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elPeriódico / elAcordeón. Guatemala, domingo 12 de diciembre de 2010.

Libros para regalar

Por: Marta Sandoval, Juan Diego Oquendo, Roberto Wagner y Luis Aceituno

En el principio era el libro. Hasta hace unos cien años, una de las formas de comunicar el conocimiento humano eran la radio y luego la televisión. Hace unos cuarenta, se dio un salto gigantesco: internet. Pero antes de todo esto, estaba el libro. Ese “objeto ideal” de Isaac Asimov. Ideal porque, aún con toda la tecnología, el libro siempre está calibrado, no requiere un conocimiento técnico, ni necesita energía para funcionar y lo puede acompañar hasta el baño si es preciso. Y su perdurabilidad frente a una catástrofe energética no le haría mayor daño. Cuando todas las computadoras del mundo enloquezcan, ahí estará él para recordarnos nuestra insensatez, nuestro olvido ante sus perdurables y suaves páginas.

En Guatemala estamos lejos del e-book, por tanto, nos queda reconfortar el ansia, nuestras angustias, nuestros sueños, en el libro. Y en estas fechas, es el momento ideal para tomar un libro, para leerlo, para regalarlo, y para recibirlo. Quizás en diez años, en lugar de regalar libros, regalemos códigos de descarga por internet. Mientras tanto, disfrutemos del placer de ir a una librería y adquirir alguna de las lecturas que aquí recomendamos.

Feliz Navidad de parte de Marta Sandoval, Juan Diego Oquendo, Roberto Wagner y Luis Aceituno, los encargados de redactar este especial.

Poesía completa
Marco Antonio Flores
F&G Editores


Para conocer más a fondo la obra de Marco Antonio Flores, este año se presentó un volumen de toda su poesía. Se sabe que, como buen lector, el escritor debe leer a los grandes maestros, pero para mover la pluma y crear poesía, hace falta algo más: vivir. Así, en un prólogo -y autobiografía resumida- Flores asegura que lo que le llevó al encuentro con la poesía fue “la aventura, la mujer, el sexo, el licor, la parranda...”.

Q175 en las principales librerías

Prensa Libre / Weekend. Pág. 2. Guatemala, viernes 22 de diciembre de 2010.

Poesía completa de El Bolo Flores

Poesía completa.

F&G editores compila la obra poética completa, a la fecha, del controversial escritor Marco Antonio Flores (Guatemala, 1937). El volumen de 553 páginas se divide en nueve partes: Prólogo, La voz acumulada, Viento norte, Muros de luz, La derrota, Cónica de los años de fuego, Persistencia de la memoria, Un fuego ciego en el alma y la Estación del crepúsculo. Con un presentación autobiográfica descarnada y franca, la obra está destinada, sin duda , a convertirse en la referente principal de la obra poética de El Bolo Flores.

elPeriódico / Cultura. Pág 23. Guatemala, martes 21 de diciembre de 2010.

Poesía completa

Por: Méndez Vides

Mi primera lectura de la obra de Marco Antonio Flores correspondió a su poesía, recuerdo que por algún motivo llegó a mis manos en San Salvador su libro Muros de luz, que leí deleitándome.

Mi primera lectura de la obra de Marco Antonio Flores correspondió a su poesía, recuerdo que por algún motivo llegó a mis manos en San Salvador su libro Muros de luz, que leí deleitándome. El autor escribía poemas a su hija desde la cárcel, a la madre (donde se denominaba soldado del pueblo), a su pareja y en el Narciso fracasado era sol y noche; también dedicaba su canto al poeta mártir, Otto René Castillo, a quien calificaba de maestro, compañero y camarada. En dicha obra el autor guatemalteco se manifestaba lleno de vida, enérgico y dueño de sentimientos comprometidos con la transformación de la realidad. Eran los días de la música revolucionaria, de ‘Casas de cartón’, de manifestaciones y persecución política, y el libro me supo muy bien.

En los años setenta pude ver en persona al autor en un centro cultural, cuando al frente de un grupo de escritores enfrentó a un grupo rival de también escritores. Creí que se iban a dar de trompadas, pero el diplomático de casa intervino y los calmó. Los dos grupos se alejaron del lugar ronroneando, como deportistas frenados, y el resto comentamos divertidos la extraña ocurrencia.

Luego apareció su novela Los compañeros, cuya primera edición conservo entre mi selección de novelas fundamentales del quehacer patrio, la cual leí de corrido una tarde de pesca en Costa Rica, porque mientras mis anfitriones esperaban que picara una trucha en un río entre montañas, yo me recosté en una piedra y leí la novela casi sin respirar, y terminé cuando la luz del sol empezó a ser estorbada por las alturas verdes. Desde esa tarde supe que eran dos Marco Antonios, uno el novelista agresivo, violento, llena la boca de sapos y culebras, bastante en línea con el personaje a quien presencié peleonero en un acto social enfrentando al colega que seguro le caía mal; y otro el poeta, refinado y sentimental, sensible, para quien los gritos de los niños son rosados, o existe la palabra deleite, y deja que su fragilidad de ser humano se manifieste. Uno es el narrador duro y guerrero, como patojo malcriado, y otro el poeta íntimo, mortal. Su prosa contiene toda su exterioridad, y la poesía el lado íntimo de su reflejo.

F&G Editores inaugura un nuevo proyecto editorial: Biblioteca Guatemala, con la publicación inicial de la poesía completa de Marco Antonio Flores, un grueso volumen en pasta dura que se convierte en un adecuado homenaje a la obra del escritor. Su prosa es ya bien conocida, y ahora ya se puede tener en un solo volumen el conjunto de su obra poética, la realización de su otro yo, en cuyas páginas es grato deslizarse, leer saltándose época, ir de un lado al otro, percibir el proceso de su maduración de escritor que se dedicó de alma y cuerpo a la literatura y la vida. Es de felicitar a F&G Editores por tan relevante paso en su itinerario, porque con publicaciones de esta envergadura ya empieza a hacer historia.

Revista D / Prensa Libre. Pag. D-3, D-26-D-28. Guatemala, domingo 2 de enero de 2011.

 

 

 

F&G Editores publica la poesía completa de Marco Antonio Flores.

Pueblo chico, infierno grande

Por: Juan Carlos Lemus

El camino del poeta Marco Antonio Flores hacia La estación del crepúsculo, su más reciente poemario, ha durado más de 73 años. Es una larga carrera por varios países, coronado de hallazgos poéticos asentados en sus libros anteriores.

Después de dar batalla, del exilio y de las frustraciones políticas y sociales, Flores llega por fin al encuentro consigo mismo. Su Poesía Completa fue editada por F&G Editores, a finales del 2010. Sus libros incluidos se titulan La voz acumulada, Viento norte, Muros de luz, La derrota, Crónica de los años de fuego, Persistencia de la memoria, Un ciego fuego en el alma y La estación del crepúsculo.

Es un libro que comentaremos de forma general, pero, antes, hablaremos brevemente acerca del autor.

Es difícil describir a los gatos. No basta con decir que tienen navajas en lugar de uñas, pelo fino portador de toxoplasmosis y un ronroneo nigromante. Hay que añadir que no tienen amo, se van de casa y retornan para estirarse en la misma guarida, entre sus mismos vahos, cada vez con mayor pereza.

Este escritor guatemalteco parece un ser ficticio, un gato calvo que va y vuelve de México a Guatemala. El exilio en los años de 1960 marcó su vida de esa manera. Nació en 1937. Es un tipo testarudo. No da la espalda ni a su sombra. Daría la vida por sus hijas. Daría la muerte por sus hijas. ¿Navajas, toxoplasma y nigromancia? Por Marco Antonio Flores responderán su obra literaria y su paso por esta tierra. Por nuestra parte, a Flores hemos de reconocerle tres cosas. La primera, que con Los Compañeros revolucionó la novela Centroamericana —bastante se ha hablado de ello como para explicarlo aquí en dos líneas—; la segunda, que si bien hoy son comunes los talleres literarios, los cuales van desde los mejor atemperados hasta los de la peor calaña, fue Marco Antonio Flores quien los retomó a su retorno, después de su exilio en México. Dos décadas han pasado y la práctica se sigue multiplicando. Tercera, que lo suyo no ha sido un simulacro de aventura. Ha sido una vocación literaria permanente, y como ser humano ha sido consecuente con él mismo, le pese a quien le pese; ha sido un hombre de dar estoques, duros y profundos. Pero, por otra parte, si bien ha sido hermético, hoy hemos de reconocerle que nos brinda su cabeza dura como la nuez, pero también la clave para partirla en dos: su Poesía Completa.

A diferencia de su obra narrativa, que mantiene un interés estructural y cerebral bien claro, su poesía conserva esa substancia nacida al margen de la intención formal. Aclaremos que tiene, evidentemente, oficio pulido y el objetivo de armar después un tomo, pero resguarda el tuétano de sus orígenes. Por eso es poesía, una procedente de un ser humano totalmente solitario. Es allí donde no hay gato encerrado ni hijas, ni hombre diestro en el arte de la desconfianza y el aislamiento, porque a Marco Antonio Flores le cuesta creer que hay vida más allá de su vecindario. O de su casa. De su estudio. Una mesa enorme con lápices bien afilados. Obras de arte, carteles que lo anuncian a él como director teatral, en la década de 1960. Libros viejos. El torso de una mujer de barro de hace mil años. Su estudio, “el típico cuarto de un viejo”, pensará su nieto, quien, según cuenta la leyenda, lo volvió dulce como el almíbar.

El poeta deja colgado su cuerpo de metro sesenta y dos en la puerta de sus corduras. Eleva los puños —que mantiene tensos, maldicientes, desde hace 73 años— y los deja caer sobre la hoja; puños que luego relaja; destraba de sí la mandíbula en pico, ese frontis con el que advierte a la sociedad de que es un gallo mayor, de buena pelea, capaz de envenenar a Dios y que está más allá del bien y del mal. Es entonces, cuando decide dar pormenores del mundo, cuando poetiza y nos muestra al hombre a bordo de su balsa de furia, llanto, con sus cuitas y angustias. Ese es el poeta. Pueblo chico, infierno grande.

De La voz acumulada hacia La estación del crepúsculo hay un reflejo de 42 años de poesía. Son textos escritos en Guatemala, México, Cuba, Praga, Francia e Inglaterra, entre 1960 y el 2002. Desde sus primeros poemas (La voz acumulada) se avizora a un Flores que indaga sobre la vida y la muerte, pero en el que aún puede más la arrogancia de sus, entonces, 23 a 26 años de edad iniciando la cuesta.

Poemas adelante, tenemos a un Flores de canto amoroso, transparente, que sufre y goza, que encuentra y desencuentra a la mujer amada; en él ya se siente (Viento norte) un aroma a verso de la revolución con sus ideales. Llega el poeta a su cénit revolucionario (Muros de luz); es tempestuoso, tiene dureza, miedo, habla de que él mismo ha minado su sepultura; se anima, incluso, a escribir un testamento. Desde su coraza otea el horizonte social. A ratos parece un enfurecido socialista, ansioso por atacar las bases de la sociedad injusta. Nos muestra quién es, de qué está hecho, lo que piensa de su pasado y lo que le gustaría hacer.

Está en el súmmum de su rebeldía. Es cuando expresa, por ejemplo, “Ese es mi padre/ diré/ cuando cague su tumba/”. Pero también aparece el poema De la esposa, acaso uno de los más profundos escritos en la historia de los amantes, no por bello ni original, sino por profundo, que vale más.

Sigue, en sus 28, en la toma de conciencia social y familiar, y se ubica en el sitio que le corresponde en el planeta. Sufre la pérdida de los amigos combatientes y surge un nuevo núcleo familiar. “La juventud se marcha/ para arriba —o para abajo—”, escribe el poeta que escala sobre cimientos de sufrimiento, miedo y coraje. Está en La Habana.

Sus poemarios La derrota —toda una épica emocional—, Crónica de los años de fuego y Persistencia de la memoria dan nuevos vistazos a bisabuelos, abuela, padres y su pasado reciente hasta el exilio. A partir de entonces es cuando se descubre, se ha quitado la máscara, empieza a Decir con mayúscula. Pero antes de concluir el libro, con La estación del crepúsculo, aporta un canto a la experimentación erótica y verbal, un juego de paladar, una cana al aire (Un ciego fuego en el alma) y un retorno a la piel. Va de los 30 a los 50 años de edad a ese ritmo hasta que entra, así, a La estación del crepúsculo, donde ya los bramidos encabronados, la tortura amorosa, la insatisfacción social, el pasado, la vida entera, todo es un punto en el universo. Lo sabe. Un sueño ha sido la vida. Consumatum est. Y podríamos acostarnos a dormir con un libro poderoso, el de Flores, recostado en nuestro pecho. Pero es apenas el inicio. En efecto. Su Poesía Completa es el inicio de algo más allá de lo importante. Es entonces, hacia el 2002, cuando despierta y contempla lo que había tenido ante sus ojos, toda la vida: que la vida es pequeña, que el ego es solo un otro inoportuno. Es un despertar. Algo sucede en esa cabeza. Abre los ojos un Marco Antonio que deja de mirarse al espejo y se ve hacia adentro. Había visto mucho hacia afuera: mujeres, crepúsculos, países, incluso, se había visto hacia dentro de sí mismo mil veces, pero algo lo hace volver a la pregunta cavernícola, a esa que se planteó —acaso él mismo, hace millones de años—: “Quién soy”.

Ese tipo está pariendo. Es hora de empezar. Precisamente, cuando concluye sabe que es hora de comenzar. Ha llegado el momento. Hasta entonces, solo era una gota tumultuosa en el océano. Arrancada la máscara del silencio, ahora nos da a conocer ese hermoso punto de partida titulado La estación del crepúsculo.

Su Poesía Completa no incluye lo escrito posteriormente, en esta década, quizá lo conozcamos en un futuro.

El escritor Marco Antonio Flores (Guatemala, 1937). Poeta, narrador, ensayista y periodista. Es Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2006. De su narrativa sobresalen sus novelas Los Compañeros (1976), En el filo (1993), Los muchachos de antes (1996) y Las batallas perdidas (1999). Además ha publicado libros de cuentos, ensayo, columnas periodísticas y obras de teatro. Poemarios: La voz acumulada (Guatemala-México-La Habana, 1960-1963); Viento norte (Praga-Guatemala, 1963-1964), Muros de luz (La Habana-Guatemala, 1963-1967); La derrota (México-París, 1967-1970); Crónica de los años de fuego (Guatemala-México, 1972-1983); Persistencia de la memoria (México, 1986-1987); Un ciego fuego en el alma (S/F) y La estación del crepúsculo (Winterbourn Dawn, Bristol, Inglaterra-México-Guatemala, 2000-2002). Poesía completa. F&G Editores. Colección Biblioteca Guatemala. 564 páginas. ISBN: 978-9929-552-12-8.

Prensa Libre / Cultura. Pág. 47. Guatemala, viernes 7 de enero de 2011.

Los versos del gran poeta

Por: Fernando Ramos

Decía Luis Cardoza y Aragón: “La poesía es la única prueba concreta de la existencia del ser humano”; en el caso de Marco Antonio el Bolo Flores, esta frase se cumple. Aunque la totalidad de su obra comprende más de 25 libros publicados, en distintos géneros literarios, la mayor prueba de su paso por esta vida queda en su poesía.

La andadura poética de el Bolo empezó en 1960. La voz acumulada fue el nombre de su primer poemario, y concluye, según él dice en el libro Poesía completa, publicado por F & G editores, con La estación del crepúsculo, fechado entre 2000 y 2002.

Escribir poesía —de verdad— es uno de los actos más íntimos que existen, es enfrentarse a sí mismo y, aunque duela, dejar salir todo aquello que da forma al ser humano que lo intenta. Cualquier otra manera de enfrentarse a la poesía termina siendo un artificio.

Para llegar a ella es necesario tener, entre otras cosas: la necesidad de expresarse por medio de la palabra escrita, la vocación, el oficio. En ese sentido, el trabajo de Flores está signado por tales matices, pero le agrega obsesión. En cada poema suyo se advierte la mano de orfebre, pulidos en la medida justa, hasta dejarlos casi con el tuétano expuesto, pero fuertes en estructura; resisten el mayor embate que se les pueda hacer.

Probablemente sea ocioso señalar que alguno de los libros contenidos en el volumen tiene más calidad que otro; pero es posible decir que es en la poesía más íntima, la que aparece en Persistencia de la memoria o en La estación del crepúsculo, en donde se percibe al ser humano desnudo ante sí.

Dice el poema: Sastre mi abuelo / por parte de padre / sastre mi abuelo / por parte de madre / sastre mi padre, / sastre mi tío, / costurera mi mamá. // Yo aquí / zurciendo, / bordando, / bordoneando / estos poemas en vez de trabajar. // Soy un desastre.

Poesía sin alardes, ni filigranas; en definitiva, los de el Bolo Flores son versos de poeta mayor.

La presentación
El libro será presentado el jueves 13, a las 18.30 horas, en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón de la Embajada de México —2a. avenida 7-57, zona 10—.

En palabras del Bolo

Por: José Leonardo

Marco Antonio Flores habla acerca de su libro que traza su recorrido pasional e interno desde sus inicios hasta las publicaciones recientes.

Cuando dice: "estoy cansado de morir despacio", ¿se podría decir que ese es el destino del ser humano?
Uno sabe que va a morir. Ese es el sentimiento de cualquier hombre, pero cuando el cansancio de la vida comienza a manifestarse, uno se cansa de morir despacio, y quisiera morir más pronto.

¿Qué significó escribir poesía en un país que se en contraba en guerra?
Por ese entonces, no solo escribía poesía. También estaba comprometido con el desarrollo de la lucha. Fui militante de organizaciones revolucionarias, y al mismo tiempo que hacía mi trabajo político también encontraba momentos para escribir poesía, cuando lo necesitaba.

Y el exilio, ¿qué le dejó como hu mano y escritor?
Conocí países distintos y viví en otras sociedades donde fui más apreciado que en mi país, donde también viví con más tranquilidad y libertad. Todas esas experiencias me permitieron mejorar mi manera de escribir, de conformarme y formarme como poeta.

¿Cree que la poesía es un arte con futuro en el país?
La poesía no va a desaparecer. No ha desaparecido en todo el tiempo que tiene de existencia la humanidad. Es una necesidad personal de explicarse el mundo en el que se vive.

EL LIBRO SE PUEDE ENCONTRAR EN LIBRERÍAS SOPHOS.

Diario de Centro América / La Revista. Págs. 1, 4-5. Guatemala, viernes 14 de enero de 2011.

 

 

 

 

Marco Antonio Flores: escritor

Ha sido poeta, narrador, ensayista, periodista, editor y promotor de talleres literarios. Es considerado un personaje emblemático en el mundo de las letras. Con la publicación de su novela Los compañeros, de 1976, se inició la “nueva novela guatemalteca”. En 2006 ganó el Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”. Ahora, Marco Antonio Flores acaba de presentar su poesía completa, que reúne su producción durante 42 años, en libros como La voz acumulada (1964), Muros de luz (1968), La derrota (1972), Un ciego fuego en el alma (1995).

"La poesía no cambia el mundo, cambia a los hombres"

Por: Nora Martínez l DCA l

Su trabajo está signado por la vocación y la necesidad de expresarse. La muerte, el amor y la guerra han marcado toda su producción literaria. En esta entrevista habla acerca de distintas nociones literarias y existenciales, sobre todo de la poesía y el mundo de la escritura.

¿Qué significa ser escritor en un país que no solo no lee sino que tampoco se acerca a sus propios autores?
Eso no importa, porque no es que signifique algo para el escritor vivir en un país o en otro, el asunto es que el escritor puede vivir en cualquier país y en cualquier país tiene que escribir porque necesita hacerlo. Porque la escritura es una necesidad personal para manifestarse y para expresarse. Entonces no importa que se viva en Guatemala, en el Salvador o en Argentina sino lo que se necesita es tener la capacidad y la necesidad de escribir.

¿Todavía nos dice algo la literatura en Guatemala, por lo menos para quienes buscan ese oficio?
Puede decir algo pero necesariamente tiene que tener cierta sensibilidad el lector para poder captar algo de esa escritura. Porque hay lectores que no tienen sensibilidad para la poesía y no la comprenden, no saben de qué es lo que se trata y que es lo que está diciendo la poesía. Entonces eso tampoco importa mucho sino que la poesía está allí y quien la puede captar la capta.

¿Tiene una función social la poesía?
La poesía no tiene una función social, tiene una función concreta que es ser poesía, ser la expresión de una persona que tiene una sensibilidad especial que manifiesta su realidad a través de la poesía y eso necesariamente tiene que ser así. No necesariamente tiene que expresar la realidad concreta, sino una realidad que el poeta va encontrando por sí mismo del mundo que lo rodea. La poesía no tiene que ser comprendida sino que tiene que ser sentida, es para sentirse. Es una expresión de la emoción y con emoción se entiende. Es un intercambio de emociones entre el lector y el escritor. Eso es lo importante, no lo que quiera decir, lo que represente o lo que signifique, porque el lenguaje de la poesía es especial, no es un lenguaje común sino que está cargado de metáforas, de símiles e imágenes que no significan lo que quieren decir las palabras en el lenguaje común, sino que son otras cosas que quizá signifiquen lo mismo pero que se dicen diferente.

Usted ha realizado talleres de poesía ¿cuán complicado resulta enseñar un oficio como este?
Nadie le puede enseñar a nadie cómo escribir. No se enseña el oficio de poeta, eso lo aprende el escritor mismo, lo siente, lo trae, lo va descubriendo. El taller a lo que le ayuda es a orientar la lectura, sus intereses y sus deseos, pero no le enseña a escribir. Lo que enseña a escribir es la lectura y la necesidad de decir cosas.

Da la impresión de que quienes se acercan a la poesía es sobretodo gente muy joven...
Acercándose a lo que puede ser poesía, que es distinto.

Hasta hace 50 años todavía la gente se reunía a hacer lecturas poéticas, se hablaba de poesía, se recitaban incluso poemas de memoria y parece que ese tipo de actividades dejaron de practicarse ¿se ha convertido en un oficio trasnochado?
Lo que sucede es que la lectura de poesía es personal no es social, la lectura de la poesía no puede ser ni siquiera hablada, no se puede recitar la poesía, sino debe leerse, comprender eso quiere decir entender la necesidad de participar de una lectura para sí mismo, no para los demás. Los demás no importan para el lector de poesía. El oficio no es trasnochado, es oficio solamente.

¿Es todavía algo a lo que alguien puede dedicarse en Guatemala?
Claro que sí porque no es dedicarse a ser escritor, sino ser escritor y ser escritor no es una dedicación sino es una voluntad, una decisión, una necesidad y esa necesidad hay que satisfacerla, no necesariamente para los demás sino para sí mismo.

Se habla de grandes temas de la literatura ¿en qué ámbitos gravita la literatura actual?
De los temas no podría decirle porque los temas son también muy personales, no son temas que obedezcan a la realidad concreta e inmediata, sino que van adentro del inconsciente del escritor, del poeta. La poesía viene del inconsciente, entonces esa carga del inconsciente es la que va dando el sentido y el tema del poema, la necesidad de expresar lo que se siente es lo que va surgiendo, entonces no tiene mucho que ver con la realidad, tiene que ver con la necesidad de expresarse.

Durante los años de la guerra da la impresión que los jóvenes buscaron más la lectura, se hablaba más de literatura, la lectura era más crítica
La poesía de la guerra es distinta. La poesía de la guerra es comprometida, es una poesía que obedece a la guerra. No solo aquí, sino en todas partes del mundo, surgió una poesía que se llamó comprometida y que tenía que ver con ese mundo que se intentaba cambiar en esos tiempos, tenía que tener una relación directa con la realidad. De tal manera que explicaba el mundo exterior. Pero la poesía comprometida ya no existe. Ahora es una poesía personal que tiene que ver con las necesidades personales de explicarse el mundo propio, explicarse el mundo interior, de decirse ante todo.

¿Usted todavía escribe poesía?
No, ya no.

¿Cree usted que con el fin de las utopías se ha ido extinguiendo también la poesía?
No necesariamente. Las utopías tuvieron que ver con la poesía comprometida, pero ya no hay utopías, el mundo ahora carece de utopías, de utopías sociales por lo menos y las utopías sociales tienen que ver concretamente con el hombre. Entonces esas se acabaron y esa poesía comprometida ya no tiene mucho sentido en este mundo. La que tiene sentido es la poesía personal.

¿Qué ha quedado por decir a los poetas guatemaltecos luego de que pasó la guerra?
Pareciera que el tema para algunos no se extingue No creo que alguien quiera seguir con el tema de la guerra. Nadie escribe sobre el tema de la guerra actualmente.

A su parecer ¿cuáles son los temas más abordados por la literatura guatemalteca después de que pasó la guerra?
No hay temas, insisto, los temas de la poesía son las necesidades interiores del poeta. Uno vive en una sociedad y eso determina lo que escribe, los temas de la literatura están relacionados con esa realidad.

¿Podría considerarse la poesía como una fiebre de juventud?
No, es una fiebre de cualquier edad.

¿Hasta cuándo puede una persona conservarla?
Creo que hasta los 70 años.

¿Por qué un número de años tan específico?
Es por decir una edad, no es que sea específica, puede ser más o menos, pero a los 70 años va perdiendo el hombre sensibilidad frente al mundo y frente a sí mismo, entonces va perdiendo la posibilidad de explicarse ese mundo interior porque el mundo interior se va agotando, tal como se agota el mundo exterior.

¿Entonces se acaban las preguntas?
Claro que se acaban las preguntas, ya no quedan preocupaciones sino solamente esperar el fin.

Usted ha dicho que no relee lo que ha ido dejando escrito ¿qué lugar ocupa la autocrítica para el escritor?
No releo lo que escribo, nunca sé ni los nombres de los poemas que he escrito ni el tema de los poemas que he escrito ni puedo repetir ni un solo poema que ya haya escrito, ni lo analizo. Es una manera de concluir etapas. Se debe a que no hay necesidad y eso no tiene que ver con la autocrítica, porque la autocrítica no tiene que ver con la poesía. La poesía se hace y allí queda ¿para qué hacerse autocrítica? Si no se trata de calidad formal sino que se trata de calidad interior.

¿La sociedad puede decirse o explicarse desde la poesía?
La sociedad, en general, no necesariamente. La poesía puede tener relación con la sociedad de alguna manera pero analizarla desde la poesía no.

Usted ha dicho en “La vida es sueño” que la literatura es el intento de explicar la vida...
No de explicarla sino de decir lo que se siente respecto del mundo interior fundamentalmente, y a veces del exterior, pero no explicarla, sino lo que siente el ser humano frente a la vida.

En la introducción de la reunión de su obra poética usted hace un recorrido por y hacia la poesía y dice “viví en dos sueños: la utopía de cambiar el mundo y la poesía” ¿hasta dónde llegó el desarrollo de estos dos sueños juntos?
Hasta donde llegó este, hasta que se crea la ruptura y se da uno cuenta que la poesía no es para cambiar el mundo porque la poesía no cambia el mundo, cambia a los hombres pero no al mundo. La poesía sirve para concitar emociones entre el lector y el escritor, no para cambiar la sociedad. Expresa la necesidad de cambiar.

Como escritor en distintos géneros ¿cree que es distinto tanto el lector como el escritor de poesía al de narrativa?
Siempre son distintos lectores, porque los lectores de narrativa leen racionalmente, están leyendo historias. El lector de poesía está sintiendo emociones. En cambio no es diferente para un escritor, es diferente el momento de escribir, para mí la novela también tiene un sentido de catarsis igual que la poesía. No es al mismo nivel porque la narrativa necesita una larga meditación para ir construyendo historias, la poesía no necesita construir historias. La lectura de la poesía es emotiva y sin la emoción no hay una buena lectura.

¿Cómo puede decir su mundo ahora que ya no escribe?
No me lo explico, no quiero explicármelo tampoco. Ya dejé durante muchos años la idea de explicarme el mundo y de tratar de cambiarlo, pero me di cuenta que no era posible cambiarlo en mi tiempo y para mí.

¿Hay frustración?
Necesariamente tenía que haber frustración porque si uno entrega la vida para cambiar el mundo y eso no se puede hacer, tiene que haber cierta frustración.

¿Cómo es la vida del escritor que ha dejado un gran sueño y su oficio poético?
Es una vida normal, como la de los otros, porque entonces ya no se tiene la necesidad emotiva de descargar el inconsciente sino se vive en paz consigo mismo y en paz con el mundo exterior, que ya no se comprende.

El tema del amor está ligado a su vivencia personal ¿sigue siendo lo más importante para la poesía?
El amor es importante para todo, también para la poesía. Es importante para vivir, por eso es importante para la poesía, sin embargo la poesía solo recrea la realidad.

¿Acabada la guerra y las utopías también termina la batalla por el amor?
La batalla por el amor no termina. Es la relación entre los seres humanos, no tiene que ver con las utopías, ni tiene que ver con el mundo de la realidad inmediata sino con el mundo interior del ser humano. Es la necesidad de convivir con otros, de enamorarse y vivir.

Diario de Centro América / La Revista. Pág. 14. Guatemala, viernes 14 de enero de 2011.

Un camino de palabras

Poesía completa.

Por su trayectoria y por su obra en 2006 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, pero ha pasado toda una vida de escritura desde el momento que en 1958 Marco Antonio Flores se sentó “en la grada de una acera, en la calle, a garabatear un soneto”. Desde entonces Flores entendió que la poesía es una necesidad que surgía desde lo más íntimo de su ser, así que aquel algo, “la necesidad catártica de expresarme, de sintetizar en tiempo de mi vida, de salir de algo que me carcomía interiormente sin saber con certeza qué era” era lo que quería hacer en la vida. Por entonces estudiaba medicina y había optado por una vida aventurera. Durante varios meses escribió sin detenerse. Sus maestros fueron las lecturas y el oficio de poeta se fue convirtiendo en pasión, y mediante aquel lenguaje que apareció como impulso, fue reinventando la experiencia.

Entre aquellas lecturas, y deslumbrado por la poesía de César Vallejo, fue abriéndose paso su propia voz a los 21 años. Los sentimientos y las experiencias fueron a lo largo del tiempo pugnando “por salir violentamente convertidas en palabras” y tras esa larga trayectoria de la que Flores nunca se ha considerado un profesional, entre dos exilios, y con varios sueños rotos, han salido más de una veintena de obras escritas tanto en prosa como en verso. Esta es la reunión de su obra poética, escrita a lo largo de más de cuarenta años de creación, en ella hace el recuento de la historia de cada uno de sus libros de poesía más significativos y los años de lucha por cambiar el mundo a través de la creación literaria. Su poesía es la memoria de un dolor social, del amor y del fin de los sueños utópicos. Así, en registro poético, cuenta el autor cómo fue configurándose este testimonio de la historia de Guatemala de la segunda parte del siglo XX. | NM | DCA

Prensa Libre / Cultura. Pág. 79. Guatemala, lunes 17 de enero de 2011.

 

 

 

 

 

"Estoy caliginosamente sin mí, lleno de mi vacío, caminando". Poema Autorretrato del libro La voz acumulada (1964)

El legado de un poeta

Por: José R. Leonardo

Como una celebración a la vida de un poeta se presentó el jueves último el libro Poesía completa, del guatemalteco Marco Antonio Flores, en el centro cultural Luis Cardoza y Aragón.

Raúl Figueroa Sarti —director de la Editorial F & G y uno de los panelistas— expuso: “el publicar obras como esta ayuda a que los guatemaltecos conozcamos más y mejor nuestro país”, y aclaró la relevancia de la obra de Flores, porque “es uno de los grandes poetas del siglo XX en Guatemala”.

Javier Mosquera Saravia dio a conocer sus impresiones acerca de algunos poemas de Flores a medida que los leía. También compartió cómo conoció las obras del escritor. “El primer libro de poesía que leí fue Muros de luz, y después la novela Los compañeros”.

La escritora Vanessa Núñez Handal, con un discurso emotivo y poético, recalcó: “Este libro, como toda biblia, trata del génesis, pérdida de la inocencia, exilio del paraíso, reproducción, amores, desilusiones, perdición y muerte de un poeta”.

Obra respetable
Destacados escritores y personalidades de la cultura asistieron a la presentación del libro, entre ellos Ricardo Echeverría, Enrique Noriega, Juan Carlos Lemus, Fernando Ramos, Denise Phé Funchal, Víctor Majus y Armando Rivera.

La escritora guatemalteca Patricia Cortez comentó: “El legado literario que deja Marco Antonio es amplísimo, abarca todos los géneros, y en poesía verdaderamente hay un cambio; él inaugura, desde sus inicios, una nueva forma de escritura poética, sin duda una ruptura en la literatura guatemalteca”.

Otro de los asistentes a la entrega del libro dijo: “Su obra deja un registro de lo que ha pasado en Guatemala y un legado para la literatura guatemalteca.... el público le agradece por esa gran obra escrita”.

Para finalizar la velada, el conjunto musical María Juana interpretó canciones folclóricas, de Guaraguao y boleros de Los Panchos.

De esta manera concluye el capítulo de un hombre que afirmó en una entrevista concedida a este medio hace algunas semanas: “Yo ya no tengo nada que escribir”.

Con esa misma honestidad —la del primer poema escrito— que descifró un camino labrado con palabras, deja una huella que perdura con esa pasión y ternura inconfundible que cerró su ciclo con esa Poesía completa.

Prensa Libre / Cultura. Pág. 51. Guatemala, viernes 21 de enero de 2011.

Poesía completa

Por: Margarita Carrera

Así se llama el libro de Marco Antonio Flores que F&G editores acaba de publicar.

Raúl Figueroa es quizá el único que se atreve a editar poesía, el más alto género literario, pero que ya ninguno parece aceptar. Nadie le abre las puertas a la poesía. Algo, pues, insólito que Raúl lo haga. Además, Marco Antonio Flores es uno de los más altos escritores de Guatemala y su libro no es cualquier libro. Tiene 553 páginas, con pasta dura, de buen gusto. De él ha dicho Miguel Donoso Pareja: “Con un ritmo violento, cortante, agitado, casi sin metáforas, sin adornos, su poesía rueda como un río sobre piedras. Dice cosas. Sabe cosas. No busca nada sino que entrega… son testimonios de un dolor social en cuya expresión se ha ensanchado el corazón de un hombre hasta colocar dentro de sí los dolores de muchos hombres. O de todos los hombres”. Asimismo, Fernando Alegría apunta: “Es una voz auténticamente nueva, sabia, combativa y compasiva, de entrega a una causa justa sin concesión alguna a la retórica”, Otro punto de vista, el de S. Balev: “Este poeta con suma agudeza capta no solo la esencia de la vida, sino sus correlaciones, sus pequeñas, imperceptibles, estrías; quizá por esto cada vez que leo un poema suyo tengo la sensación de estar observando las facetas y colores de un pequeño caleidoscopio con los que alguna vez soñé en mi infancia, y cada giro-lectura me ofrece una tonalidad mágica distinta, cada movimiento-metáfora me abre una ventana de estepas desconocidas”.

En el prólogo, Flores trata de explicarnos su actitud frente a la poesía y, acertadamente, empieza diciéndonos que para él “la poesía no fue pensar, sino sentir”, Es así como realizó su primer poema. “Ni siquiera supe que lo iba a escribir, sólo sentí una intensa y profunda necesidad interior de liberar algo que me pesaba dentro, tomé un papel y un lápiz sin pensar en nada y escribí un soneto sin saber que lo estaba redactando. Cuando le leí no lo comprendí enteramente, pero supe que eso era lo que quería hacer durante toda mi vida”. Se trata de un llamado interno venido del inconsciente que nos maneja sin nosotros llegar a comprender por qué. Y la poesía es más poesía cuando nace no de la razón, sino de la sinrazón. Así es como descubrió“imágenes empalabradas” que surgían quién sabe de dónde. De esta manera siguió escribiendo “y a escondidas de todo el mundo”. Lograba despojarse del traje con que había vivido los primeros 20 años de su vida. Él mismo reconoce que fue dirigido por su inconsciente y su memoria automática.

Marco Antonio fue un niño precoz. A la edad de 4 años ya sabía leer. “A esa edad ya conocía el pentagrama y los sonidos de las notas que se escriben en él; ya podía solfear”. En pocas palabras no se trataba de un niño cualquiera. Se trataba de un niño que se iniciaba en la musicalidad de la palabra que lo embrujaba. Y desde entonces, la pasión por la poesía lo envolvió. Su primer maestro fue Vallejo. Así logró escribir su primer poema que se llama “Hablanco con Vallejo a su manera”. Vallejo le arrastra al mundo de la poesía. Leerlo es quedar encendido como una llama. Es la vida misma la que con sus ascensos y descensos nos dirige y nos dicta lo que somos, lo que queremos ser.

Su madre debe de ocupar un lugar importantísimo en su corazón. Por algo su primer poemario “la voz acumulada” lo dedica “A Victoria, mi madre”. Luego se deja venir con esa catarata incontenible de poemas que lo llevan a la inmensa mar de la palabra.

Diario de Centro América / Arte & Cultura. Págs. 18 - 19. Guatemala, jueves 27 de enero de 2011.

Poesía Completa de Marco Antonio Flores

Por: Rodolfo Arévalo

LA TRAVESÍA DE LA FORMACIÓN LITERARIA EN UNO DE NUESTROSA MEJORES POETAS.

La poesía es la más extraordinaria de las producciones literarias. Su musicalidad más allá del sonido y su significado, también más allá de la palabras, nos consolida con esas frases que a veces se escuchan de las personas que uno menos espera: “Los humanos nos tratamos como bestias, a veces como vegetales que apenas se expresan. Otras veces nos vuelven pedruscos, o cualquier cosa que se usa y se tira. Pero no somos ni animales ni plantas ni piedras, somos algo que no entendemos y por eso sobrevivimos”. Eso me decía un hombre en Ixcán cuando hablaba de su vida. Destinos extremos. Eso parecemos cuando la libertad y lo asombroso del ejercicio poético nos alcanza.

Hace 15 días se entregó el volumen de los escritos de poesía a Marco Antonio Flores. Más de 40 años de es­­critura se encuentran ahora recogidos en un volumen de 550 páginas. Allí vemos la arrogancia del poeta, sus ansias de vida y constante encuentro con la vida. Aparece su juventud y su madurez, sus grandes amores y sus constantes vigilias por la familia y sus credos, y también las nimiedades que son objeto de una mirada desde lo humano.

La editorial F&G nos entrega un libro en todo su sentido. Aparece un retrato de Marco Antonio por Pepe Luarca y las distintas opiniones que merece esta compilación y que nosotros repetimos como un homenaje a quien supo entendernos hasta ser parte nuestra. En el fondo de la historia de cada uno de nosotros hay una mirada desde el Bolo Flores que nos reclama como suyos: a veces cuando hasta el mundo y sus circunstancias incambiables lanzamos esa parodia tan chapina y que está aprendida de sus burlas, de sus bufonadas, de su inmensa ironía y su soberbia. Igual que el danzante Quiché que baila con la Princesa de las Aves en el Rabinal Achí, Marco Antonio supo traducirnos esa virtud desde sus abismos. Somos un poco él cuando estamos embravecidos con nuestra historia y somos un poco él cuando estamos enamorados de nuestro tipo de vida.

En el preámbulo, el propio Marco Antonio nos dice: “Partí de la nada. Aunque para entonces aún no lo sabía. Actúe a ciegas dirigido por mi inconsciente y mi memoria automática. Vine a descubrirlo unos 50 años después cuando fui invitado por la maestra de un barrio marginal, pobrísimo, para hablarles de poesía a sus alumnos de segundo grado primaria. En esa ocasión pregunté a aquellos niños si alguno sabía de memoria un poema. Un chico con un rostro achispado e inteligente levantó la mano y comenzó a decir un poema de José Batres Montúfar titulado Yo pienso en ti. Cuando vine a darme cuenta estaba también repitiendo de memoria al lado de él. Había pasado 50 años escondido en mí”.

Luego menciona parte de la mitología poética de los chapines, el Barba-Jacob que a cada uno ha tocado de alguna manera. El Rosas negras tan vilipendiado por el propio Porfirio Barba-Jacob se hizo para salvarle a aquel la vida, pero Marco Antonio, ajeno a todo este vericueto, aprende lo más importante: “Yo soy Maín, el héroe del poema,/ que vi, desde los círculos del día,/ regir el mundo una embriaguez y un llanto”. Marco Antonio, como los místicos, poco a poco se va dando cuenta de que algo encarna la vida, a lo que uno despierta lentamente y con asombro para descubrir que existe una embriaguez y un llanto. Luego nos habla del oficio. Y nos aclara: “El oficio de poeta es una pasión. Una pasión es un impulso inconsciente ligada a la memoria afectiva, y esta, como dijera Elías Canetti ‘es propia del artista. Y solo las dos juntas, memoria afectiva y memoria intelectual, hacen posible al hombre universal’. Esta unidad se produce en un verdadero poema. ¿Qué quiero decir con esto? Que el sentimiento, la enervación del sentimiento que no controlamos con los sentidos, sino que viene de más hondo, del espíritu que arde dentro de uno, pero que solamente al ser captado y sintetizado por el intelecto se convierte en un discurso que, lleno de imágenes y metáforas, reinventa el mundo y llena de emoción y pasión a la realidad fría y discursiva”. Después vendrán, dentro de ese aprendizaje, César Vallejo, Cesare Pavese, Pablo Neruda y sobre todo la realidad: “No soy el mismo/aunque guarda parecido conmigo./ Ten la seguridad/ que ya soy otro”.

El encuentro de cada guatemalteco con este libro tendrá que ser inquietante. Estamos ante la formación de un poeta, su incansable pasión por encontrar la forma y la palabra buscada. Como se anuncia, somos siempre ese otro que también puede ser Marco Antonio Flores, el poeta.

Ficha técnica
Marco Antonio Flores
Guatemala, 1937. Poeta, narrador, ensayista, periodista. Ha sido catedrático en las universidades San Carlos y Rafael Landívar, de Guatemala; y becario en el Sistema Nacional de Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, de México. Ha dictado conferencias en universidades y centros culturales de México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, España, Alemania, Inglaterra e Irlanda. Ha desplegado una intensa actividad cultural como coordinador de talleres literarios, cursos de literatura y editor tanto en México como en Guatemala. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés y alemán. En dos ocasiones salió exiliado de su país.

Premio Nacional Miguel Ángel Asturias del año
Es autor de los libros de poesía La voz acumulada (1964), Viento norte (2005), Muros de luz (1968), La derrota (1972), Persistencia de la memoria (1992), Crónica de los años de fuego (1993), Un ciego fuego en el alma (1995), Reunión, Poesía completa, Volumen I (1992), Poesía escogida (1998), Reunión, Poesía completa, Volumen II (2000) y Antología personal 1960-2002 (2008); de las novelas Los compañeros (1976), En el filo (1993), Los muchachos de antes (1996), Las batallas perdidas (1999) y Comrades (Inglaterra, 2008); de los libros de cuentos La siguamonta (1993), Cuentos completos (1999) y La vida es sueño (2009); de la crónica histórica Fortuny, un comunista guatemalteco (1994); de las obras de teatro Entremés para cantar (1972), El entrenador (1997) y Teatro completo (2006); y del libro collage Los rollos que quedaron (1997). Ha recopilado sus columnas periodísticas en Pan pa’ mi matate (1995) También escribió en ensayo, Poetas guatemaltecos del siglo XX (2000).

Comentarios
“Con un ritmo violento, cortante, agitado, casi sin metáforas, sin adornos, su poesía rueda como un río sobre las piedras. Dice cosas. Sabe cosas. No busca nada sino que entrega... Son testimonios de un dolor social en cuya expresión se ha ensanchado el corazón de un hombre hasta colocar dentro de sí los dolores de muchos hombres. O de todos los hombres”.
Miguel Donoso Pareja
“Es una voz auténticamente nueva, sabia, combativa y compasiva, de entrega a una causa justa sin concesión alguna a la retórica”.
Fernando Alegría
“Este poeta con suma agudeza capta no solo la esencia de la vida sino sus correlaciones, sus pequeñas, imperceptibles, estrías. Quizá por esto cada vez que leo un poema suyo tengo la sensación de estar observando las facetas y colores de un pequeño caleidoscopio con los que alguna vez soñé en mi infancia, y cada giro-lectura me ofrece una tonalidad mágica distinta, cada movimiento-metáfora me abre una ventana a estepas desconocidas”.
S. Balev.

elPeriódico / elacordeón. Pág 5. Guatemala, domingo 30 de enero de 2011.

La poesía completa de Marco Antonio Flores

Por: Juan D. Oquendo

“De alguna manera toda poesía es autobiografía”, explica el Premio Nacional de Literatura, que hace unos días presentó la reunión total de su trayectoria poética.

La editorial F&G ha reunido la Poesía completa de Marco Antonio Flores, uno de los nombres clave para comprender el desarrollo de la literatura nacional de los últimos 50 años. Un desarrollo marcado por la ruptura, la aventura intelectual y el compromiso con los seres humanos y la palabra. En palabras de Miguel Donoso Pareja: “Con un ritmo violento, cortante, agitado, casi sin metáforas, sin adornos”, la poesía de Flores “dice cosas. Sabe cosas. No busca nada sino que entrega”

¿Cómo se introdujo en la poesía?
Yo no comencé introduciéndome en la poesía, la poesía se introdujo en mí. Porque yo no tenía ni idea de cómo se escribía un poema, ni había intentado escribir alguno, ni había querido escribir un poema. Sencillamente, en una ocasión que iba yo por la calle, sentí el deseo de sentarme en una grada a escribir algo que me nació en ese momento de lo más profundo de mi interior, y entonces escribí un soneto. Así comencé a escribir.

¿No hubo una decisión previa?
En absoluto. El que diga que se sienta a escribir un poemario no es poeta, sencillamente quiere ser poeta. El poeta es el que responde a un impulso interior, inconsciente, que lo lleva a comenzar un poema y a terminarlo.

¿Es autobiográfica su poesía?
Creo que sí. De alguna manera, toda poesía es autobiográfica. Y, de alguna manera, un libro tras otro representa una etapa y una época de la vida del autor. Entonces, a través de una poesía completa se puede ir descubriendo qué pensaba o qué sentía el poeta, en los momentos históricos en los que el libro fue escrito.

En el prólogo, comenta que “había roto con mi pasado adolescente lleno de frustraciones e ideas absurdas acerca del origen del mundo”. ¿Qué ideas eran estas?
No recuerdo.

¿Cómo fue ese proceso?
Tardó mucho tiempo. Lo que pasa es que después de ese primer poema yo me puse a escribir ya sin control, y sin saber por qué escribía. Y escribí un libo de 57 poemas. Cuando los leí ninguno servía para nada, entonces los rompí. Y comencé a leer mucha poesía, porque la formación del escritor, cualquiera que este sea, radica en la lectura. El poeta tiene que formarse leyendo mucha poesía. Me puse a leer poesía y entendí qué era la poseía. Esperé el momento necesario en que mi inconsciente necesitara expresarse y comencé a escribir poesía.

Esta lectura de formación, ¿qué autores incluyó?
Pablo Neruda, León Felipe, César Vallejo y muchos otros más que no recuerdo.

En cuanto a Vallejo, ¿qué impacto tuvo en usted su poesía?
Cuando yo leí a César Vallejo, no tenía ni idea de qué era la poesía. Cuando lo leí por primera vez no entendía absolutamente nada de lo que escribía Vallejo y decidí dejarlo. Dejé que pasara un buen tiempo, y cuando volví a leerlo, me impresionó tanto, que fue la influencia más importante en mi vida.

¿Ha vuelto a leerlo recientemente?
Para nada.

¿Por qué?
Porque ya lo leí demasiado.

¿El tono irreverente que marca su narrativa toca en algún momento su poesía?
No, porque la irreverencia en la novela es racional, concreta, tiene que ver con el consciente, hay una decisión de escribir así, porque la novela es una historia, es contar una historia, y es el consciente el que cuenta esta historia. En cambio, la poesía surge del inconsciente, no tiene que ver una cosa con otra.

¿Cómo se debe leer su “Poesía completa”?
No sé, no tengo ni idea. El libro lo lee quien quiera y como quiera. No puedo decir si se puede saltar partes o no, es el lector el que decide cómo se lee un libro.

¿Qué piensa de la poesía actual que se produce en Guatemala?
En los últimos años, la poesía guatemalteca de los jóvenes ha sido una poesía de improvisación y de búsqueda de figuración y de éxito. Quieren ser reconocidos, y el poeta no necesita ser reconocido. Lo que necesita el poeta es expresarse, porque la poesía es una expresión personal, sus deseos, pasiones y emociones más íntimas, más profundas. No necesita ser reconocido por nadie.

¿Y qué es ser poeta?
Poeta es el que escribe poesía.

¿Y la poesía?
Es la expresión del inconsciente que expresa una realidad intensa, interior. Porque la poesía es emoción, que el poeta ha enfrentado en su vida.

Cuando terminaba un poema, esa descarga de emoción, ¿cómo le dejaba?
No siento nada. Sencillamente se terminó y se terminó.

¿Escribiría más poesía?
No, ya no quiero escribir poesía. Nunca más.

¿Por qué?
Ya pasó el tiempo. Uno escribe poesía mientras las emociones son intensas.

¿La poesía, por lo tanto, se relaciona con la juventud?
No con la juventud, con la madurez más que todo. El poeta madura, se desarrolla, va cambiando respecto a su visión del mundo, en cuanto a los sentimientos que va teniendo respecto al mundo que lo rodea y de su mundo interior. El poeta cambia, no es el mismo a los veinte años que a los cuarenta o a los sesenta.

¿En algún momento quiso cambiar algún poema?
La poesía también tiene un trabajo de limpieza. Después de escribir los poemas, los dejo estar un tiempo guardados, y cuando los releo encuentro que hay cosas que no casan en función de lo que se quiso decir. Entonces se limpia el poema. Pero no siempre, hay poemas míos que están publicados y que están escritos de primera intención.

¿Sabía que “La estación del crepúsculo” sería su último poemario?
Lo escribí en el 2002, y es un poemario de despedida. De ahí su título. No sabía que sería el último poemario, pero lo intuía. Me despido de la vida. Lea el último poema:
“El tiempo no existe / es sólo la medida / de mi deterioro”.

¿Escribiría algo más?
Acabo de terminar una novela. Hace dos años terminé la última novela. No sé si escriba otra. Todavía no lo sé.

¿Tiene algún poema en particular que prefiera sobre otros?
No prefiero ni odio. Soy neutral en cuanto a mi obra, no me interesa la calidad, sino lo que dice. Y no recuerdo lo que dice. Predomina el fondo sobre la forma en mi poseía, que expresa lo que mi espíritu sentía en ese momento.

¿Ha valido la pena escribir poesía?
Ha valido mucho la pena. Porque dije lo que quería decir a través de mi vida.

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