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Prensa Libre / Cultura. Pág. 45. Guatemala, miércoles 18 de octubre de 2006.

» Marco Antonio Flores recibirá galardón literario.

Premio a la insurrección
Por: Redacción Cultura

Marco Antonio Flores es el nombre que se agrega a la lista de los escritores guatemaltecos reconocidos con el Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”.

Este es el máximo reconocimiento otorgado, anualmente, por el Ministerio de Cultura y Deportes, desde 1988.

Flores ha escrito novela, poesía, ensayo y artículos periodísticos. Su obra en verso es valiosa, pero aún poco difundida. Por ello ofrecemos hoy algunos de sus poemas.

Gotas
Las cartas no llegan.
No llegarán.
Los años se repiten sin tregua,
sin piedad.

Dialéctica
El mundo comienza conmigo
pero ya existía,
Ésa es la contradicción: ahí nace la angustia.
Luego todo rueda
por la pendiente de la vida
con todos y conmigo.
Todos están en mí,
yo en ellos,
Ésa es la síntesis.

Más allá
La lejanía
queda del otro lado del horizonte;
y uno aquí, desahuciado,
sembrado por fuerza es este patio ajeno.

Las sillas solitarias
El exilio
es quedarse sin presente,
sin cielo,
sin amigos, sin volcanes custodios,
sin caras familiares,
sin voces conocidas,
sin casa, sin calles infantiles,
sin saludos.

La nostalgia me jode
Las canciones
de mi país (reverberando en mi memoria)
me enjutan
las vergüenzas como pasas
(un escalofrío recorre mi espinazo)
Mis ojos se encapotan como cielo plomizo.
El eco de la marimba ausente
estruja mis convicciones.

Cuándo, dónde
La ceremonia de entrega del Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” se llevará a cabo mañana en el Centro Cultural “Luis Cardoza y Aragón”, 2da. avenida 7-57 zona 10, a las 18 horas. Entrada libre.

En breve
Marco Antonio Flores (1937). Poeta, narrador y ensayista. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés y alemán.

En poesía destacan: La voz acumulada (1964), Muros de luz (1968), La derrota (1972).

En novela: Los compañeros (1976), Los muchachos de antes (1996) y Las batallas perdidas (1999).

elPeriódico / Cultura y más. Guatemala, jueves 19 de octubre de 2006.

 

» Hoy se le entregará el Premio Nacional de Literatura a Marco Antonio Flores. Aquí una brevísima reseña de vida que trata de condensar una existencia de exilios, luchas, violencia y palabras.

Días de poesía y exilio
Por: Marta Sandoval

Entre cajas polvorientas y ropas de señora encontró algo que le marcó de por vida. Entonces él era un niño que se empinaba, sin éxito, para alcanzar los tramos altos del clóset, cuando se topó con un libro viejo: Rosas negras de Porfirio Barba Jacob. Aquel pequeño era Marco Antonio y el poemario un tesoro que había pertenecido a su padre, al que apenas conoció. Fue entonces cuando descubrió la poesía como un color nuevo en la caja de sus crayones, un color que no utilizaría hasta años más tarde, pero que irremediablemente pintaría su vida.

El catolicismo lo perseguía pero él sabía escondérsele. Iba al colegio católico, con los curas, los rosarios y las misas, pero en un descuido, entre Ave María y Padre Nuestro se escapaba para ir a visitar a las prostitutas, siempre más alegres y estimulantes para un adolescente de 14 años.

Después vino la universidad. La abuela, gran matriarca de la familia, lo quería médico. No había forma de oponerse, pero él siempre tenía un truco. Asistía a la facultad rigurosamente, compraba los libros de medicina, se los mostraba a la mujer que amasó una fortuna vendiendo telas que los judíos le traían de contrabando, y luego los cambiaba por novelas y poemarios. De la universidad algo bueno salió: frecuentó todos los bares aledaños y se volvió un experto en ping pong.

Una tarde, camino a la facultad, en el tongoneo de la camioneta sacó una carterita de fósforos y empezó a escribir letras temblorosas en ella. Su novia lo había engañado con un amigo y estaba profundamente herido, la única forma de sacarlo era escribiéndolo. De ahí en adelante todo fue catarsis, catarsis y pluma. Tenía 21 años y había tomado la decisión más importante de su vida: iba a ser escritor con todo lo que eso implicaba, era un kamikaze en potencia. Mandó la universidad “a la mierda” y empezó a adentrarse en la poesía. Ocho años después, en 1964 nació su primer libro La voz acumulada. En el 68 Muros de luz ganó el premio Centroamericano de poesía. Allí empezó la controversia. A los 25 años, en 1962, se había unido al Partido Comunista y por ello varios periodistas e intelectuales salvadoreños exigían que no se le entregara el premio, temían que el dinero fuera a parar a las arcas de la guerrilla. No lo consiguieron y en medio de críticas y reproches recibió el galardón.

Seis años en el partido fueron suficientes para que descubriera un hervidero de corrupción y marañas que le indignaron. Renunció. La decisión le costó cara: años de exilio en México, Francia y España. Salió en 1968, su viaje no pretendía más que encontrar un editor para su segundo poemario en México, pero se prolongó más de lo esperado. Desde Guatemala recibió información de que su nombre estaba ya en lista de la “Mano Blanca”; no podía volver a su país pronto.

En el extranjero empezó a formarse su novela cumbre, Los compañeros, en Madrid destruyó el primer borrador, escribía cientos de páginas que luego no le convencían. En 1970 pudo volver a Guatemala, traía en la maleta un boceto de la obra. Publicarlo no fue fácil a pesar de que había sido finalista en el premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral. La censura franquista no permitió su edición y las editoriales latinoamericanas tenían miedo de divulgarla. Fue hasta 1976 cuando Joaquín Mortiz, en México, se atrevió. La obra ha sido considerada como la fundadora de la nueva novela guatemalteca.

Por esos años se dedicó a realizar talleres de poesía para jóvenes, a escribir y a dar clases en las universidades. Pero el regreso a Guatemala no era definitivo.

Una tarde de abril de 1981 llegó a su casa en compañía de su hija. Estaba por abrir el portón cuando, por el retrovisor, advirtió que le esperaban. Cuatro hombres acompañados por una mini Uzi, y tres nueve milímetros se le acercaron. En ese instante escenas de las torturas que le esperaban se le aparecieron de golpe. Se aferró al volante y exigió credenciales. “Somos de la G2 y vos te vas con nosotros hijo de la gran puta”, le dijeron.

Ante su negativa le llovieron culatas; varias cicatrices en su rostro se lo recuerdan. Estaba ya cerca de perder la razón cuando su hija menor salió de la casa y se lanzó sobre uno de los hombres, la otra niña tomó del pantalón a su hermana tratando de alejarla. Marco Antonio alcanzó a ver que uno de los paramilitares apuntaba a la pequeña. Instintivamente metió retroceso y golpeó con la puerta abierta del carro a los hombres. Aceleró calle abajo perseguido por las balas. No lograron alcanzarlo. Dejó el carro más adelante y se agazapó en la palangana de un picop. Pasó los siguientes dos meses escondido, recuperándose de los golpes. Exilió de nuevo, otra vez México le recibió. Regresó ya definitivamente a Guatemala 12 años más tarde.

Ha sido director de teatro, periodista, corrector y editor. Marco Antonio hizo un poco de todo. Ahora le llega un premio que hace mucho le correspondía, el Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias. Es el reconocimiento a 20 libros públicados y cientos de artículos y poemas regados por revistas y periódicos.

“A mí no me interesa ni ser famoso ni tener éxito”, dijo en una entrevista “a mí solo me interesa mi posición ética con respecto a mí mismo. Rechazo la imposición, aunque eso tenga como resultado el veto de mis libros”. Y es que toda su vida ha dicho lo que piensa sin tapujos, ha mentado madres a diestra y siniestra y a repartido flores cuando se le ha antojado. La poesía es su “forma de descargarse”, la Revolución el “acto fallido de su vida”, y el exilio un “encuentro consigo mismo“. Trata de ser libre y dice tener solo dos dictadores: “el amor y el conocimiento”.

Evento realizado en el Centro Cultural de México. Salón "Luis Cardoza y Aragón" 2a. Avenida 7-57, zona 10. Jueves 19 de octubre de 2006.

Fotografías de la entrega del Premio

Entrega del Premio Nacional de Literatura "Miguel Ángel Asturias", 2006 a Marco Antonio Flores.

Ver fotografías del evento.

elPeriódico / Vitrina. Pág. 2. Guatemala, viernes 20 de octubre de 2006.

 

» Ayer se entregó el Premio Nacional de Literatura a Marco Antonio Flores.

Premio al escritor “irreverente”
Por: Marta Sandoval

“Esperemos que de ahora en adelante se le entregue el premio a un escritor por el valor de su obra, sin importar si es bien educado o malcriado e irreverente”, dijo el editor Raúl Figueroa, durante la entrega del Premio Nacional de Literatura a Marco Antonio Flores. El escritor “irreverente” permaneció todo el acto sentado en la segunda fila. No quiso que el ministro de Cultura, Manuel Salazar, le impusiera la medalla y designó a su esposa para la tarea. Más tarde, el presentador anunció el discurso del autor, pero él se negó a pronunciar palabra.

Ana Luz Castillo, directora de Culturas y Artes, dio, al inicio del acto, un anuncio ampliamente aplaudido: “Logramos ponernos de acuerdo con el Ministerio de Finanzas y el dinero del premio ya fue depositado en la cuenta del escritor”. Más tarde, Figueroa leyó un texto sobre la obra de Flores. Le siguió en el podio el Ministro: “Casualmente yo había seleccionado para leer hoy los mismos poemas que ya leyó mi antecesor. Por eso, mejor no los voy a leer para no repetir”, luego se refirió brevemente a la obra del escritor.

El premio consiste en Q50 mil y una medalla. Flores es autor de 20 libros entre poesía, narrativa y teatro.

Noticiero Guatevisión Guatemala, viernes 20 de octubre de 2006

Noticiero Guatevisión

Ayer se llevo a cabo la entrega del premio nacional "Miguel Ángel Asturias" en esta ocasión otorgado al escritor Marco Antonio flores...

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