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elPeriódico / Cultura y más. Guatemala, 5 de agosto de 2006.

 

» Editorial FYG reedita “Los Compañeros”, la novela de Marco Antonio Flores que este mes cumple 30 años.

Los compañeros de 30 años
Por: Marta Sandoval

Era 1971, cuando Marco Antonio Flores envió el original de Los Compañeros al concurso de novela Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral, el más prestigioso en ese momento para la narrativa hispana. Los jurados querían premiarla pero Carlos Barral, el editor, advirtió que publicarla en la España de Franco sería imposible. Al final el premio fue declarado desierto y se aconsejó la publicación de las finalistas, entre ellas la de Flores. Sin embargo debían pasar antes por el tamiz de la censura franquista: todas las páginas de Los compañeros fueron tachadas.

Probó suerte entonces en México. Joaquín Díez Canedo, director de la editorial Joaquín Mortiz estaba interesado. Se firmó el contrato y ofrecieron que estaría lista en seis meses. Un año después le informaron a Flores que un grupo de intelectuales, cercanos al Partido Guatemalteco del Trabajo, había hablado con el editor para pedirle que no la publicara. Ante todo el revuelo, Díaz Canedo le pidió consejo a Mario Monteforte, quien sugirió publicarla. De ahí en adelante fueron litigios de ida y vuelta, hasta que una tarde, cuatro años después y cuando ya había perdido las esperanzas, Marco Antonio encontró en su buzón un paquete con los primeros ejemplares.

Hace 30 años de eso. Ahora la Editorial FyG publica la edición conmemorativa de los 30 años. ¿Qué cambios ha visto en el panorama literario y social en estos 30 años?
– En este tiempo la literatura está muy presionada e influenciada por la mercadotecnia. Entonces ha caído en una necesidad de representación, de búsqueda de colocación social y de encontrar el éxito personal a través de un discurso literario. Esto ha llevado como consecuencia al descenso, no digo en la calidad formal, pero la calidad formal no es exactamente la literatura. En este momento la literatura en general atraviesa una crisis, producto de las transnacionales del libro. Los escritores se adaptan a las modas, un escritor exitoso comercialmente impone una moda y todos los demás lo siguen. Las búsquedas internas se han perdido, el escritor ya no sigue sus propias búsquedas sino modas.

¿Estuvo de moda escribir sobre la guerrilla?
– Claro, pero la guerrilla no era una moda, era una necesidad, social y política. No creo que haya sido exactamente moda, sino que hubo una necesidad de testimoniar lo que había pasado y estaba pasando, principalmente en Argentina y dos o tres escritores en México; en Guatemala no hubo, no existió un movimiento literario ni autores que con seriedad enfocaran lo que estaba ocurriendo en el país. De esto no nació un movimiento literario porque la gente tenía miedo, después, cuando las condiciones fueron favorables y ya todo había pasado, varias personas escribieron sobre esto, pero con muy poco conocimiento de lo que sucedió.

¿Por qué se dice que Los Compañeros es la obra fundadora de la nueva novela guatemalteca? ¿Qué méritos cree que tiene para haberse ganado ese título?
- Los Compañeros fue quizá la primera novela que se hizo en este país que tuvo como telón de fondo y como tema la lucha armada, pero no era estrictamente sobre la lucha armada. Era primero una catarsis, una crítica acerca de lo que había sido la primera etapa de la lucha armada que terminó en fracaso. Pero esta obra tiene un sentido personal, una búsqueda de explicarse las razones del fracaso del sueño en el que estaban inmersos. La novela es un trabajo crítico, nacido del desencanto del autor, respecto de su propia experiencia. La comencé sin tener ningún instructor previo, sin saber cómo hacerlo. Lo único que sabía era que yo tenía un lenguaje coloquial introyectado, muy rico, muy profundo, y este era la única riqueza para comenzar la novela.

Según Luis Eduardo Rivera “Los Compañeros” es “una novela de la violencia en el más estricto sentido. Hay violencia en el contenido y en su descarga emotiva, y en la estructura novelística”. ¿Qué opina de eso?
– Es una opinión bien razonable, fría e inteligente. En ese momento, para llegar a esas condiciones, se necesitaba estar bien empapado de lo que es la literatura y de lo que es el discurso de esa novela. Esa novela es eso, es una descarga, es una catarsis, una búsqueda de un lenguaje distinto. La idea era encontrar un lenguaje literario en la expresión coloquial de un país como este, en donde se dicen más groserías en el mundo. Entonces había que tener “huevos” para escribir la novela y como a mí no me ha importado nada lo que piensen de mí, actúo porque me da la “re chingada gana” actuar y no me interesa que digan: qué bien escribe o qué mal escribe.

Diario La Hora / Suplemento Cultural - Recorriendo la palabra Pág. 7. Guatemala, sábado 5 de agosto de 2006.

LOS COMPAÑEROS
Autor: Marco Antonio Flores
Editorial: F&G Editores

30 años edición conmemorativa de haberse publicado su primera edición. El autor es el conocido escritor Marco Antonio Flores y esta su novela ha recibido crítica muy positiva desde su primera publicación en 1976 en México.

El “Bolo” Flores como es conocido en el mundo literario es autor de muchos libros, catedrático universitario, ha vivido en México y ha sido invitado como conferencista a muchos países de Europa y América. Su obra ha sido traducida al inglés, alemán, francés e italiano.

“Con un lenguaje avasallador, en una prosa de ritmo intenso, la novela “Los compañeros”, a través de un estilo autobiográfico, se propone dar el contexto humano de la acción política, desmitificarla, desacralizarla. (Jurado del Premio Barral de novela, Barcelona 1972).

Revista D / Prensa Libre. Pág. D-29. Guatemala, domingo 6 de agosto de 2006

Tres décadas después

Todavía hay izquierdistas que llaman traidor a Marco Antonio "El Bolo" Flores por haber denunciado, en esta obra, hace 30 años, las traiciones, las incoherencias, los favoritismos y rupturas que encerraba, como cualquier empresa humana, el movimiento revolucionario guatemalteco.

Aquella narración, en tono autobiográfico, que corre desde un angustioso existencialismo hasta divertidos juegos de palabras, pensamientos e ideales, constituye la obra considerada como la primera de la Nueva Novela Guatemalteca.

"Este libro —polémico, desnudo, brutal— puede considerarse un documento sobre la vida "privada" de uno de esos grupos de jóvenes que se han arrojado a la violencia durante los últimos tres lustros en los países latinoamericanos. Caótica, unilateral, bárbara, la manifestación literaria de la guerrilla aporta, sin embargo, un contenido vital de indudable interés para la narrativa contemporánea", es uno de los comentarios que, en la solapa, previenen al lector de que está a punto de entrar a un país que ilusamente cree conocer.

Los Compañeros, Marco Antonio Flores
Edición conmemorativa de 30 años, F&G Editores, 301 páginas

Prensa Libre / Revelaciones. Pág. 55. Guatemala, viernes 25 de agosto de 2006.

» Reeditan novela del Bolo Flores.

“Los compañeros”
Por: Margarita Carrera

F&G acaba de lanzar la cuarta edición de Los compañeros de Marco Antonio Flores, uno de los más destacados escritores latinoamericanos.

Si es verdad que me costó iniciar su lectura, una vez encarrillada en su brutal y desafiante estilo me fue fácil, aunque muy duro, continuar. La novela está dividida en trece capítulos y gira alrededor de cinco personajes: cuatro hombres y una mujer: El Bolo, Chucha Flaca, El Rata, El Patojo y Tatiana. Todos de la guerrilla guatemalteca; Tatiana, cubana, la amante. Cada capítulo, un mundo, aunque conectado con los otros capítulos. Todos, intensos; desde el principio lo deja a uno destartalado. La narración fluida, los hechos, agónicos. Las horripilantes torturas que padece uno de ellos hasta morir. El tiempo sin ningún orden cronológico: los años 60, con reminiscencias del 42. Los personajes se turnan en su aparición. Flores es tan patán como el insigne Quevedo y no menos ingenioso. Con mucho de la picaresca de "La vida del buscón don Pablos"; también no poco de Ramón del Valle Inclán: el esperpento, a lo "Tirano Banderas". De la caricatura a aberración, a la grosería, a la desnudez desalmada. Ningún lirismo en estos seres que entregan sus vidas a la guerrilla, incapaces de nobleza en sus relaciones, en las palabras. Relatos "desmistificados”, "desacralizados". Vivencias que atrapan y hunden. Su lectura hiere; sobre todo si se es mujer. Machismo desbocado, en el que se esconde un Edipo: El Bolo, que odia y ama a su madre; que no conoce al padre. Ha de salir de las faldas que lo ahogan: "Madre, déjame vivir". "Qué voy a hacer, tengo que irme y sus lágrimas hediondas me tapan la puerta". Se conmueve al ver sus canas. Pero si se queda, será un maricón. Pero si se queda, su madre lo aplasta. Por eso se refugia en el machismo más grosero y tenebroso. Lejos del idealismo quijotesco; campeando, revolcándose en la brutalidad insolente del gran Quevedo. Lo hiperbólico en cuanto narra; más allá de la simple realidad, más allá de la caricatura. Quevedo y Valle Inclán, sus maestros. Un manejo del idioma sencillamente extraordinario. Difícil para un lector no acostumbrado a lo tétrico. Se ha de bucear en cada una de sus palabras, de sus descripciones, de sus relatos: El Bolo, cuando era un patojo, agobiado por la madre, jugando con los otros patojos. Todos, "hijos de la Chingada". Ya siento que viene a mi oficina y me tira las galeras de Alero: ¡las quiero ya! Sus botas y su caminar de macho. Lo reconozco en sus palabrotas, en sus relatos. Hay que alejarse de él. Te atropella, si no. Mis vivencias se mezclan con las vivencias de estos seres desorbitados, groseros. Lo autobiográfico expuesto de la manera más cruda. Más amor que odio. ¿O mucho odio por falta del amor paternal en la infancia y adolescencia? Nada de un lenguaje semejante al de Asturias, al de García Márquez. El Bolo es todos y cada uno de sus personajes, hasta la misma Tatiana. Se cuela en la sensibilidad femenina. Siente las vejaciones del Patojo cuando éste es torturado. "¿Qué era tener papá? Yo nunca lo había necesitado, no sabía que existía, no sabía su nombre, ni su cara, ni su procedencia, ni sus generales, ni sus huellas digitales, no existía, para mí no existía eso que se llama así. Yo sólo tenía abuela, madre, tíasolterona y una hermanita que no tenía paloma...". Ese el drama existencial del Bolo, que se hace guerrillero a la sombra del odio al padre.

Prensa Libre / Cultura. Pág. 76. Guatemala, lunes 4 de septiembre de 2006.

Marco Antonio “El Bolo” Flores
Por: Redacción Cultura

Marco Antonio Flores (Guatemala, 1937) es poeta, narrador y ensayista. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés y alemán.

Es autor de los libros de poesía La voz acumulada (1964), Muros de luz (1968), La derrota (1972), Persistencia de la memoria (1992), Crónica de los años de fuego (1993), Un ciego fuego en el alma (1995), Reunión, Poesía completa, Volumen I (1992) y Volumen II (2000). Poesía escogida (1998); de las novelas Los compañeros (1976), En el filo (1993), Los muchachos de antes (1996), Las batallas perdidas (1999); de los libros de cuentos La Siguamonta (1993), Cuentos completos (1999); de la crónica histórica Fortuny, un comunista guatemalteco (1994). De las obras de teatro Entremés para cantar (1972), El entrenador (1997), de un libro-collage Los rollos que quedaron (1997); ha recopilado sus columnas periodísticas en el volumen Pan pa' mi matate (1995); y es autor del libro de ensayo Poetas guatemaltecos del siglo XX (2000). Es Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” 2006.

Prensa Libre / Cabalgalibros. Pág. 79. Guatemala, lunes 4 de septiembre de 2006.

» Novela de Marco Antonio Flores.

Marco Antonio “El Bolo” Flores
Por: Juan Carlos Lemus

Marco Antonio Flores (Pocos libros son dignos de ser recordados para el aniversario de su primera Comunión.

Casi siempre tales remembranzas son trucos editoriales para celebrar una nueva Misa (provocar reventas); otras veces sirven al ego del autor que quiere recordarle al mundo: “soy escritor y existo”. En el caso de Los Compañeros (Joaquín Mortiz, 1976), novela de Marco Antonio Flores, puede que sirva para ambas cosas, pero justo es celebrarlo puesto que se trata de una obra literaria que en su momento cambió el rumbo de la narrativa guatemalteca. Aclaremos que Flores no descubrió un nuevo lenguaje ni fue novedoso en la estructura narrativa que utiliza, pues ya para entonces en Latinoamérica existía esa ruptura estructural y el uso de un lenguaje coloquial, tan libre como el que él utiliza en Los Compañeros. El mejor ejemplo lo encontramos en la novela Cuando quiero llorar no lloro (1970), de Miguel Otero Silva (Barcelona, 1908; Venezuela, 1985), quien (como otros en la narrativa y la poesía) rompe el discurso lineal, se vale de las famosas violaciones estructurales y ameniza la narración con un vaivén temporal divertido, alternando con cortes que hacen rodajas una oración.

En Los Compañeros, la historia va de 1942 a 1969; En Cuando quiero llorar no lloro inicia con personajes cristianos del siglo IV y culmina con noticias de la prensa de 1948. Con todo y eso, Flores se atrevió a desarmar tanto la forma como el contenido llevando su obra a un nivel sobresaliente en Centroamérica; se trata, sin duda alguna, de un escritor mayor que la historia tendrá que respetar como al que más. Eso sí, hay que reconocer el valor literario de Los Compañeros sin sacralizar al autor. Abordar sin mitos, leer sin entronizaciones, esa es la idea. El resultado de lo contrario, ya lo conocemos, es el ensoberbecimiento de escritores mediocres cuya entera producción voluminosa jamás alcanzará la superioridad que alcanzó Los Compañeros. Para celebrar los 30 años de la primera publicación de este libro, F&G lanza una edición que ya se encuentra en las principales librerías del país.

Marco Antonio Flores fue designado hace una semana Premio Nacional de Literatura 2006 por el Ministerio de Cultura. Tal premio vale la pena cuando recae en nombres como el suyo.

criticasmagazine diciembre de 2006.

Flores, Marco Antonio
Los Compañeros. (The Comrades) Guatemala/U.S.:
F & G Editores. 2006. 299p. ISBN 99922-61-49-8. pap. $NA. FICTION

30 años edición Flores, a.k.a. “el bolo Flores” (Flores, the drunk)—this year’s winner of the Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias—has been a well-known literary figure in Mexico and Central America for the last four decades. This coming-of-age novel—originally published in 1976—offers a glimpse at the appeal Marxism and the Cuban Revolution held for many idealistic youths envisioning a better Latin America. It tells the story of several idealistic friends who become “guerrilleros” or play at being “revolutionaries” of sorts in the aftermath of Guatemala’s many failed attempts at democracy in the late 1950s. Leading character “el bolo” also captures that raw energy of youth, with its dangerous Molotov cocktail of sexuality, ideas, and ambition; we see his transformation from young dreamer to jaded and more worldly man in Paris. Meanwhile, “El Patojo” (the Kid), whose life parallels el Bolo’s, shows a sentimental innocence with his great respect for his mother, but bad luck leads to his imprisonment and demise. Clearly autobiographical, this novel still carries some relevance and, in a curious way, parallels Vargas Llosa’s latest novel, Travesuras de la niña mala (“Mischiefs of a Bad Girl”), in that it shows how exposure to other worlds and ways of life can change a person’s perception of himself and his possibilities. Flores has some sustained passages of marvelous rhythm and character that will certainly delight Guatemalans and that hopefully will be appreciated by other readers as well. The winner of many prizes and highly acclaimed when it was first published, this classic work is highly recommended for all libraries, especially those with strong Central American collections.—Dr. Catherine Rendón, Savannah, GA.

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