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*. Centro Cultural de España, distrito Cultural 4o. norte. Guatemala, jueves 18 de agosto de 2005.

 

>> La presentación estuvo a cargo de Carolina Escobar Sarti y Carlos Arévalo. [Fotografías] [+]

Presentación novela "Con pasión absoluta"

Por: Carolina Escobar Sarti*

Introducción

Primera lectura, Semana Santa de 2005. Sobrepasé la prueba de leer tendida en mi cama, sin casi pestañear la noche de un sábado, un libro que se consumió todo en esa misma noche. Pocos días después, le enviaba esta nota a su autora: "fueron mil palabras cabalgando impetuosamente en mí, dentro de mí, sobre mí; una polifonía de voces que transitaban- espectralmente- entre el silencio y un ensordecerdor estruendo; toda la pasión sostenida en el instante brevísimo de la escritura, en la mínima metáfora de la vida. Con pasión absoluta me acompañó en Semana Santa. Gracias por compartirlo."

Segunda lectura, hasta hace apenas algunas horas. Llegan con ella imágenes completas, realidades sobrepuestas, voces uniendo tiempos, todo nuevo de nuevo. Y lo que antes fue presentimiento es hoy certeza; esta segunda lectura se alargará y contendrá en sí misma el retorno de muchas más, porque este libro de Carol Zardetto es de aquellos lugares a los que se vuelve una y otra vez sólo para repetir el asombro.

Asombro que me remite a aquél Antonio Machado cuando decía: "Somos víctimas -pensaba yo- de un doble espejismo. Si miramos afuera y procuramos penetrar las cosas, nuestro mundo externo pierde solidez, y acaba por disipársenos cuando llegamos a creer que no existe por sí, sino por nosotros. Pero, si convencidos de la íntima realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de fuera, y es nuestro mundo interior, nosotros mismos, lo que se desvanece. ¿Qué hacer entonces?"

Frente a este doble espejismo de la vida, se levantan los artesanos de la palabra. Recuerdan, trazan su propia arqueología (y por ello la nuestra), se posesionan de cuerpos viejos, botan los muros entre las múltiples realidades, roban palabras, se roban la propia vida y adelantan la muerte por instantes.

Carol Zardetto, primera mujer guatemalteca en ganar el Premio Monteforte Toledo de Novela, logra esto y más. No es mi intención hacer una disección completa de esta obra en tan poco tiempo, ni es tampoco el espacio para hacer un análisis estilístico alrededor de la misma, y no esperaré hasta terminar mi comentario, para decirle a la autora que celebro sinceramente su novela, no sólo porque es una mujer, no sólo porque ha contribuido de manera definitiva a botar el mito de que las escritoras guatemaltecas no escribimos novelas, sino también y sobre todo, porque esta novela está bien hecha y Guatemala lo agradece. Como la misma autora dice en el texto: "Nunca pensamos escribir esa historia. En todo caso, ya está y no hay salida. Toda historia, una vez iniciada, conmina a un destino marcado." Bienllegada sea tu novela a Guatemala. Clara, honda, honesta.

Volver a las entrañas

"Los días pasan suaves y lentos en las entrañas de Guatemala", así comienza la novela, dándole al lector la sensación de un volver al útero materno, territorio oscuro y silencioso, inescrutable, la nada. Irene, la protagonista vuelve a casa a la fuerza, porque no quería volverse de Vancouver, y ve "con los ojos del recuerdo" porque es "testigo de sí misma".

Caminar hacia adelante o hacia atrás es caminar en el tiempo, algo que en esta novela se convierte en uno de los juegos más afortunados; en cualquier obra, transitar indistintamente entre la omniscencia y la presencia de los personajes, no es sencillo. Así, Irene entra y sale "de un pretérito anterior como quien lucha contra el sueño".

Y luego de recorrer las calles que se abren ante ella, comienza a situarse en el lugar de la madre: un salón de belleza en la 15 avenida de la zona seis. A partir de ese momento (y para no contar el argumento), se suceden unos a otros los lugares y los rituales que viven las mujeres de la familia, a lo largo de cuatro generaciones. Desde "allende" los campos de Barberena, donde la abuela había sido violada por el hijo del dueño de la finca, pasando por la cocina, considerada como el "reino benigno de las mujeres", hasta los lugares nocturnos de Comercial Drive, en Vancouver, donde Irene y sus amigas bailaban o vivían desenfrenadamente la experiencia de buscarse a sí mismas. Entre estos, el salón de belleza donde la madre y las tías completaban los rituales del imaginario femenino de la protagonista.

Estos ojos de mujer escudriñan hondo la vida de las mujeres de un país, del país mismo, sus tradiciones y costumbres, y más allá de esto, su historia grotesca, crecida sobre espantos y realidades. Las injusticias son, no se nombran dentro de la obra; las ideologías quedan, no son retórica en el texto; las masacres se recrean, no desde el morbo sino desde los hechos; la finca existió, no es una ficción bien vestida; los niños de la Costa corren casi desnudos, porque es apenas un atisbo de nuestra realidad cotidiana; la United Fruit reaparece, porque en verdad existió; Rogelia Cruz se muere otra vez en la obra; la contracultura se vive en la novela, no se espectaculariza en ella; y aunque aparecen múltiples situaciones que contienen una clara y necesaria denuncia, esto no suena a panfleto, no cansa, es algo que parece ser, naturalmente, realidad; un espejo de realidad. Porque “Guatemala es un país jodido”, y eso no se lo inventa la autora.

Por cierto, en Los espejos, Clarice Lispector pregunta: "¿Qué es un espejo? ", y ella misma responde, "es el único objeto inventado que es natural". En la novela Con pasión absoluta, la palabra, primero hundida y anclada en el cuerpo de la autora, emerge espontáneamente de ese mismo cuerpo, para dibujar desde sus personajes múltiples experiencias, vivencias, visiones de mundo en diferentes épocas, recuerdos y deseos. Y la misma autora, a manera de pista nos dice: "se confunden los tiempos, las visiones".

En la novela, aparecen un padre soñador y ausente, un abuelo que se dejaba perseguir para pagar los diez quetzales de pensión, un padrastro abusivo y medianamente visible, un hermano muy querido pero muerto y una serie de hombres cuyos nombres muchas veces comienzan con C, pero no terminan en nada más que en el territorio de la nostalgia.

En consecuencia, otro de los ejes que se abren en la novela es el del amor, que siempre será colocado por la protagonista “en un escenario, envuelto en la intriga y el dramatismo del maquillaje y los ropajes que (lo) visten”. Esta novela es una cartografía del amor y el desamor, y el territorio donde se mapean estos ires y venires, reconoce a una protagonista que se siente igualmente ajena en Vancouver, en Buenos Aires y en Guatemala, no teniendo más patria que su propia historia. Historia que a su vez, está definida por el amor y que no siempre se tiene la voluntad de reinventar.

Y cito tres partes de la obra que me ayudan a ver mejor esto del amor:

1.) "Me hiciste sentir hoy que mi nombre, mi cara, mi historia tienen aquí un lugar y un sentido. Quería, desde entonces, transgredir con vos una frontera, escribir esa otra historia".
2.) "No existe, amanecí diciendo, conversando conmigo misma- ¡El amor no existeeeeeee!..." grité, sacando la cabeza por la ventana, sintiéndome por fin libre de su tiranía.” Fuera queda entonces la protagonista de "la caricatura doméstica, plagada de pequeñas crueldades y enorme vacíos que con frecuencia llamamos amor".
3.) "Me fui de Guatemala por el terror generalizado que incautó nuestras vidas por toda una generación. Me fui, por mi propio terrorismo personal. Por el terrorismo que ejercieron y ejercí sin entenderlo sobre mi propia vida, y que llamé con distintos nombres, incluyendo el de ‘amor’."

En Con pasión absoluta, las imágenes se van dibujando completas. Una historia se crece sobre otra y las imágenes de ambas historias yuxtapuestas hacen crecer en mí, como lectora, otra historia. Las realidades sobrepuestas construyen entre la autora y la lectora, una complicidad y al mismo tiempo generan imágenes nuevas. ¿Dónde terminan y comienzan las voces de la abuela, la de Irene y la mía?

Saltos originales en la escritura (los Movimientos, la parte epistolar) y una estructura compleja alrededor de muchos ejes espaciales y temporales, van haciendo diáspora en la novela. Vancouver va quedando apenas como un recuerdo, dentro de cuyas entrañas húmedas, a veces Irene entraba. Y la obra va cerrándose con estas palabras:

"La realidad es una catedral que se levanta al alba con su altar sagrado, mientras en las puertas aún cerradas, un borracho se orina. Nosotros, que nombramos las cosas, andamos perdidos entre lo sublime y lo execrable, y quizá nos convendría saber que una inefable benevolencia nos abraza. La vida merece compasión absoluta".

Te abrazo Carol por esta novela. Es de las que perduran.

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