encomio.

*Los subtitulares son de la redacción de este suplemento.

Diario de Centro América / Nacional. Pags. 1, 4-5, Guatemala, viernes 17 de abril de 2009.

 

Entrevista
Sam Colop:
Los hallazgos del escritor
relativos a la versificación y
clarificación del Popol Wuj no
dejan de provocar asombro.

 

El Popol Wuj, además de ser un libro mitológico- histórico tiene un lugar privilegiado entre las grandes creaciones literarias. Las traducciones han sido muchas y a pesar de que se ha reconocido que posee un aspecto poético, pocas han atendido esta parte: la mayoría se ha enfocado más en el contenido. Para recuperar el sustrato poético en la traducción del “libro del consejo” Sam Colop, además de recurrir a un largo proceso de comprensión en la poética maya y analizar la estructura del texto, tuvo que sumergirse en el estudio de versiones anteriores cuyos traductores repetían algunas inconsistencias e inexactitudes de interpretación.

La nueva traducción del Popol Wuj

Luis Enrique Sam Colop, escritor y lingüista

Por: Nora Martínez

Sam Colop es hablante y escritor K’iche’ y sus hallazgos relativos a la versificación y clarificación no dejan de provocar asombro porque logra transmitir el tono, el ritmo, el movimiento y el sentido de la lengua original de la obra. Además explica giros lingüísticos, metáforas y pasajes relacionados con la tradición oral. La siguiente entrevista aborda este proceso de traducción al español que hacía falta y que le tomó cinco años de trabajo.

¿Por qué la necesidad de revisar la traducción del Popol Wuj?
Para comenzar, el documento lo transcribió (Francisco) Ximénez en 1701-1703 de un documento de 1554-58–conforme a Recinos—. Lo escribieron tres Nim Ch’okoj quienes se identifican en la última página del libro: uno del linaje de los Kaweq, otro del linaje de los Nija’ib y otro de los Ajaw K’iche’ identificándose como “maestros de la palabra”. Al principio se aclara que quien interpreta el libro ya no lo puede ver, realmente ellos están tratando de ocultar su identidad y al final identifican sus orígenes. Esos Nim Ch’okoj eran maestros diestros en la palabra que aprendían un discurso oral poético. El Popol Wuj está escrito en esos términos, pero Ximénez lo transcribió todo en prosa, no se dio cuenta de lo poético del texto. Lo transcribió en su mejor saber y entender, no hizo mal trabajo, porque todavía eso se puede rescatar dentro del documento. Uno de los Nim Ch’okoj, propone un traductor del manuscrito, es de Totonicapán, otro seguramente era de Santa Cruz del Quiché o de Utatlán y el tercero probablemente era de Chichicastenango ¿Cómo se sabe? porque hay palabras en kaqchikel en el documento, esto la gran mayoría de traductores no lo notaron.

En cuanto al lenguaje poético en que está escrito el libro, (Munro S.) Edmonson en 1971 lo tradujo todo en verso paralelo de dos líneas. Creo que hizo un buen trabajo en ese sentido, pero el verso paralelo no es sólo de dos líneas sino que hay de tres y cuatro líneas. Dentro de la gramática misma de la versificación hay normativas, por ejemplo, en un verso paralelo de cuatro líneas, la tercera o cuarta rompe el paradigma para dar fluidez a la narración y luego pasa a la prosa. Combina prosa y verso. También hay verso paralelo dentro de verso paralelo. Eso, en mi caso, me ha llevado cierto tiempo para entenderlo. Edmonson en 1971 pensó que todo era igual, de dos en dos líneas. (Dennis) Tedlock en 1996 se da cuenta de que no sólo hay verso de dos líneas, él combina verso paralelo y prosa. Realmente soy del criterio de que no es por capricho, sino porque así lo exige la versificación.

No es la primera vez que usted aborda el texto del Popol Wuj...
Hice una versión de cuentos para niños en k’iche’. Son trece cuentos extraídos del Popol Wuj. Una editorial está interesada en publicar la versión en español. Se hizo la validación de ese libro en k’iche’ en el área tz’utujil y mam. Yo no soy pedagogo, no sé a qué edad se aplican estas lecturas. En este caso, se aplicó a niños de segundo, tercero y cuarto año de primaria y el resultado fue que a los de tercero les encantó. También está la versión poética del documento completo en k’iche’ que se publicó en 1999. Cuando fui a cotejar el documento con el de Ximénez en Chicago, hice varias correcciones en la versión en español, pero aproveché a comparar también el documento en k’iche’ con el original.

¿Qué razones lo empujaron a trabajar en el documento más a fondo?
El tema de la poética no había sido estudiado localmente. El libro había sido visto desde el punto de vista mitológico e histórico pero el lenguaje en que había sido escrito había pasado inadvertido. Se oye y se siente el ritmo. No demerito el trabajo de (Adrián) Recinos. Hizo un buen trabajo, pero tiene ciertas imprecisiones. Y no sólo él, casi todos las repiten, con excepción de Edmonson y Tedlock. Una se refiere al origen, se tradujo “del otro lado del mar” y no “del lado del mar” o como lo traduje por claridad: “de la orilla del mar”. Eso sucedió porque la idea de los que tradujeron el libro es que nosotros veníamos de una de las tribus perdidas de Israel.

¿Cuánto tiempo le ha tomado todo este proceso de interpretación y traducción?
Sólo la traducción del documento en español tomó cinco años. Tuve el apoyo de la Fundación Guggenheim de Nueva York. Luego conseguí el apoyo de la Newberry Library en Chicago para cotejar el documento, con una beca entre 2004 y 2005. Tuve el documento de Ximénez a mi disposición desde las 10 de la mañana a las 5 de la tarde. Era apasionante tener la única copia antigua existente en las manos. Algunos creen que el original está en Chichicastenango pero yo no lo creo, porque el Título K’oyoy, escrito más o menos en la misma época y que está bajo cuidado de una biblioteca de la Universidad de Princeton, está casi ilegible, son pedazos de páginas conservados con el máximo cuidado. Por eso dudo que el manuscrito del Popol Wuj del siglo XVI todavía esté bien y ojalá yo estuviera equivocado. A la copia de Ximénez (1701-1703) se le conoce como la original hasta el momento. No es por querer hacer una traducción más sino por querer entender mejor como fue escrito el documento y por su contenido.

¿Cómo se dio cuenta que la estructura no era totalmente en prosa?
Al leer frase por frase la versión k’iche’ me di cuenta que era un lenguaje poético. Si uno escucha a un oficiante profesional de ceremonias durante una invocación, se percibe que está hablando en verso paralelo. Hay varios ejemplos de eso en el documento. En unas dos invocaciones se observa cómo debió haber sido escrito el documento. Seguramente así debió haber sido leído por quienes lo transcribieron en el siglo XVI. Aún así, se puede entender leyéndolo en k’iche’, si se lee en español, no. En la manera k’iche’ si se entiende cómo está estructurado.

Además de la estructura y la poesía ¿qué otros hallazgos hizo?
Cuando se habla de que los padres primigenios veían lo que iba a suceder, había un libro donde consultarlo y ese libro se llamaba Popol Wuj ¿De dónde viene? Se habla de que la segunda generación de los Señores hizo una peregrinación o un viaje a la orilla del mar. El argumento va, que la segunda generación fue a Chichén Itzá y de allí recibieron la parafernalia del poder incluida la escritura de Tulán. Esa escritura debe ser la versión por lo menos mitológica del Popol Wuj porque la parte histórica estaba ocurriendo. En esa época podemos ver en distintos sitios y artefactos mayas que ya estaban pintadas o esculpidas ciertas escenas, en distintos elementos se puede ver lo que ocurre en el Popol Wuj. Ese pasaje refiere que los de la segunda generación, al recoger el documento, regresan, lo presentan a los demás pueblos y es donde retoman el poder. Luego, acerca de las ceremonias que hacían: en las traducciones en español se habla de que nueve personas hacían las ceremonias, pero lo correcto no es eso. Lo que sucede es que en k’iche’ para decir veinte se dice winaq y para decir gente se dice winaq, entonces jun winaq es una cuenta de veinte. En realidad no se trata de personas que hacen ceremonias sino nueve cuentas de veinte en que se hacen ceremonias, es decir, 180 días. Eso sólo se puede entender por contexto. Esa cantidad implica la mitad del Tun—la cuenta de 360 días al que se agregan los cinco días y llegamos a la cuenta del ciclo solar—. Los oficiantes no sólo eran sacerdotes, sino matemáticos, astrónomos. También se habla en otras traducciones de que hay 13 personas que hacían ceremonias pero son 13 cuentas de 20—es el calendario de 260 días—. La metáfora de cuando empieza la creación habla del cosmos como un campo de siembra, no como una esfera, más bien es un cuadrado, por eso se habla en las primeras páginas que el cielo se midió con una cuerda y se definieron los cuatro lados—en la cultura maya no hay puntos cardinales, son esquinas y lados porque esa es su concepción–. Cuando fueron creados los primeros seres de madera se empieza a sembrar el cielo de estrellas. Una de las primeras constelaciones que se siembran es Orión y corresponden a los tetuntes que se elevan desde el suelo. Cuando se refiere al dios de la palabra, se ha dicho que es un dios, pero realmente son dos que después fueron convertidos en micos.

Al recuperar el significado y la poética del texto y traducirlo al español ¿cuánta fidelidad conserva?
Había que buscar la mejor forma de decirlo en español, encontrar las palabras más adecuadas. Tengo distintas versiones –de 2005, 2006 y 2007– hasta que quedé convencido de la traducción. No voy a decir que es perfecto, hice lo mejor que pude y ahora estoy pensando en una edición corregida, sobre todo en cuanto a las notas. La traducción en español fueron cinco años, pero el estudio previo fue largo. Prácticamente la mitad de mi vida ha sido esto, desde que empecé con la lingüística. Cuando estudiaba para abogado escribí algo de poesía, esto lo cuento porque un profesor me dijo que así no era el verso k’iche’, porque en k’iche’ se habla en colectivo no en singular. Eso me dejó inquieto, luego leí en EE.UU. las traducciones de Tedlock, Carmack, Edmonson, y me di cuenta de que la parte linguística pero artística de esto fue lo que más me atrajo y de allí surgió la disertación Mayan Poetics.

De todas las referencias que ha tendido ¿cuáles han sido las claves para esta traducción?
He señalado a Tedlock y Edmonson. Cuando preparaba mi disertación doctoral escribí algo sobre el Rabinal Achí y tuve acceso a documentos para hacer este tipo de estudios. Abordé además partes de la Biblia como texto literario y eso me permitió entender el verso paralelo en la Biblia—sobre todo en el “Pentateuco”—. Cuando ya iba a hacer la tesis empecé a estudiar la poética de los textos mayas, tomé parte del Chilam Balam pero no me basé en textos traducidos al español sino en el texto de Roys que fue escrito en 1933. También me basé en pasajes del Título de Totonicapán, en el Rabinal Achí, por supuesto, en el Popol Wuj y en un discurso de pedida que grabé en Cantel, cuando ya había empezado a estudiar literatura y por alguna razón quería entender el ritmo de ese lenguaje ceremonial. Tuve que hacer ese trabajo previo para entender cómo funciona el mecanismo del verso maya, entender el verso paralelo en su versión oral.

¿Cuánto ha cambiado el k’iche’ antiguo del actual?
Hubo un poco de dificultad en los tiempos verbales. El futuro inmediato actualmente ya no se usa en k’iche’ por ejemplo cuando dice “ahora vamos a decir” ya no se dice así, sino “vamos a decir”. Por comparación y con diccionarios antiguos, anteriores a Ximénez, fui entendiendo estas variaciones en cuanto al lenguaje de la época. En la versión en k’iche’ ya me había dado cuenta del futuro inmediato, en la traducción al español tuve que hacer uso de los diccionarios.

¿Es un texto cristianizado?
Hay coincidencias. Pienso que Ximénez metió mano en el texto. Por ejemplo, en las invocaciones hace un tratamiento de respeto de “tú” como es en español, para invocar al dios cristiano. Pero en el Popol Wuj no se habla así, sino que para referirse a los dioses en k’iche’ no se habla de “tu”, existe el trato honorífico de “usted”. Esto aparece sólo en los pies de nota no directamente en la traducción porque si no se cambiaría totalmente todo lo que se ha hecho antes. Ximénez creía que aquí estaba una de las tribus perdidas de Israel. Por supuesto, Ximénez también creyó que esto era creación de Satanás.

¿Cuáles fueron las mayores dificultades para presentar el trabajo?
Los pies de nota, tratar de explicar: hubo notas que tuve que acortar. Trabajé en ellas casi un año. El trabajo me entusiasmó, al menos para entender mejor el texto, creo que los pies de nota son importantes.

¿Qué reacciones a su traducción ha recibido?
Otros traductores como Carmack, Tedlock y el historiador Chris Lutz hicieron cuestionamientos puntuales que me ayudaron a afinar detalles. El hecho de afinar y estar de acuerdo con las observaciones hechas, fue muy valioso para mí. Esa reacción de personas que han leído el documento es lo que me hace sentir satisfecho con el trabajo.

Prensa Libre. Pág. 18. Guatemala, viernes 29 de mayo de 2009.

Los secretos del Popol Wuj

Por: Rita María Roesch

Mañana, 30 de mayo, se celebra el día del Popol Wuj. Por si no lo sabían, estimados lectores (as), el Museo Popol Vuh tiene programada una serie de actividades para niños, jóvenes y adultos. Se ha calendarizado una visita guiada para que los niños escuchen, dentro de las salas de exhibición del museo, algunos mitos relacionados con las piezas que tienen expuestas. Luego podrán participar en un taller en el que elaborarán en arcilla personajes de los mitos que les han narrado. “¡No se lo pierdan!” sugirió el Clarinero (tel. 23 38 -7896 y 23 3878- 98).

El Dr. Carlos Navarrete manifestó hace poco: “El Popol Wuj es una obra cultural universal. Es una obra que ya camina sola por el mundo.” “¡Qué orgullo para los chapines. Me uno a la celebración!” exclamó el Clarinero. Es por ello que, éste y el próximo viernes, tengo la ilusión de discutir con ustedes un pasaje de esas sabias historias de los k’iches’. Vamos a descubrir uno de sus muchos secretos. “Imaginemos que vamos a sumergirnos en un mar profundo, y luego subimos a la superficie con una preciosa perla en la mano,” agregó el Clarinero.

Lo maravilloso de tener el Popol Wuj es que no tenemos que ir hasta la China para conocer otra interpretación del mundo. La oportunidad está aquí, a la “vuelta de la esquina.” Las narraciones k’iche’s son mitos que nos muestran cómo el maya antiguo concebía el mundo, cómo miraba la vida. Sus relatos comprenden varios niveles de significado. El chiste está en descubrir el secreto, la perla escondida, para luego convertirla en una lección de vida.

A mí lo que más me sorprende del Popol Wuj, es que sus mensajes, “sus perlas”, revelan que la cosmovisión del maya es muy similar a los descubrimientos que presenta actualmente la nueva biología de los ecosistemas. Para el maya, como para las nuevas ciencias, “todo lo que existe está conectado.” Y esa es la mentalidad que está emergiendo y la que perfilará la vida de nuestros nietos y bisnietos. Quiero demostrarles cómo esa visión está presente en el Popol Wuj.

El pasaje que elegí es uno de mis favoritos. Se refiere al momento en que los señores de Xibalbá mandan a llamar a los héroes gemelos para que jueguen a la pelota con ellos. Xmukane (la abuela de los gemelos) le pide al piojo que le lleve el mensaje a sus nietos que se encuentran jugando en el campo. El párrafo del Popol Wuj que cito pertenece a la excelente versión al español realizada por mi colega Sam Colop. pág. 95. Dice así:

“Enseguida se fue el piojo, se contoneaba cuando se fue. En eso, estaba sentado un cachorro [de sapo] a la orilla del camino Tamasul era el nombre del sapo. –“¿Adónde vas? le dijo el sapo al piojo. –“Llevo un mensaje adentro, voy hacia donde los muchachos,” dijo el piojo al Tamasul. –“Muy bien, pero veo que no vas muy rápido,” le fue dicho al piojo por parte del sapo. –“¿No quieres que te trague? Ya verás que camino más rápido, así llegaremos pronto. –¡Está bien!” Le dijo el piojo al sapo…”

Luego el sapo es tragado por Saqikas, la serpiente. Después Saquikas es tragada por Wak, el halcón... Sigo el próximo viernes.

Prensa Libre. Guatemala, viernes 5 de junio de 2009.

VENTANA - Los secretos del Popol Wuj (2)

Por: Rita María Roesch

No recuerdo dónde leí que los mitos son las explicaciones que los pueblos le dan a la vida.

Los mitos son una “alegría universal”, porque contienen en sus historias fantásticas lecciones de vida. Tenemos evidencias que demuestran que los mayas antiguos representaron los mitos del Popol Wuj en sus murales y en sus cerámicas. “Estoy seguro que los grandes mitos mayas fueron escenificados en las amplias plazas de sus metrópolis con el propósito de conservar su cultura,” agregó el Clarinero. Mi intención es interpretar un pasaje del Popol Wuj y crear un clima de alegre reflexión entre nosotros. El viernes pasado me referí a lo que podría ser la primera fase del mito que quiero interpretar. Esta historia marca el momento de la llamada, del inicio del largo viaje, que emprenderán los héroes gemelos en el cumplimiento de su destino hacia Xibalba. El orden que sigue este mito es el siguiente: para entregar más rápido el mensaje de Xibalba a los gemelos, el sapo se tragó al piojo. La culebra se tragó al sapo. El halcón se tragó a la culebra. Junajpu e Ixbalamke con sus cerbatanas le pegaron en un ojo al halcón. Todas estas escenas ocurren en el plano de un mundo real. La voz del mito explica que, desde entonces, los sapos son la comida de las culebras y las culebras son la comida de los halcones. El relato perfila el mundo del día a día, donde vemos todo separado de todo. Es el mundo de la competencia donde el fuerte se come al débil. En este plano vemos un mundo fragmentado que cambia constantemente ante nuestros ojos. Aquí nada permanece. Todo muere. Pero ojo: hay otra realidad. Existe una segunda dimensión en el mito donde nada muere y donde la vida se conserva a través de los tiempos. En ésta segunda dimensión emerge un mundo paralelo al real. Me refiero al mundo donde las relaciones se conservan, donde la premisa no es competir, sino cooperar. Podemos observar cómo los héroes gemelos le sanaron el ojo al halcón con un poco de hule de la pelota con que jugaban. Luego, el halcón accedió a entregarles el mensaje y regurgitó a la serpiente. Luego, la serpiente vomitó al sapo. El sapo trató de vomitar al piojo (el portador del mensaje), pero no tuvo éxito. Los gemelos le rasgaron la boca para encontrar al piojo que estaba pegado entre sus dientes. La lección de vida escondida en este relato se revela de manera sutil: los animales, a pesar de ser de diferentes especies, cooperan entre sí. Al cooperar conservan la vida de su ecosistema. ¡Y el ecosistema es el que conserva la vida de todos a través del tiempo¡ ¡En el ecosistema la vida le gana a la muerte! Si hace siglos nosotros hubiésemos presenciado la escenificación de este mito en una plaza maya habríamos comprendido con mayor facilidad que existe un mundo donde la vida supera a la muerte. Existe una segunda realidad que rompe con la visión fragmentada de la vida, donde dos, tres, mil personas pueden actuar como una sola mente sin perder su individualidad. Yo estoy convencida de que este mito nos ofrece una lección de vida para que los chapines trabajemos para crear un nuevo tiempo en Guatemala. “Sin embargo, antes tenemos el reto de superar nuestra vieja mentalidad donde prevalece la competencia y no la cooperación. Es vital aceptar que todo está conectado con todo. Al comprenderlo, nos nacerá una nueva conciencia…”, susurró el Clarinero. clarinerormr@hotmail.com

elPeriódico / Opinión. Guatemala, lunes 29 de junio de 2009.

Madres y padres de la palabra

Por: Irmalicia Velásquez Nimatuj

Entre datos deprimentes que revelan cloacas de corrupción, masacres y desalojos que llevan el sello de multinacionales, violaciones que no pueden vestirse de vergüenza, asesinatos que siguen llenando la desbordante fosa de la impunidad o de cantos que no escucharemos porque están siendo tragados por el silencio de la pobreza, unido al cansancio de soportar el burdo envanecimiento de los que manejan las cuerdas del poder, en medio de esta trágica cotidianidad me llegó una alentadora noticia.

Ulmil Mejía, director de la editorial Cholsamaj –la primera editorial indígena de Guatemala que surgió en medio del conflicto armado con el compromiso de publicar trabajos de las voces que habían estado negadas: las indígenas- me compartió el alcance que ha tenido una de las recientes publicaciones del lingüista y escritor k´iche´ Enrique Sam Colop, la traducción al español del Popol Wuj, que salió al público a finales del año pasado y cuyo tiraje, de 3 mil ejemplares, está casi agotado.

Mejía me explicaba que ningún autor nacional ha podido vender un tiraje similar en menos de seis meses. Y esto, enfatiza, primero, es un logro para el escritor, quien realizó una magistral traducción, producto de años de investigación de las traducciones existentes del Popol Wuj que fueron cotejadas con el manuscrito de Francisco Ximénez (1701) -que se encuentra en la Newberry Library de Chicago- y que combinó con una sólida preparación académica, que se fortaleció con el manejo de su idioma materno, el k´iche´.

Y segundo, empodera a la población indígena de las Américas, quien a pesar de haber sido sometida colectivamente a siglos de expoliación, ahora demuestra que los k’iche’ contemporáneos, no solo son capaces de elaborar con calidad las más fieles traducciones de los textos de las “madres y padres de la palabra”, sino además se convierte en un traductor-develador que por un lado, corrige colosales errores de las traducciones anteriores y por el otro lado, con elegancia, muestra al conocimiento universal la original mitología y la histórica poesía con que los “tres maestros de la palabra”, “venidos de la orilla del mar”, escribieron.

Este trabajo debe enmarcarse dentro del rescate de la sabiduría y la creación no lineal del pueblo k’iche’, para todos los pueblos que necesitan de inicios, que permitan “la extensión del Cielo”, la “claridad de la palabra” para “que sea buena la existencia”.

elPeriódico / elAcordeón. Guatemala, domingo 8 de mayo de 2011.

¡En preventa! con 10% de descuento

Por: Sophos

8 de mayo último día de preventa.

Popol Wuj de Sam Colop

normal Q.150, en preventa Q.135

¡Finalmente, la nueva edición del Popol Wuj de Sam Colop! “...no estamos ante una traducción más, sino acaso ante la definitiva...” Francisco Pérez de Antón.

elPeriódico / Cultura / Viaje al centro de los libros Guatemala, martes 24 de mayo de 2011.

El Popol Wuj de Sam Colop

Por: Méndez Vides

El libro sagrado de los Maya Quiché ha sido objeto de diversas traducciones a lo largo del tiempo...

El libro sagrado de los Maya Quiché ha sido objeto de diversas traducciones a lo largo del tiempo, y en la búsqueda de la significación verdadera cada quien logra aproximarse desde uno de los lados, aportando nuevos sentidos y descubrimiento de esta obra capital, inagotable y substancial. La traducción de Adrián Recinos es la más difundida y aceptada, pero a ella se suman otros intentos creativos, como la traducción de Adrián Inés Chávez, cuya lectura es toda una experiencia llena de revelaciones. La más reciente es la versión de Sam Colop, quien acertadamente optó por presentar una traducción poética, que convierte la epopeya precolombina en un poema de versos libres y no más en un relato narrativo. Los versos cobran sonoridad y ritmo en la medida que se cortan las líneas para pronunciar cada una conteniendo el aliento. Tal planteamiento multiplica las posibilidades de comprender las metáforas, y a ello suma un extraordinario trabajo de análisis filológico en las notas numeradas para asistir al interesado.

La primera versión de esta obra apareció en un formato grande, en versión Quiché por un lado y en español en otro tomo, y la obra se agotó muy rápidamente. Yo tuve que recurrir al lamentable medio de las fotocopias para realizar la primera lectura, y no es sino hasta estos días cuando pude obtener la versión impresa publicada por F&G Editores, en bella edición incorporada a su Biblioteca Guatemala. Una obra fundamental para todos los interesados en aproximarse a nuevas interpretaciones del libro sagrado del pueblo originario de esta tierra de lagos y volcanes.

A mí me suenan algunas escenas como en las tragedias griegas, como actuadas ante el público, tal es el caso de Tojil y la llegada de las suplicantes reclamando el fuego, como una cierta resonancia del Prometeo encadenado. El nuevo Popol Wuj combina el drama y la poesía metafórica con el relato de la historia de los fundadores, genealogías y sucesos epopéyicos, de una manera grata para ser leído en voz alta, y disfrutar de su lectura. Esta obra permitiría a los profesores de literatura en todo el país leer cada día una página a los alumnos, para acostumbrarles a la magia del lenguaje y la ensoñación afincada en el pasado de la obra más relevante en nuestra patria. El punto de partida.

Esta semana se presentará la nueva edición con la presencia del autor, para los interesados.

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