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Prensa Libre / PERSISTENCIA. Pág. 16. Guatemala, jueves 16 de agosto de 2007.

La candidatura de Rigoberta significa “una ruptura fundamental en la historia de la política racista y colonial”

 

Postura de Torres-Rivas
Margarita Carrera

Con el trabajo Las izquierdas, Rigoberta Menchú, la historia, de Edelberto Torres-Rivas, F&G inicia su colección Cuadernos del Presente Imperfecto. Uno de los intelectuales más prominentes, Torres-Rivas ha laborado en Chile, México, España, Costa Rica y actualmente en Guatemala como investigador social. Autor de más de 15 libros y un sinnúmero de ensayos, su obra más importante, Interpretación del desarrollo social centroamericano (1971), lleva 35 ediciones y por ella recibirá reconocimiento durante el Congreso de la Latin American Studies Association, el próximo 7 de septiembre, en Vancouver, Canadá. Sus análisis sociopolíticos, además de profundos, están escritos de manera impecable. Cree indispensable realizar programas de educación y salud junto a una profunda reforma tributaria, para lo cual piensa que no son suficientes cuatro años de gobierno.

En general, dice, el guatemalteco carece de autoestima, lo que lo hace fatalista. Sin embargo, con Rigoberta Menchú, las cosas cambian. En el cuaderno Las izquierdas... analiza el papel de nuestra premio Nobel. Su candidatura para presidenta da esperanzas para que Guatemala cambie. Apoyada por Winaq (intelectuales mayas) y con Encuentro por Guatemala, Rigoberta representa algo insólito en la política guatemalteca. Indígena, mujer y pobre: “Votar por ella pone a prueba las identidades del revolucionario, del mestizo de izquierda, de los ciudadanos mayas”. Edelberto insta a las izquierdas a considerar el apoyo a su candidatura. Frente a la mayoría de candidatos de la burguesía empresarial guatemalteca, Rigoberta apunta a la ruptura con nuestra historia política, esencialmente racista, clasista y machista.

Se debe considerar también que Rigoberta ha optado por una postura que no es ni de derecha ni de izquierda, más bien ha colaborado con el gobierno de Berger, ajeno a lo maya y a la izquierda. Pero, a pesar de su actitud intolerante con la URNG y el grupo Maíz, dentro de sus méritos está el ser premio Nobel de la Paz, su comercio con medicinas baratas, sin olvidar —digo yo— el hecho de acudir a la justicia española para terminar con la impunidad en que viven los criminales de lesa humanidad.

Así que “no debe presentarse como la candidata del pueblo maya sino de todos los guatemaltecos. Debe pelear con un programa y un llamado al que puedan fácilmente sumarse fuerzas políticas del centro a la izquierda”; en fin, “una alianza nacional de fuerzas sociales, políticas e intelectuales para salvar el país”.

En entrevista que Revista D de Prensa Libre (17/06/07) le hiciera a Torres-Rivas, éste afirma ser de izquierda (lo cual, aclara, no significa que pertenezca a la extrema izquierda). Imposible no serlo cuando se conoce la precaria situación que vive la mayoría de los guatemaltecos.

Más aún, cuando se quiere que el mercado sea el centro de todo. Imposible desconocer los problemas de la gente que vive en la pobreza y miseria. Como persona de noble corazón, inteligente y sensible, la miseria le duele: “Cuando recién llegué a Guatemala, hice un recorrido por distintos rumbos.

Una tarde iba entre Cuatro Caminos (Totonicapán) y Huehuetenango, y encontré a unos niños muy pequeños, llovía y hacía frío, iban sin ropa, descalzos... me dio rabia... es que no hay derecho... confieso que me puse a llorar, ¿cómo va a haber niños descalzos en esta época del desarrollo nacional? Iban caminando en el lodo y con una mirada perdida. Desde entonces, tropiezo con situaciones similares. Vivo acongojado, lo peor es que en mi trabajo, las estadísticas, las lecturas, todo lo que hago me ratifica la profunda desigualdad de esta patria adolorida”.

Afirma que cuando vivió en Argentina y Chile lo que escribía tenía más eco. En Guatemala aún no sabe si la gente lee lo que escribe. Y recuerda que escribir en Guatemala es permanecer inédito.

Diario La Hora. Pág. 23. Guatemala, 21 de agosto de 2007.

Cuadernos del presente imperfecto
Mario Cordero

F&G Editores vuelve con otra publicación, esta vez de un tema sociológico. Se trata de una serie, llamada “Cuadernos del presente imperfecto”, que son una contribución al debate para la construcción de una sociedad democrática y solidaria en Guatemala.

La primera entrega de la serie se intitula “Las izquierdas, Rigoberta Menchú, la Historia”, de Edelberto Torres-Rivas, en donde analiza la situación actual de la izquierda en Guatemala, con especial énfasis en su posición frente al proceso electoral en curso (2007).

El texto principal de este primer número de la serie cuadernos del presente imperfecto que lleva por título “Notas para reflexionar sobre el trabajo político de las izquierdas en 2007” Torres-Rivas analiza el devenir de las izquierdas en Guatemala posteriormente a la firma de los acuerdos de paz en 1996 y los desafíos que debe enfrentar en la coyuntura electoral.

Son diversas las ideas que Torres-Rivas destaca en este cuaderno veamos solo dos de ellas:

“Hay que hablar de izquierdas, en plural, porque existen muchas modalidades orgánicas o personales de posiciones de izquierda. Ahora más que antes, por el fraccionamiento que experimentan las izquierdas en esta época posconflicto, herencia de divisiones previas.”

elPeriódico. Pág. 17. Guatemala, martes 11 de septiembre de 2007.

Los libros más vendidos durante agosto de 2007

SOPHOS

"Las Izquierdas, Rigoberta Menchú, la Historia": Edelberto Torres-Rivas, F&G Editores.

"Fábula del tiburón y las sardinas", Juan José Arévalo, Flacso.

"Manual de criminología": Mike Maguire, Oxford.

"El alma está en el cerebro": Eduardo Punset, Aguilar.

"En la mirilla del jaguar": Margarita Carrera, FCE.

"La catedral del mar": Ildefonso Falcones, Grijalbo.

"El ascenso de las élites industriales en Guatemala": Paúl Dosal, Piedrasanta.

"Guatemala: linaje y racismo": Marta Elena Casaús Arzú, F&G Editores.

"El perfume (historia de un asesino)": Patrick Süskind, Booket.

"La tierra es plana": Thomas Friedman, Martínez Roca.

elPeriódico / Domingo. Págs. 14-15. Guatemala, domingo 26 agosto de 2007.

 

Edelberto Torres-Rivas es a la izquierda del país lo que Manuel Ayau es a la derecha: un descodificador de pensamiento, un articulador de ideas. En vísperas de las elecciones ha hecho publicar un conjunto de pequeños ensayos suyos sobre las izquierdas y el papel de Rigoberta Menchú en la Historia. ¿Qué piensa él de las elecciones a las que se enrumba el país?

 

"Una democracia más madura,
necesitamos perfeccionarla"
Juan Luis Font / Claudia Méndez Arriaza

¿Qué expectativas tiene usted de estas elecciones? ¿Qué espera que suceda en este país?
– Si todo se procesa como en las cinco anteriores elecciones, aunque les pese a los pesimistas, la democracia guatemalteca se consolida. Hay nuevos problemas. Uno es la difícil administración cuando se ha duplicado el número de mesas. ¿Se podrán integrar todas antes de las 8:00 de la mañana? ¿Llegará la papelería a todos los rincones del país? Otro es que, si ello no ocurriera en algunos lugares, no faltará quien diga que eso es fraude. ¡No lo es! Son anomalías que ocurren en todas partes.

¿Pueden cambiar las cosas? Manuel Ayau afirma que nada va a cambiar en este país porque no estamos transformando el sistema, sino manteniendo un ciclo perverso… ¿Usted qué piensa?
– Con una elección general cambia el partido y la cohorte gobernante, se renuevan parcialmente el Congreso y las alcaldías. Una elección es una gran interrogante. ¿Qué puede cambiar con el voto? Ciertamente, no cambian ni el sistema político ni el modelo económico. Esos cambios solo serán resultado de que accedan al Gobierno partidos y élites con programas y voluntades definidos, animados por superar el atraso que nos agobia. Desafortunadamente, y de esto nadie en particular tiene la culpa, los candidatos no representan lo mejor que el país tiene. Habría que preguntarse por qué en otros países la democracia convoca a sus mejores recursos humanos, a su capital social. Ya llegará ese momento. Por de pronto, habrá más de lo mismo, ojalá que sea menos de lo mismo.

En la mayoría de los casos son candidatos caudillos alrededor de quienes se organiza un movimiento político para llevarlos a la Presidencia. ¿No es este el resultado?
– Eso solo refleja que la democracia es un proceso de aprendizaje muy lento para nosotros. Pero ya hay partidos cada vez más implantados, y seguramente varios sobrevivirán. El ejercicio político tiene que variar, pues ahora el público guatemalteco ya es otro; con casi 25 años transcurridos ya contamos con una generación nueva, un 60 por ciento de guatemaltecos ya no vivió ni el conflicto ni la dictadura militar. Representantes de esa generación nueva ya están participando y el que representa ese tránsito es el hijo de Vinicio Cerezo. Espero confiado que esa nueva generación sea mejor. Me refiero a que sea más calificada, que despierte más entusiasmo, que sea más idónea para lo que el país necesita.

Me anima su optimismo.
– Estamos ante una democracia más madura, necesitamos perfeccionarla mucho, pues venimos de una pesada herencia autoritaria; hacer una democracia de ciudadanos y también una democracia de partidos. Los problemas que tenemos hay que resolverlos con más democracia, no con menos. Alguna oferta por ahí propone ordenar el país con métodos que no son democráticos, y eso me asusta mucho.

Una generación de electores se encuentra decepcionada: no saben por quién votar, las campañas les parecen excesivas y no tienen idea de quién es el candidato idóneo.
– Es cierto, pero muchos ciudadanos tienen una idea equívoca de la democracia, como “lo-resuelve-todo”, y es curioso porque en esta oportunidad hay por lo menos ocho partidos con programas (URNG, ANN, Unionista, UNE, Gana, UCN, PP y EG) y el PAN y la DC, que lo tienen en versión electrónica. La paradoja es que, empujados por el clima del marketing electoral, muchos candidatos se olvidan del programa y empobrecen sus discursos diciendo los lugares comunes, como quien vende mercadería.

¿Realmente cree que los programas son coherentes?
– Sí, con iniciativas dispersas, pero es una ganancia que ahora los partidos se preocupen por estructurar programas. Aunque hay que distinguir entre lo que es una oferta electoral para ganar elecciones y las respuestas que exige el país. Nadie ha hablado, por ejemplo, de un Estado eficiente, que vamos a luchar por un partido fuerte, estructurado. Creo que es muy importante la dimensión estatal porque el Estado que tenemos no va a ayudarnos si no se fortalece financieramente y con recursos humanos con una visión a largo plazo. En todos ellos solo encuentro cortoplacismo y horizontes cuatrianuales, porque su planificación se diseña con base en cuatro años y cada cuatro años cambiamos. No hay continuidad.

Pero los partidos no se plantean eso porque son proyectos más bien personales e improvisados.
– Desgraciadamente, sí, así es. Son aventuras de corto plazo. Guatemala es probablemente el mayor cementerio de partidos en América Latina; se han muerto 54 partidos políticos en los veintitantos años de democracia. Hay explosión demográfica de partidos, nacen y mueren sin llegar a la madurez. Hay varias cosas a cambiar, entre otras respetar más la naturaleza democrática de la representación mayoritaria y proporcional.

¿Qué significa eso?
– La magnitud de los distritos electorales, los municipios, da lugar a serias debilidades. En Guatemala hay distritos pequeños, de uno a cinco diputados; medianos, de seis a nueve, y grandes, de diez y más. Los pequeños son el 62 por ciento, pero solo eligen un tercio de los diputados, los otros son un 20 por ciento, y los grandes, que son muy pocos, 18 por ciento. Los tres grupos de distritos están sobrerrepresentados. Hay distorsión en la representación con el sistema actual, los distritos extremos son Alta Verapaz, donde la razón (ratio) existente indica un diputado por cada 27 mil habitantes. En El Progreso, hay un diputado por cada 74 mil habitantes, y en el Distrito Central cada diputado equivale a 164 mil votantes. Toda esta estructura tiene que cambiar.

Entonces, ¿qué partidos salen ganando?
– Bueno, creo que los más grandes o los que ganan en distritos medios. Por ejemplo, eso puede medirse con la Tasa de Ventaja Electoral, que indica que cuando la Tasa es superior a 1, el partido está sobrerrepresentado, y al revés. En las últimas elecciones, la Gana (Gran Alianza Nacional) tuvo una Tasa de 1.2 y el FRG (Frente Republicano Guatemalteco), de 1.3, es decir, están sobrerrepresentados; la UNE recibió una proporción de escaños muy ajustada a su caudal electoral y el resto de partidos, los pequeños, padecen subrepresentación. Aquí hay una contradicción, pues la Ley Electoral facilita el nacimiento de los partidos y el sistema los mata.

¿Usted encuentra diferencias entre el Partido Patriota y la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE?
– Hay diferencias en el gesto de los candidatos a Presidente, en sus estilos de sonreír, en sus hábitos de vestir y caminar, en los decibeles que utilizan para amenazar. Son o representan personalidades distintas. No es lo mismo Álvaro Colom, reflejo de un oficial mayor de un Ministerio, que Pérez Molina, oficial mayor de un cuartel… Sin embargo, ellos y sus vicepresidentes representan en buena medida la realidad de este país: un civil, un militar, un alto empresario, un reconocido profesional.

¿Y por qué los guatemaltecos parecemos tan fascinados con las personalidades recias, como las de Pérez Molina y Álvaro Arzú?
– Bueno, no todos. Pero sin duda, el guatemalteco es así porque crece, se forma y se deforma en una sociedad autoritaria. Guatemala tiene una sociedad terriblemente autoritaria. Y el eje de esa realidad es el hogar. Creo que venimos de hogares donde privó el patriarca, el padre duro, absolutista, que con o sin violencia imponía sus caprichos y lo peor, con la complicidad materna. Con una cultura machista y patriarcal reproducimos nuestra admiración o el gusto por la violencia, la atracción por el más fuerte es casi sensual. La mano dura atrae, no hay justificación, es atracción casi carnal, diría que no es política.

Y a partir de esa explicación uno puede imaginar que resultará difícil para una mujer conquistar el voto guatemalteco.
– No si es una mujer que reproduce esos valores masculinos, no si es una mujer fuerte, no si es una mujer que ejerce con firmeza su papel, y prueba en los hechos que puede ser igual o más que el hombre. Ya llegará el momento de la prueba.

Una imagen de la cual Rigoberta Menchú se encuentra muy alejada.
– Es cierto.

Y sin embargo a usted pareciera entusiasmarle la presencia de Rigoberta Menchú en el proceso electoral.
– Sí, pero no por razones electorales, sino históricas, culturales y simbólicas. Ella representa una ruptura, votar por ella es votar en contra del establishment, porque ella es indígena, es rural, es pobre y es mujer. Su presencia “niega” en el sentido que enfrenta a los varios candidatos que vienen del sector privado, que son blancos, urbanos, ricos, con educación superior. Para mí, votar por ella significa votar contra el pasado. Está acompañada por un ex vicepresidente que fue del CACIF, un mediano terrateniente, a quien por cierto, me encontré el otro día y me dijo: “Me siento bien, lo único malo es que mis amigos ya no me hablan”.

No se consolida en este país un proyecto de izquierda, pero tampoco podemos hablar de una derecha consolidada: parece una fuerza multifragmentada, pero más fuerte. ¿O es solo una percepción?
– Va a tomar mucho tiempo que se consolide un proyecto de izquierda. Me temo que los que vienen más directamente de la izquierda armada, no todos, no han comprendido bien que la democracia es el desafío que se debe asumir. En consecuencia, hay que hacer política para cambiar desde adentro al Estado y no desde afuera. Ya no hay revoluciones, solo reformas. Y por el lado de la derecha, veo enormes posibilidades de consolidación, en las nuevas condiciones democráticas puede surgir una alianza como la que representa el Partido Patriota (PP). Recordemos las viejas alianzas de la oligarquía con los militares, que han sido siniestras para el país. También imagino una eventual alianza de algún militar con los sectores populares, o con el movimiento indígena, no sé, pero ahí podría haber alguna salida.

Y los indígenas, ¿qué papel juegan en todo esto?
– El punto de partida es que no se han politizado las diferencias étnicas. Y entonces asistimos a una realidad llena de paradojas, que esta campaña electoral exhibe. En esta, no hay polarización ideológica, pero tampoco hay una polarización étnica. La competencia electoral no se da como en El Salvador, muy enfrentada por ideologías fuertes. Sin embargo, en la Guatemala no oficial, en el interior del sistema, hay un profundo enfrentamiento étnico, hay racismo, prejuicios, violencia y también hay una polarización de creencias, ideas, algo que recuerda el odio del conflicto armado.

El sistema de partidos políticos no es un sistema polarizado y no representa la realidad de esta sociedad: porque nosotros sí somos una sociedad desigual, con broncas disimuladas. Y esa polarización es, de hecho, cada vez más fuerte y los partidos no la reflejan.

O sea que no se expresan partidariamente.
– Los grupos étnicos en Guatemala no tienen presencia política ni ideológica y los partidos no han capturado las ideas ni los principios que mueven a los intelectuales indígenas, no los incorporan a su programa, ni a su discursos, ni a su retórica. Es una situación curiosa que no se da en otros países y no sé si es buena o mala, pero en todo caso es un dato.

Pero, ¿cómo, es posible que, pese a que si lo intentan, los partidos políticos no capturen la contradición ideológica que persiste en la sociedad? Me refiero, sobre todo, a los partidos de izquierda.
– No lo logran, talvez por distintas razones de esta coyuntura. El Zurdo Sandoval es el que ha planteado las cosas más seriamente. He escuchado a Rigoberta y probablemente por ser parte de su estrategia, sus propuestas son muy razonables, prudentes… Yo esperaba que conmoviera el universo político, que obligara a los otros candidatos a definirse con relación a los indígenas. ¿Qué ofrecen, qué quieren o qué no quieren? Pero volviendo a la pregunta, creo que la gran debilidad es que ya no se producen en Guatemala movimientos de masas como en la década de los setenta, en que hubo un movimiento de masas extraordinario, para el entierro de Robin García o el doctor Fuentes Mohr llegaron 70 mil personas, ahora para el desfile de 1 de mayo (Día del Trabajador) no llegan ni 5 mil personas. Los movimientos sociales se rompieron, se perdieron todos los lazos y eso golpea a la izquierda.

Esa ideología étnica y esa ideología indígena de las cuales habla, no deben representarse necesariamente en la izquierda.
– No, pero me refiero a una ideología etnicista que puede ser probablemente una reivindicación, demandas y proyectos tales como la demanda por autodeterminación de los grupos étnicos, formas de autonomía basadas en la diferencia cultural. Se habla de un Estado maya o de cosas así, hablo de su presencia como grupo mayoritario que puede exigir una representación mayor.

Y abrir espacios a su forma de ver e interpretar el mundo, de regular sus relaciones. Hablamos prácticamente de un Estado dentro de otro Estado.
– O, como suele decirse, programas de autonomía, de autodeterminación, el Convenio 169 de la OIT dice claramente que los pueblos indígenas tienen derecho a la autodeterminación, a romper las ataduras… A mí me da mucho temor.

¿Romperlo o federarlo?
– Ni federarlo ni romperlo. Es cuestionable la idea de federarlo porque en Guatemala no hay correspondencia entre la geografía y la etnia. Huehuetenango, por ejemplo, tiene por lo menos 11 grupos lingüísticos, ¿cómo se va a federar? Creo más bien que el camino es a través de los municipios, la autonomía municipal, donde puedan ejercerse formas originales de procesos de afirmación étnica, ahí donde hay municipios que tienen más del 75 por ciento de población indígena.

Entonces hablamos de un cariz de autodeterminación a través de municipios.
– Creo que sí, sobre todo con ciertas formas de desconcentración y descentralización, aunque yo creo que estas políticas de descentralización –hasta ahora– son erráticas, equivocadas, será necesario un largo entrenamiento o preparación para que el poder local sea efectivo, dinámico, competente y sin corruptelas. Hay un dato interesante que surge a partir de la última elección: mientras la Gana se alzó con la Presidencia, el FRG ganó 180 municipios, lo cual revela un potencial dinamismo entre poder local y poder nacional. No obstante, existe un fenómeno que la prensa ha reflejado poco, o mejor dicho, ha reflejado en parte: ha revelado el alto índice de transfuguismo en diputados, pero no se ha contado que en los alcaldes ha sido peor, pues me parece que casi la mitad de los alcaldes del FRG se fueron con la Gana.

elPeriódico / Cultura y más. Guatemala, 4 de septiembre de 2007.

"Las izquierdas, Rigoberta Menchú, la historia"
Escaparate

Un ensayo que pone sobre la mesa los desafíos que las fuerzas de la izquierda tienen hoy en día, en el marco de la democracia. Este trabajo comenzó como una presentación para un seminario y del debate ahí promovido resultó este texto. Según el autor “este modesto texto debe ser asumido como un llamado a la creatividad de todos los que están de este lado de la acera”.

Prensa Libre / PERSISTENCIA. Pág. 16. Guatemala, jueves 6 de septiembre de 2007.

Votar por ella pone a prueba las identidades del revolucionario, del mestizo de izquierda, de los ciudadanos mayas.

 

Rigoberta Menchú
Margarita Carrera

Dos mujeres insólitas por su valentía, talento y honradez son Rigoberta y Nineth. Por ello, no dudaré en votar por Encuentro por Guatemala (EG). Ninguno de los otros candidatos para la Presidencia tiene la capacidad de visualizar una patria nueva, diferente, que rompa con los moldes racistas, machistas, militaristas. En el foro transmitido por CNN y Canal 3, de la multitud de candidatos presidenciales, fueron admitidos únicamente cinco: cuatro varones y una mujer. Una mujer excepcional desde todos los puntos de vista: Rigoberta Menchú. Mientras la mayoría hablaba de lo mismo: incrementar el Ejército y Policía, y dos insistían en la pena de muerte y “dedo” o “mano dura”, Rigoberta se centraba en la realidad del pueblo guatemalteco, y recordaba el tenebroso pasado cuando se impuso la bota militar y se cometieron las peores violaciones a los derechos humanos: “Guatemala ha vivido 40 años bajo gobiernos de mano dura, y esto ha dejado un país empobrecido y violento que permite el robo de niños para darlos en adopción”. Al hablar sobre el papel de la mujer, afirma que sólo su partido tiene mujeres al frente. Cuando hablaba de un país incluyente y de paz, decidió dar su agradecimiento en idioma k’iche’. Lo más extraordinario y sorprendente fue que, por primera vez en la historia de Guatemala, se presentaba como candidata presidencial una mujer que, además, es indígena y no responde a la alta oligarquía que, a través de los militares, nos ha venido gobernando desde épocas inmemoriales. Y ahí estaba Menchú, en medio de cuatro varones, con un aplomo y seguridad en sí misma admirables: “El ejemplo de mi participación en política es para representar a las mujeres que no tienen beneficio en la sociedad”. Frente a las campañas millonarias -sobre todo del Partido Patriota-, el pueblo guatemalteco debería preguntarse de dónde sale tanto dinero. Esas temibles vallas publicitarias en donde aparece la oscura amenaza de la “mano dura” nos recuerdan un pasado militarista infame.

En vano he buscado vallas en donde aparezca Rigoberta; tampoco carteles repartidos por todas partes. En cuanto al rechazo a “la mano dura”, sólo Álvaro Colom y Rigoberta Menchú insistieron en el peligro que ésta significaba. Me pregunto quiénes y cuántos guatemaltecos vieron este foro presidencial previo a elecciones. Me pregunto si no hubiera sido mejor que los candidatos, en lugar de gastar tanto dinero, ayudaran a aquella niñez que sufre de desnutrición crónica. Algo que ningún país desarrollado puede comprender al ver las inmensas riquezas de Guatemala, repartidas en unas cuantas familias criollas —o de linaje— y algunas familias de militares y ladinos que se han empezado a enriquecer con la mano de obra barata que pagan a sus trabajadores. Nadie preguntó sobre la desnutrición que llora sangre. Ese tema, mejor no mencionarlo, mejor ignorarlo, mejor no ver las fotos de madres, niños y niñas esqueléticas y con síntomas de desnutrición. Tampoco se habló sobre la necesidad de fortalecer al Estado, cada vez más debilitado a causa de la política neoliberal que cunde como plaga maligna en el mundo entero, pero sobre todo, en los países totalmente subdesarrollados, cuyos ciudadanos, para huir de la miseria, deciden alcanzar “el sueño americano”, que más bien es “la pesadilla americana”, sobre todo en esta época de Bush, cuando los republicanos han adquirido mayor poder.

Me uno a la voz de Torres-Rivas: Rigoberta, cualquiera sea su postura ideológica, significa “una ruptura fundamental en la historia de la política racista y colonial. No se ha dicho de manera apropiada lo que expresa la figura de Rigoberta Menchú en el juego electoral, y sobre todo en este 2007, en el que participan como nunca antes en la contienda, por lo menos siete figuras de la alta burguesía empresarial guatemalteca (...)”.

elPeriódico. Pág. 15. Guatemala, miércoles 10 de octubre de 2007.

Los libros más vendidos durante septiembre de 2007

SOPHOS

"Guatemala: linaje y racismo": Marta Elena Casaús Arzú, F&G Editores.

"The Art of Political Murder: Who Killed The Bishop?", Francisco Goldman, Grove Press.

"Señores bajo los árboles" Mario Roberto Morales, Editorial Cultura.

"Guatemala, La historia silenciada (1944-1989)", Carlos Sabino, FCE.

"La suma de los días" Carlos Sabino, Fce.

"El secreto", Rhonda Byrne, Atria Books.

"Siete Minutos De Desasosiego", Eduardo Halfon, Panamericana.

"La Cultura, Todo lo Q' Hay Q' Saber", Dietrich Schwanitz, Taurus.

"Las Izquierdas, Rigoberta Menchú, la Historia": Edelberto Torres-Rivas, F&G Editores.

"El tercer patio", Mendez Vides, Alfaguara.

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